La Gran Muralla – The Great Wall


El jueves fui a la sala mega-especial del multicines Cinemec en Utrecht para ir a ver la película de hoy. La distribuidora parece que eligió el caminito TresDé y dado que no había sesiones en las dos clásicas, prefiero pagar cincuenta céntimos de más y verla con un proyector láser y un dolby atmos y unas gafas del copón y la verdad que los cincuenta céntimos están más que merecidos. La película es una de esas nuevas coproducciones entre chinos y gringos que creo que durarán pocos visto el presidente de los segundos y se titula The Great Wall. En España me parece que estará en los cines dentro de dos semanas con el título de La Gran Muralla.

Unos julays van a la China pudiendo comprarlo todo por Aliexpress

Unos pavos van en un grupo grande que es reducido considerablemente en dirección a la China. Cuando llegan a la muralla son solo dos y allí se encuentran que hay una especie de guerra entre los chinos y una mezcla de kabezudos-koreanos-de-mielda y truscolanes-de-mielda que quiere destruirlos. Los chamos solo quieren robar un poquito de pólvora pero acaban mezclados en la guerra, sobre todo uno que le ha puesto el ojo encima a una generala y que busca la manera de ponerle la pierna encima para que no levante cabeza. O algo así.

Esto es una peli de acción con muchos efectos especiales y batallas con multitudes en la que prácticamente todo el elenco salvo tres julays son chinos. Tiene las peleas mariconas de los chinos, moviendo las manos como Ramiro el peluquero cuando contaba una de sus historias. Probablemente los protagonistas chinos son super famosos por allí pero yo puedo admitir y admito que no me suenan de nada. El protagonista occidental es Matt Damon o Mark Whalberg, que yo no puedo distinguir entre dos cachos de carne con ojos. Decir que este hombre puede actuar es estirar demasiado el verbo, que no es un chicle y no llega a esos extremos. Él se mueve por las escenas, reparte mamporrazos y dice cosas, pero no actúa. Por suerte en este género no hace falta y lo único que nos podían haber ahorrado a los espectadores fue la escena en la que sale sin camisa y el músculo ese de la cara se extiende hasta por debajo del ombligo. Tendré pesadillas en lustros venideros por culpa de ese momento. Lo mejor de la película es Pedro Pascal, un actor chileno que aporta el toque cómico y al menos consigue que nos descojonamos con las boberías que estamos viendo en pantalla. Si uno se cree la película, resulta que los chinos lo inventaron todo, desde los tampones hasta la cirugía láser. La película tiene escenas con multitudes espectaculares y por supuesto, un exceso de efectos especiales épicos. Por descontado y sabiendo que en China gobierna el partido comunista, el emperador resulta una maricona truscolana que cuando hay un pelín de tensión, sale corriendo a esconderse tras el trono y gritar por su tres por ciento, como esos otros que todos sabemos.

Esto es cine de cotufas y cachondeo. Perfecta para una reunión fraternal de los miembros del Clan de los Orcos. Si te la tomas de coña y sabes que estás yendo a ver un producto extremadamente comercial, te lo pasarás bien. Ni de coña es cine para los sub-intelectuales con GafaPasta.


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