La falsacleta


El domingo fui al cine y llegué una hora antes de tiempo para pasear por la zona, comprar algunas cosas en el super y demás. Después de dejar mi bicicleta atada y bien atada y cuando iba hacia la zona comercial, me encuentro con el triciclo de la foto y pensé, mira, le hago una foto que estas siempre despiertan la atención del Ancestral y su intimísima y así tienen algo para alegar cuando se junten en el aparcamiento del super a tomarse el cafelito, sobre todo ahora que viven tan cerquita. Cuando pasaba de largo noté que tiene dos asientos dentro y ambos equipados para pedalear y aunque en la foto el cristal refleja la luz, hay como un panel en el medio muy sospechoso y aquello tenía poca pinta de bicicleta o de triciclo. A la vuelta la volví a ver y en esa ocasión, le entré por detrás para verla bien:

Tiene matrícula de coche, con lo que no es ni bicicleta ni triciclo y quizás el término más aproximado sea el de falsacleta que me acabo de inventar porque soy así de fantástico y fabuloso. Si tiene matrícula de coche, que esa no es matrícula de motocicleta, aunque los números han sido conveniente alterados, esto tiene que haberse hecho con otro objetivo y mirando en la primera foto, encontré que la empresa que lo fabrica se llama Twike y según lo que veo en su página güé, este es el modelo 3. Efectivamente, esto es una coña marinera que se acerca más a coche, pesa entre doscientos cuarenta y trescientos cincuenta kilos y según la batería que lleve puede llegar hasta los cuatrocientos kilómetros de distancia. No me queda clara la velocidad máxima del aparato, pero es de al menos cincuenta kilómetros por hora. Cuando el pasajero (o los pasajeros) pedalean, ayudan a recargar las baterías. Todo suena ecológico y tal y tal, pero el precio básico, con la batería mínima que vale como mucho hasta ciento sesenta kilómetros es de treinta y tres mil leuros y pico y si quieres todas las baterías, esta cosa vale cuarenta y nueve mil leuros, que si vas a tirar esa cantidad de dinero, te mando mi cuenta bancaria y hazme una donación a mí y yo te adoraré para los restos. Por esa pasta te puedes comprar un cochazo del copón y si no, los culocochistas que nos ilustren en el tema que todos sabemos que son expertos. Igual cuando la gente te ve pretendes fardar de ciclista y todo lo demás, pero está claro que esto es una falsacleta y nos la estás intentando meter DOBLADA. Por razones más que obvias, no pasará a formar parte de cierto Álbum.

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4 respuestas a “La falsacleta”

  1. Hace falta no tener ni puñetera idea de como tirar la pasta para comprarse ese cacharro, o ser gilipollas perdio…
    Coño, no sabia que vivíamos cerca, son un porrón de horas en coche chaval…
    Salud

  2. Flipo… yo no me gastaría esa pasta ni en ningún coche por muy fardón que fuese, majo… tengo más sitios interesantes donde invertir… que salvajada…
    Genín: toda la razón, estamos lejos de carallo, si algún año de estos ponen el dichoso AVE a funcionar en mi tierra, te voy a dar una visita!