Los requetenegados


Desde hace cosa de dos semanas tenemos una campaña de anuncios en el cine de esas que te dan la certeza que algunos tienen muchísimo dinero y lo tiran con gusto. En esta campaña, seguramente pagada con mis impuestos, no tratan de vendernos nadas. Al parecer, el problema somos nosotros mismos y la manera en la que interactuamos con los demás. En dichos anuncios, cortos y prácticamente sin imágenes, te dicen que el treinta por ciento de los clientes ignoran a cierta cajera y pongo ignorar porque no sé como traducir la palabra que usan en holandés, que es un verbo que viene a decir lo de negar pero no referido a que das una respuesta negativa a algo sino a que ninguneas e ignoras a alguien. La campaña me parece algo estúpida porque llevan el concepto de educación demasiado lejos. Según ellos, cuando voy al supermercado, al pasar por la caja los productos que he comprado, tengo que saludar y agradecer a la persona que está allí su trabajo, de lo contrario la estoy negando. Yo no lo veo tan claro, no la insulto, no la ninguneo, pero tengo clarísimo que igual que cuando yo hago mi trabajo no espero que aquellos que son los destinatarios del mismo me den las gracias. Hago mi trabajo porque me pagan por ello y cuando voy a una tienda y compro algo, estoy pagando por el producto, no me lo llevo gratuitamente y no veo la razón para besarle las uñas negras de los pies a la cajera. En cualquier caso, yo niego o ignoro al cien por cien de las cajeras del super porque desde que pusieron las cajas en las que tú te lo haces todo, no me pongo en una con empleado ni jarto de güisky de garrafón caducado. De siempre supuse que no había que tener ni medio dedo de frente para hacer el trabajo y ahora lo he comprobado, la máquina lo hace todo. Tampoco niego a los empleados de otras tiendas porque prefiero comprar por Internet y que me lo traigan a casa, me ahorro la horrible experiencia con esos empleados ladillas que te acosan para que compres algo, me ahorro las esperas en una caja a que el empleado acabe de chatear con su teléfono o de hablar con los compañeros o simplemente, de no estar allí y encima, por lo que parece, hasta me ahorro el esfuerzo de ignorarlos. En la misma campaña también dicen que los conductores de transporte público son ninguneados sistemáticamente. Eso es algo que me chocó un montón cuando llegué a los Países Bajos. Aquí, cuando se van a bajar de la guagua, tienen que saludar o gritarle un gracias al chófer. No parece que haga falta si es un conductor de tranvía porque imagino que esos sí que son seres inferiores y se les puede ignorar, ya que esa estúpida regla es solo para los de guaguas y en la ciudad de Utrecht, hay guaguas triples, con lo que estás allá atrás, en el quinto coño, en el límite de lo que permite el código de circulación en cuanto a la longitud de un vehículo y pretenden que te raspes la garganta para el chamo ese que va al volante no se sienta ignorado. No es cuestión de ignorarlo o no, es cuestión de que está haciendo su trabajo. Cuando vas en tren, ninguno agradecemos ni al conductor ni al revisor su trabajo, damos por sentado que lo tienen que hacer. De la misma manera, cuando volamos en avión, tengo clarísimo que cuando la tripulación de cabina o eso que antes llamábamos azafatas están junto a la puerta, más bien lo que controlan es que no nos llevemos los chalecos salvavidas, que se de gente que los ha robado en más de una ocasión, o que no nos llevemos las mantas, algo que he visto robar de manera regular en cualquier avión de los que me han llevado o traído a Asia y puedo confirmar y confirmo que todas y cada una de las veces en las que vi tremendo delito, eran personas de origen no europeo, que igual que nosotros ignoramos y negamos, al parecer ellos son más modestos y sencillos y optan por robar unas mantas que están más sudadas que el coño de una política truscolana huida de la justicia.

En la era del buenismo y todo eso, creo que estamos yendo demasiado lejos. No veo la hora que acabe toda esta hipocresía y cinismo con el que lo embadurnan todo para darle un aire progresista.


3 respuestas a “Los requetenegados”

  1. Que chorrada mas grande…
    Pero te confieso que me encantaría pegar gritos con mi voz de tenor asturiano al autobusero, mientras me acuerdo de su colega Maduro venido a narcopresidente… 🙂
    Salud

  2. A ver, en todo hay medidas, para mí es cuestión de educación, no de agradecimiento, cuando entro al bus slempre le digo Buenos días o Buenas tardes al conductor. No le grito cuando salgo, eso me parecería una chabacanada, que para algo han puesto los timbres de aviso de parada, La verdad es que lo de dar los Buenos días no cuesta nada, y sienta bien. Tengo una compañera en el trabajo con la que no hablo más que eso todos los días, y me cae genial. Y direis, «y por qué te va a caer nada si solo os saludais?» pues por eso!. Majísima la chica.
    En el súper decir «hola» y echar una sonrisa… yo que sé… me pongo en lugar de quien está currando allí ocho horas ganando una mierda y recibiendo normalmente quejas, y sinceramente, creo que colaboro en hacer un poco mejor su día (y el mío de paso!).

  3. Virtu, eso lo doy por supuesto, cuando llego a un sitio, sea el que sea, siempre saludo claro, ya sabes, la educación que nos enseñaron nuestros padres en mis tiempos, al menos a mi… 🙂
    Salud