La primera


Desde que informaron que empezaron a mandar invitaciones para el vacunorrio a los que se ponen la vacuna de la gripe, yo creo que le he hecho al menos cuatro males de ojos a la cartera, porque como sé la hora a la que pasa, me pongo en el ventanal de la parte delantera de mi keli esperándola y cuando veo que no se detiene en mi puerta para poner alguna carta, es que me da una rabia que no veas, aunque la pobre no tiene culpa ninguna, pero todos sabemos que a falta de algo mejor, es preferible siempre culpar al mensajero. El viernes iba con retraso, me cansé de esperarla y salí y en la media hora que estuve afuera fue cuando llegó y encima, como no estaba, me dejó una nota informándome que podía ir a recoger el paquete que había intentado entregarme a la tienda que está a un kilómetro de mi casa y que hace de oficina de correos, pero al día siguiente. Te juro que si se me cruza ese día por delante cae muerta por la maldición isletera que le jinco.

El sábado, más de lo mismo y como no llegaba y podía recoger el paquete a partir de las tres de la tarde, pues a esa hora decidí ir andando a la tienda y pillarlo, que fue lo que hice. La distancia a pateo son unos nueve minutos y pon el tiempo en la tienda y redondea y yo creo que estuve fuera de mi casa veinticinco minutos. Cuando llegué, me acerco a la puerta de la calle y allí lo veo, un sobre precioso, blanquito, con el sello del estado y con un texto en la parte derecha en neerlandés que viene a decir y dice: truscoluña no es nación y además, en este sobre tienes tu invitación para la vacuna contra el virus podemita y truscolano. Debo haber perdido al menos dieciséis latidos de corazón, antes de tirarme al menos cinco peos para ganar velocidad rápidamente en dirección a mi ordenador. Abrí la carta, escribí la dirección web indicada y tenía que entrar usando el DigiD, el sistema de identificación del gobierno que funciona con un programa en el telefonino o recibiendo un eSeMéeSe. Me identifiqué y fui por todas las preguntas en las que buscan asegurarse que no vengas de truscoluña, que no tengas familia truscolana y que ningún primo tuyo sea podemita o marquesa de Garrapatagar. Con todo correcto y tras diez páginas de preguntas tontas, me sale que puedo elegir entre tres sitios para ponerme la vacuna. El primero era en el recarajo, cerca de Amsterdam pero lejos de Utrecht. El segundo era el mega-centro de vacunación de Utrecht, que está en el recinto ferial y el tercero en un poblacho al triple de distancia de mi casa que el segundo. En el de la ciudad, además, aparecían tres posibles fechas y horas de vacunación y la primera era al día siguiente, o sea, el domingo, a las seis y media, tanto para la primera vacuna como para la segunda, que te ponen cinco semanas más tarde. Elegí ese sin pensarlo más por si me robaban el puesto. Al rato me llegaron los correos de confirmación de la primera y la segunda fecha de vacunación y el eSeMéeSe recordándome que me tengo que vacunar al día siguiente. En la información que me llegó, me indicaban que me correspondía una vacuna mRraNA, de las dos que hay y me indicaban la página güé del gobierno con información sobre las susodichas en un montón de idiomas que no incluyen el truscolano, que hasta ahora a las ratas al menos en los Países Bajos no se les pone vacuna. Si cualquiera se cree que la emoción me quita el sueño, puedo confirmar y confirmo que no es así y dormí mis siete horas y dieciocho minutos. El domingo hice mi vida habitual, caminando entre chubascos y demás, cené a las cinco para ir con la barriguita llena, que ya dice el refrán que así vas con el corazón contento y a las seis de la tarde salí de mi casa en bici y llegué al aparcamiento a las seis y cuarto. Me faltaban quince minutos así que estuve un rato afuera, sin entrar en el recinto ferial de la ciudad, en el pabellón 4, del que no dejaba de salir gente y otros entraban. Finalmente, a las seis y veintidós minutos, entré y me acerqué al primer control de seguridad, en donde comprobaron que tenía la invitación, había rellenado el cuestionario sobre mi salud, tenía mi carné de identidad y enseñé el correo que mostraba el día y la hora de mi invitación. Tras esto me dejaron pasar y fui a otra sala en donde había otro control en el que volvieron a mirarlo todo salvo por el correo con la fecha y hora y le pusieron una pegatina naranja a uno de los papeles, pegatina que me permitió pasar el segundo control de seguridad y llegar al tercer control de los papeles, en donde volvieron a mirarlo todo y la pava me preguntó si los autorizaba para informar a mi médico de cabecera que me iban a poner la vacuna. Como esa era una de las tropecientas preguntas del día anterior, le comuniqué que ya había dado no solo esa autorización, también una segunda para que el GGD, que es el organismo nacional que se encarga de la vacunación, que esto no e España y aquí hay UNA organización, GRANDE y LIBRE, en lugar de doscientas cincuenta. La pava miró la pantalla de su ordenador y confirmó que era cierto. Lo de la autorización se hace porque puede suceder y sucede que quieres ocultar que te has vacunado y no informarán a tu médico de cabecera o no quieres aparecer en las estadísticas y no guardarán información sobre tí, solo te contarán como un número. Ambas me parecen polladas para subnormales, retardados y seres infra-humanos que se creen que les están inyectando un chip de 5G. Tras la pava, me indicó que siguiera adelante y otra chama me puso en una de las cuatro colas, como las de los controles de pasaporte en algunos de los aeropuertos del mundo, antes cuando viajábamos. Delante de mí habían tres personas y pronto yo era el primero porque en el lugar, que a esa hora de la tarde estaba funcionando al cincuenta por ciento de su capacidad, había unos veinte profesionales vacunando. Yo ya iba sin la chaqueta puesta así que me senté, la pava me preguntó en qué brazo quería la bendición, me pidió que lo dejara colgando y suelto y mientras yo miraba hacia otro lado para no desmayarme, lo pinchó y me empetó el chip 5G y un poquito de agua bendita. Tras esto, me puse la chaqueta y seguí mi camino, hacia la zona para la espera, que te tienes que sentar y esperar quince minutos. Llegué a la susodicha a las seis y treinta y seis minutos y me marché a las seis y cincuenta y un minutos. Fui a buscar mi bici y pedaleé de regreso a mi casa. O dicho de otra manera, ya estoy medio-vacunado, en mi interior hay unos chips pequeñitos con mucha mala hostia que cuando vean un virus podemita y truscolán, lo atacarán con saña y lo rematarán mientras yo lo esputo por la boca en forma de flema verdísima. Después de la primera vacuna te dan como un papel impreso que dice que la has recibido y tras la segunda te darán un certificado original y tal y tal hecho por la fábrica nacional de moneda y timbre. El veinte de junio yo ya estaré plenamente vacunado.

