Las fotos


A mí siempre me están pidiendo cosas raras en el trabajo, eso a nadie le sorprende y una de las cosas que todo el mundo sabe es que tengo una biblioteca fotográfica de eventos de los últimos quince años gigantesca, ya que en muchos de ellos, yo fui al que pidieron que trajera la cámara para inmortalizar esas celebraciones, fiestas o despedidas. Hasta la Bruja Malvada de la Primera Planta, la directora de recursos INhumanos, cuando quiso poner en la red interna los caretos de todo quisqui junto a su nombre, me buscó a mi para esa tarea porque sus empleados se cayeron del árbol de los bosmongolos y la carencia de ese último hervor los hace poco menos que inútiles. Por eso, esta mañana me pedían que si podía buscar fotos en las que aparecía el chamo que la diñó la semana pasada y del que hablé en Otra vez por aquel camino, que no quiero que se diga que en el mejor blog sin premios en castellano no se tratan estos temas morbosos. Como tengo uno de los gemelos en la oficina, podría revisar mi biblioteca con casi cien mil fotos y encontrar alguna del chamo, pero como todos hemos hecho cursos y más cursos de seguridad y hemos hasta aprobado exámenes en los que se nos exige una y otra vez que no conectemos ningún dispositivo externo a nuestros portátiles, siguiendo las reglas de la compañía no puedo hacerlo, como expliqué al chamo que me lo pidió. Un rato después, con una exoneración cual bula papal de uno de los vicepresidentes, se me dio el permiso para hacer la búsqueda, eso sí, desconectando mi portátil de la red de la compañía, tanto la cableada como la aérea, aunque yo estaba más preocupado por los virus que me pueden meter en mi disco duro que por los que yo puedo añadir a la empresa en la que me prostituyo por un salario. Al final me pasé dos horas viendo unas dos mil fotos hechas en el entorno laboral y en esa búsqueda masiva encontré cinco, ninguna con el chamo recientemente transformado en fiambre solo, siempre acompañado o en el fondo mientras yo fotografiaba a otra gente. Su familia quiere tener estos recuerdos porque al parecer, no solo eludió mi cámara con una agilidad brutal, también eludió las familiares y han descubierto que no tienen ninguna foto de él de los últimos treinta años.

La mejor imagen de las que encontré fue la foto de grupo que hicimos en las escalinatas de acceso al edificio viejo en los últimas días antes de la gran migración, cuando toda, toda, toda la empresa fue obligada por el presidente a ponerse allí, yo me traje el trípode e hice las dos fotos conmemorativas del evento. Parece que hubo suerte y como al chamo lo tuvieron que sacar de su despacho echándole zotal, llegó el último y lo puse en la primera fila, esquina izquierda. Hice dos fotos y en ambas aparece perfectamente. En las otras tres fotos que tengo, está siempre como escondiéndose mientras come un trozo de pastel y siendo como era un julay de un metro noventa de altura, su cabeza asoma por encima de la gente a la que fotografiaba.


3 respuestas a “Las fotos”

  1. Eso es para los vampiros, excepto si eres un vampiro ridículo que trepa arbolitos y juega al beisbol, entonces eres brilli-brilli cuando te da el sol 😀