La ciudad que perdió su corazón


El sábado aproveché uno de esos días grises y con lluvia para ir al cine y darme un festín de películas en la filmoteca. Como por una vez en mi vida, la primera película empezaba casi a las once de la mañana, al llegar a la ciudad decidí ir andando desde Weesperplein, en donde me dejó el metro, hasta Leidseplein, una caminata de unos veinte minutos si sigues la calle pero me desvié un poco para ir al Albert Cuypmarkt, el mercado más famoso de Amsterdam y uno que muchos holandeses me restriegan como el lugar para comprar comida de otros mundos. Yo siempre los reto y les digo que el mercado de los sábados de Hilversum está a años luz, es mucho más completo e incluso el de Utrecht, que no es tan bueno, tiene mucha más variedad que el de Amsterdam. Cuando entré en la calle con el mercado, lo primero que llama la atención es la gente andando por allí con trolleys de viaje. Aquello es otra trampa de turistas de Amsterlandia, que es el nuevo nombre del centro de la ciudad ahora que es un parque temático, gracias sobre todo a las facilidades que hay hoy en día para alquilar casas y habitaciones por parte de particulares y que han conseguido destruir el centro de muchas ciudades. Yo quería comprar castañas y supuse que sería algo fácil, que habría un montón de puestos de verduras y en varios tendrían. Me equivoqué. Puestos para recuerdos, a patadas, dejé de contar los que vendían pantalones cuando llegué al decimoquinto, puestos de fundas y protectores de móviles, a granel pero de verduras, vi solo tres y mal surtidos y en ninguno tenían castañas. Puedo entender la frustración de la gente que quería seguir viviendo en Venecia y los turistas y todo eso que traen con su dinero, los han echado. En Amsterdam, los estúpidos van en bicicleta por las aceras, algo prohibido en Holanda, van en bicicleta por calles peatonales, algo prohibido en Holanda y no tienen ni puta idea de las reglas de circulación con bicicleta, no señalan para las bicis que van por detrás sus maniobras y se mueven por la ciudad de manera peligrosa, tanto para ellos como para los peatones.

Después de ver la primera película tenía un buen rato hasta la siguiente y se me ocurrió pasear por el Prinsengracht, en dirección hacia el norte de la ciudad. Según te vas acercando a la Wersterkerk, van aumentando más y más y más la cantidad de turistas y para cuando llegas junto a la iglesia, allí hay una multitud, hay una masa increíble de gente porque al lado de la iglesia está la casa de Ana Frank, que es, sin lugar a duda, el punto cero de Amsterlandia, el lugar al que van todos a hacerse fotos con la casa por detrás, con el canal y la casa, el canal y la casa y la iglesia, con todo lo que se pueda. La inmensa mayoría de los que están allí no lo hacen por la historia, no se han leído el libro, tienen una vaga idea de la historia del lugar y solo acuden porque es el punto que hay que marcar y hacerte fotos para que todos vean que lo has visitado. En el año 2000, cuando llegué a Holanda, por allí prácticamente no pasaba ninguna compañía de barcos para pasear por los canales. Ahora mismo, hay una parada delante de la casa con una caravana de barcos esperando para descargar y cargar pasajeros, es increíble y brutal la cantidad de barcos que pasan por allí, sumados a la cantidad bestial de gente con bicicletas de alquiler haciendo el gilipollas. Todos quieren ir allí, todos quieren sentarse en un café mirando hacia la casa a tomarse algo, porque hay que celebrar el estar en ese lugar en el que una joven vivió escondida durante años y posteriormente fue apresada y enviada a un campo de concentración. Su historia no cuenta, su vida no es más que otra atracción del parque temático Amsterlandia, la ciudad que una vez tuvo corazón y acabó por perderlo. En el país en el que debatir y llegar al consenso es prácticamente una religión, ya hay gente pidiendo quitarle la capital a esa ciudad y moverla a una ciudad holandesa, con lo cual todos aceptamos el hecho de que Amsterdam ya no forma parte de las ciudades del país, es un recinto cuya única existencia es el generar dinero con los turistas. Triste pero cierto.

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2 respuestas a “La ciudad que perdió su corazón”

  1. Si, España que como sabes, el turismo es nuestra principal industria, ya se revelan contra los turistas en muchas partes en donde la saturación ha llegado a niveles desagradables, y eso que los chinos no nos han invadido masivamente aún…
    Salud