Hoy, aparte de un pequeño dolor en el lugar en el que pusieron la vacuna y unos peos mortales por culpa de las alubias con chorizo que comí el sábado y que me tienen todo el día bufeándome, no tengo ningún otro efecto secundario. Anoche dormí siete horas y dieciséis minutos, dos minutos menos pero dentro de mi sueño normal. Un treinta y cuatro por ciento de esas horas fueron de sueño profundo, un treinta y siete de sueño liviano y un veintinueve de sueños, con unos sueños espectaculares de películas de acción, que yo a falta de cine me estoy haciendo mis propias películas.


8 respuestas a “La primera”

  1. Igual me debería convertir en guionista. ¿Cómo va tu cobertura 5G, que tú la estás usando desde hace la tira de tiempo, como tu amiguísima la Meiga?

  2. Pues si, desde marzo estoy inmune ya… y te confirmo que la cobertura móvil no se ha ampliado en mi casa. Chasco.

  3. mira que tienes que ser vieja para que te tocara en marzo. A ver si además del Ancestral, vamos a tener que introducir a la Pleistocénica.

  4. Súper-gracioso…. me parto contigo… sabes de sobra que la recibí por mi trabajo, si fuese por edad, aún estaría esperando y sabe dios hasta cuando. De hecho me hace mucha gracia porque se supone que nos dan un código de esos que te sirven de salvoconducto para poder viajar, pero teniendo en cuenta que soy la única de mi casa que podría tenerlo, de que me sirve?

  5. La cobertura es 4G, funciona genial, la 5G todavía no funciona en mi zona, seguro que tarda por la orografía tan acojonante que hay en esta zona tan montañosa…
    Salud

  6. La calle Castilla está como cuatro calles más abajo de la tuya, ¿no? Creía que se mudó pa’lla pa’l norte para estar más cerca a la hora del cafelito.