La mar caldeada y algo más


Ayer leía que este año el agua de los mares que rodean España está más caliente gracias a la cantidad adicional de meados que aportan los turistas que acuden en masa. Eso es una verdad como una catedral romana. El año pasado estuve en Málaga en la misma época y la única experiencia acuática que tuve me provocó pesadillas que aún duran. Fue entrar en la playa a la altura de Fuengirola y pensar que moría allí mismo, que se me cerraban todas las chacras instantáneamente. Me quedé como una estatua cuando el agua me llegaba a las rodillas y no podía seguir y veía como el pelo se me caía cuando los poros se cerraban y los cortaban de cuajo. Después de casi cinco minutos sufriendo, el capullo de mi amigo Sergio vino corriendo al agua y me mojó hasta que la tortura era de tal calibre que me hundí en el agua y salí por patas a la arena y juré y perjuré y hasta lo cumplí no volver a meterme en el agua en ese viaje. El resto de las vacaciones por allí sudé con gusto sabiendo lo que me esperaba. En el viaje de este año, cuando el viernes bajamos a la playa yo iba con mucho recelo y cuando al llegar a la playa me metí en el agua, estaba agradablemente fresca, era posible disfrutar de la experiencia. Hasta me bañé más de una vez. Por la noche cuando fuimos a la playa para la Noche de San Juán, hasta me metí en el agua a medianoche y hasta tuve la sensación que la temperatura era mejor, aunque eso seguramente se debe a la temperatura exterior, que al ser más baja provoca un menor choque térmico con el agua. El sábado también me bañé sin problemas, en la playa y en la piscina e incluso el domingo me bañé varias veces. Comparado con un año atrás, son muchos y muchos litros de meaos de vieja y de jóvenes para subir la temperatura del agua. O eso, o va a ser cierto el rumor ese infundado que dice que hay un cambio climático de los mondongos y que de aquí a unas cuantas lunas vamos a sudar que no veas.

Por encima del Caminito del Rey

Y en esta anotación de descartes y hecha sin tiempo, aprovecho para colar la foto que hice desde el avión cuando pasaba cerca del Caminito del Rey, en Málaga. Detrás de la poceta que se puede ver en la foto está el pueblo al que se llega por el Caminito del Rey, el cual transucrre entre esas montañas. Este documento espeluznante permite apreciar la dificultad que tendrían algunos culocoche que comentan por aquí para hacer el caminito con sus máquinas.

También decir que como siempre, en Málaga me pongo tibio a papear, es que allí todo lo que se hace es rico o riquísimo. La noche de San Juán cenamos en el restaurante la Cala de Benalmádena Costa, uno al que regreso con frecuencia ya que está en la lista de favoritos de mis amigos y por allí tapeamos un poquito antes de bajar a la playa.

Coquinas

Lo primero en desaparecer del plato fueron las coquinas.

Espetos

Después desaparecieron los espetos, ese fabuloso invento malagueño que debería tener denominación de origen.

Calamar a la parrilla

Le siguió un calamar a la parrilla que se hizo cerca de los espetos.

Bolas de pescado desconocido

Acabamos con algún pescado empanado que fue lo único que no me convenció y que estaba muy grasiento y no nos lo acabamos. El pescado no tenía sabor y cada vez que mordías uno, lo que reconocías era el aceite de fritanga. Por suerte nos pilló al final de la comida y ya íbamos con el corazón y el tripote contento. Al resto de las comidas no les hice fotos por olvido o porque si pierdes el tiempo con la cámara, no pillas chicha que por allí son de atacar el plato como si estuviéramos a las puertas del inminente fin del universo conocido y por conocer.

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4 respuestas a “La mar caldeada y algo más”

  1. A mi el Mediterraneo siempre me ha dado asquito, aquí tenemos el Atlántico, pero a mi me gusta el de mi tierra, el cantábrico, y no hay playas mejores que las del Norte, sin duda parami gusto claro, aunque la mejor del mundo es «Playa Colorada» en Venezuela…
    Salud

  2. Creo que ya están peleando por conseguir para los espetos el título de patrimonio inmaterial de la jiumaniti.