La limpiá


Todos los años en el otoño comienzo un montón de pequeños proyectos con tareas muy específicas. En esta época busco el proveedor más económico de energía para saltar de barco, cambio de seguro médico, renegocio los seguros de la casa y todos los demás y en paralelo a todo esto cambio el número de mi teléfono móvil y mi proveedor ya que No soy un número. Cada año sucede lo mismo, los operadores de telefonía móvil se emocionan hasta las lágrimas cuando reciben mi solicitud y al pasar el periodo acordado se lamentan porque soy un traidor rastrero. Este año el cambio fue un poco más movido que en los anteriores. Mi proveedor era Tele2, que funciona sobre la red de T-Mobile, la cual en la zona de Holanda en la que yo me muevo tiene una cobertura pésima ya que por ejemplo salvo en sábados o domingos, jamás consigo 3G en la estación de Utrecht y en el viaje a Hilversum pierdo la conexión en al menos dos puntos. Esto es algo que sucedía en el año 2000 con mi primer teléfono móvil holandés, que funcionaba en la red de T-Mobile y sigue sucediendo ahora, lo cual demuestra que a veces las compañías no avanzan demasiado. Leyendo las condiciones del contrato que tenía, descubrí que lo podía cancelar después de cumplido pero tenía que quedarme un mes adicional. Cuando faltaban unas dos semanas para el final del contrato llamé y como siempre hice el paripé, les conté que mi empresa me mandaba a trabajar al extranjero y aunque quería y deseaba y hasta añoraba ya instantáneamente ser su cliente, debía finalizar el contrato. El chamo que me atendió me dijo que el día diecisiete de noviembre sería la desconexión, dos semanas antes de lo que yo creía.

Seguí con mi vida sin preocuparme y el día veintiocho de octubre me llega un mensaje al teléfono diciéndome que ese mismo día finiquitaban mi contrato. Una hora más tarde ya no tenía teléfono. Entraba en Internet y al momento pedía una tarjeta nueva a Simyo con un contrato anual de diez leuros al mes por cien minutos/sms y 500 MB de datos y al día siguiente ya lo tenía en casa. En ese momento comenzó la Limpiá, la sagrada ceremonia por la que reduzco la lista de personas con mi número de teléfono a veintiuna. En el año que usé el número los contactos se habían incrementado hasta ochenta pero seamos claros y afilados, apuntar el número de teléfono de alguien no significa nada y en mi caso, esas sesenta personas ya no me podrán seguir por el Güatzap. Lo bueno de cambiar anualmente de número es que a nadie le sorprende y mis amigos actualizan al instante y la vida sigue, el mundo no se detiene y no sucede nada y aquellos que escuchaban mis conversaciones telefónicas tendrán que rastrear las líneas para encontrar mi nuevo número, mi nueva identidad temporal y que desecharé en noviembre del año que viene. Aquellos que descuidaron las relaciones personales y decidieron ningunearme han sido debidamente premiados y a partir de ahora pueden recurrir al correo electrónico como medio de comunicación.

El número de teléfono es solo uno de los múltiples niveles que conforman el perímetro defensivo, ese que la gente parece no darse cuenta que es muy necesario. Extensiones como DoNotTrackMe, MaskMe y una configuración restrictiva y adecuada de las opciones de seguridad en los navegadores son hoy en día fundamentales y prioritarias, ya que todas las empresas que os están regalando servicios en realidad están pescando todo lo que pueden sobre nosotros para usarlo en nuestra contra.

Con los otros proyectillos las cosas también se están moviendo. En enero tendré un nuevo proveedor de energía y me ahorraré más de cien leuros al año, tendré un nuevo seguro médico y me ahorraré más de doscientos leuros al año y aún estoy calculando el ahorro con el seguro del hogar, el personal, el civil y todos los demás. Con esa pasta y otra que pillo aprovechando ofertas a la hora de comprar o por ejemplo viviendo en la ola de la oferta del ADSL y optimizando los recursos, al final sacaré de esa saca el dinero suficiente para la mayor parte de las escapadas de fin de semana que hago por toda Europa.


3 respuestas a “La limpiá”

  1. Yo tengo el mismo numero de teléfono de siempre, solo lo uso para llamar o recibir llamadas de los que me interesan, es un teléfono normal, para el resto tengo el portátil, y así sigo feliz por la vida sin preocuparme de esos temas que en realidad a mi me resbalan, esta indiferencia y antiparabolismo debe de ser por la edad,que para lo que me queda en el convento, me cago dentro… 🙂
    Salud

  2. Pues yo soy de los de Genin, tengo el mismo número de móvil desde hace un porrón de años (probablemente desde 1998) y ni me preocupo de ello. ¿Qué me llama alguien que no quiero? Con ejercer de Shrek un ratito, asunto arreglado. Eso si, cambiando de tarifas o de operador según van mejorándolas. Ahora estoy con una que me tiene alucinado, nueve euros al mes por 1 GB de datos, para voz cobran el establecimiento de llamada y cero euros por minuto. Hablas gratis todo lo que quieras. Cuando la vi no me creía que una empresa española fuera capaz de hacer algo así.

  3. Pues me sumo al grupo de la «eternidad». Además, estoy exactamente como Jc; creo que tenemos la misma compañía, y la misma tarifa.