El relato comienza en Yendo a Brighton por Gatwick
Después del meneo del día anterior, en mi día final en Brighton tenía claro que no podría caminar tanto pero llegué al final del día con quince kilómetros, lo cual no está nada mal. Comencé temprano, como siempre, con un mega-desayuno, de nuevo el Full English Breakfast solo que cambié el huevo frito por huevos revueltos. Con eso ya tenía energía para echarme a andar y mi primera parada era para ir a la Brighton Marina, que está a unos tres kilómetros:
Resultó ser un muelle deportivo con urbanización y centro comercial en las afueras de la ciudad. Está bien para verlo pero vamos, que cualquier visitante de la ciudad que se lo pierda no lo tendrá que lamentar. Supongo que en verano, con los cienes y cienes de trillones de ingleses en la playa, con sus sandalias y sus calcetines blancos, el sitio tiene que ser lo más de lo más del horterismo. Aunque podría haber pillado la guagua para volver, opté por caminar, de nuevo, solo que en la ida fui al nivel de la playa y en la vuelta por la parte de arriba, ya que la playa está como al fondo de una pequeña depresión. Por el camino hice un montón de fotos de la playa y los muelles que no veremos porque son similares a las conocidas. Cuando regresé a la zona del muelle, enfilé hacia el Royal Pavilion, el pabellón real, que quería visitar por dentro. Por desgracia no dejan hacer fotos en su interior, así que solo veremos el edificio por fuera:
El rey George IV (palito-uve), antes de ser rey, siendo príncipe regente, se le antojó tener una keli en la zona costera y como le molaba un montón lo de asia, la ideó con aspecto de palacio asiático, pero el chamo estaba tan lucido que mezcló estilos y por fuera tiene un pinta y por dentro otra, que el interior es como muy chino. El palacio acabó siendo espectacular pero poco práctico ya que estaba rodeado por la ciudad y la Reina Victoria decidió venderlo, tras llevarse todas sus pertenencias. Lo compró la ciudad que decidió mantenerlo tal cual estaba y desde entonces (1850) hasta hoy en día, se usó para un montón de cosas, entre ellas un hospital de guerra para los indios (o los hindúes, si eres un poco tikismiquis), ya que por las pintas, igual les recordaba algo a casa. El interior se ha ido restaurando al estilo que tenía cuando se construyó y es sencillamente espléndido. Este es el único palacio de la familia Real británica que no pertenece ni a ellos ni al estado. La visita es super-hiper-mega interesante, incluso para un inculto como yo.
Los jardines del palacio son ahora un parque y por la parte que da a la calle, que no veremos, hay una pista de hielo durante las navidades, pero ese lado también estaba en obras y no se veía muy bien. Me tomé mi tiempo en la visita porque el lugar lo merecía. Cuando salí además de pasear por esos jardines estuve rondando el museo de Brighton, que está al lado pero no me terminó de convencer. Ya he nombrado en alguna de las anotaciones anteriores el Jubilee Clock Tower y hoy hasta lo vemos:
Pasé a ver la Saint Pauls Parish Church, que con su aspecto sobrio y solemne me llamaba la atención, aunque solo veremos foto de la fachada:
A esta iglesia se entra por el lateral izquierdo, yendo al fondo, con lo que el altar da hacia la calle y la entrada está en la parte posterior, pero sin calle alguna. Cuando estuve allí había un coro practicando lo del berreo. También por la zona está la Fabrica, una galeria de arte moderno hecha en una antigua iglesia de la que lo mejor es el edificio:
Entre pitos y flautas llegó la hora de comer y como mi avión salía a las cinco y media de la tarde, elegí un restaurante mexicano en el centro y después de almorzar, fui hasta la estación de tren para pillar el siguiente tren hacia Londres, que salió en cinco minutos. Me quedé en el aeropuerto de Gatwick y después fui con el trenecito hasta la terminal Norte y allí, pasé el control de inseguridad que como siempre, con mi cámara es un coñazo fuera del aeropuerto de Amsterdam, que tienen esas maravillosas máquinas que son como de hospital y que no hay que sacar nada de la mochila y lo pueden ver todo dentro en el TresDé pero hasta sin gafas. Mi experiencia con Easyjet es de retrasos así que entré dispuesto a dos horas o así pero resultó que no, o eso creía, porque cuando acabó el embarque nos quedamos veinte minutos esperando a que les dejaran encender los motores. Tuve un montón de suerte y como no pagué, me dieron asiento de pasillo. Al llegar a Schiphol, en el programa para los trenes me aparecía una combinación rara y nunca vista, en lugar del tren directo a Utrecht, primero tenía que ir en otro hasta la siguiente estación y allí enganchaba con el directo y eso hice. Tras esto, guagua desde Utrecht Centraal a mi casa y así acabó la primera de las dos escapadas de fin de semana. Del Reino Unido, quiero ir a Southampton y a Exeter, ambos con vuelos directos a Amsterdam, así que los tendré en cuenta para el futuro.
Una respuesta a “La Marina y el Pabellón Real en Brighton”
Curioso el palacio ese, pero la reina no lo donó, la generosa lo vendió, no fuera a arruinarse… 🙂
Salud