La estupidez del populacho


La gente ya parece haber olvidado en lo que andamos y ha bajado la guardia. Lo veo por todos lados, ya se creen invencibles, han sobrevivido al virus porque no lo pillaron en la primera tanda y ya se creen que jamás les pasará a ellos. Lo veo en las mega-manifestaciones para protestar porque un poli, una vez más, mate a un negro en Estados Unidos, algo que en el periodo de un año y solo limitándonos a los negros, sucede probablemente tanto que lo mejor sería tener una manifestación diaria ya organizada para lo que queda de año y que asignen los puestos a la gente, para que cada uno llegue a su sitio, cada día, de los gritos que tenga que dar, agite la pancarta que tenga que agitar y después se vuelve a casa y a su vida y se siente bien consigo mismo y es tan necio, que no sabe que eso sucedió en otro país que está en otro continente, un país que tiene unas leyes totalmente distintas a las nuestras y en donde el dinero tiene más poder que cualquier otra cosa y se seguirá permitiendo que suceda mientras los que tienen el poder así lo deseen. Toda esta estupidez solo es buena para uno, el que ahora es presidente y que necesita enaltecer a sus masas y lanzarlos a votar para protegerlo, necesita que se sientan perseguidos y acosados porque ellos irán todos, todos, todos, a votar. Los otros, los de la pancarta y el cachondeo, de esos más de la mitad jamás solicitará el registro para votar en su respectivo estado, condición indispensable para votar allí, ya que en esa democracia, quien no lo pide cada vez que hay elecciones, no puede votar. Es tan sencillo como eso. Así que en lugar del cachondeo y la estupidez, entran en la página en la que tienen que registrarse, lo hacen, lo cual les tomará un par de minutos y después, el día de las elecciones, ponen a quien ellos creen que solucionará el problema, que por supuesto no lo hará.

En Estados Unidos es curioso como una persona con condena por delito grave, no puede votar, aunque varía según los estados. Imagínate eso en España, habría que considerar los delitos de los políticos como pecadillos veniales porque aquí es raro el político que no está condenado o en camino de serlo. Los chiflados también tienen el voto denegado y aún así, mira el presidente que tienen, que parece que el que pone el sello de válido o no válido no llevaba las gafas puestas ese día.

En fin, que nos toca vivir otra semana más de gilipollez colectiva que no llevará a nada.


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