El libro de la selva – The Jungle Book


El jueves había reservado entrada para ir por la noche a ver la película de la que quiero hablar hoy y mi elección de la sesión fue porque no había que usar las putas gafas TresDé. Al final, la película no me atraía demasiado y decidí quedarme en mi casita y retrasé la visita al cine al domingo. Este mediodía fui a ver The Jungle Book, película que también se ha estrenado en estos días por España con el título de El libro de la selva.

Un julay vive entre bestias

Un niño más feo que una caries es criado por lobos porque así se le antojó a un puma y hay un tigre que le tiene manía. El chiquillo decide marcharse porque el tigre les está tocando los güevos a los lobos y en el camino conoce a un oso y a otras bestias mientras salta y corretea y pollardea mogollón.

La verdad, esto no hacía falta. Para nada. Ya teníamos la película animada y con ella era suficiente. El primer minuto me pareció horrendo porque está pensado para impresionar a los retardados que pagan más por poder verla con gafas y así justificar su inversión y en dos dimensiones toda esa escena inicial por no estar no se ve ni enfocada. La historia es básicamente la misma de la película de animación, hasta las canciones te suenan a viejuno y no sé si esto se puede considerar película o una secuencia gigantesca de efectos especiales ya que creo que no hay un solo segundo de metraje que no los tenga. Me molestó enormemente que algunos animales hablen. Se veía falso, o falsísimo o tremendamente falso. No era para nada natural. Creo que aquí se han olvidado por completo del libro en el que se basaba la historia original y si te topas con algún pollardón que pretenderá hacerse el listo y decir que lo ha leído y te cuenta el rollo este, que sepas que la historia original es vagamente similar. La película tiene un ritmo más o menos constante, con cambios de escena frecuentes pero es tan simplona y tan obscena con los animales animados por ordenador que acabas por dedicarte a mirar la pantalla de tu teléfono y rezar para que alguien te mande un mensaje y así entretenerte. Como estas cosas hoy en día funcionan un montón, seguro que en dos años tenemos una precuela en la que el niño es un bebé o algo así y quizás hasta dos secuelas cuando el chiquillo conoce a Tarzán y cuando se tropieza con Carlos Jesús, lo abducen y se lo llevan a Raticulín. En fin, que no fue algo para mí.

Descerebrados, niños sin dientes y miembros del Clan de los Orcos son el público ideal para algo así, ya que no requiere el uso de neurona alguna y hay tal exceso de efectos especiales que mantendrá su atención en la pantalla. No creo que sea del exquisito gusto de los sub-intelectuales de GafaPasta.


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