Alguien se encarga de distribuir algún tipo de polvos mágicos por toda España en la Noche de San Juan. Es la única explicación posible para tratar de comprender las razones que llevan a la gente a salir de sus casas, cargados de madera, toallas, comida, bebida, flores, frutas, verduras, papeles garabateados y ropa interior usada y reunirse en descampados, playas y plazas para celebrar algo que no sabemos muy bien lo que es, pero que hemos estado celebrándolo durante miles de años.
Lo único que me queda meridianamente claro es la certeza de saber que celebramos la supremacía del hombre sobre todos y cada uno de los Dioses que adoramos, que esa noche no vamos a ninguno de sus templos ni escuchamos a ninguno de sus falsos profetas desenredando sus mentiras habituales. Nos agrupamos con amigos, vecinos, conocidos o perfectos extraños y en las hogueras quemamos aquellos que creemos son los defectos que tenemos que pulir, esas vanidades que cada uno se niega a reconocer en público pero que sabe que existen. Asociamos esos defectillos con distintos objetos que serán entregados a las llamas o lanzados al agua para que la Naturaleza, ese ente a veces visto como abstracto que está a nuestro alrededor y no dice nada, se los lleve y nos haga mejores.
La Noche de San Juan es el punto y final de algo viejo y el comienzo de un ciclo nuevo. Dejamos atrás esos días que cada vez son más y más largos y casi sin darnos cuenta comenzamos el descenso hacia el oscuro invierno. En realidad, nuestros ciclos deberían comenzar en un día como este, tendría que ser la Nochevieja, el día que terminamos un párrafo en el libro de nuestras vidas y por la mañana, purificados, o al menos arrastrando una buena resaca, comenzamos a escribir uno nuevo. Es además un día en el que podemos salir a la calle y divertirnos sin tener que preocuparnos por la temperatura, un día perfecto para recordar que somos animales gregarios y que nuestros vínculos más fuertes están con aquellos que nos rodean.
Esta idea alocada, esas ganas de cerrar algo y abrir otra cosa nueva, por y para nosotros, sin que éste o aquel Dios se inmiscuya fue pronto detectada y combatida por las diferentes creencias. A lo largo de la historia han procurado extinguir esta fiesta, condenarla, erradicarla y no han reparado en medios. Si te juntabas con otros alrededor de una hoguera y quizás la saltabas, estabas haciendo brujería, insultabas a sus falsos ídolos y osabas ponerte por encima de ellos. Hemos tenido que liberarnos de las ataduras de la fe para liberar nuestras almas, para celebrar que somos y seremos Hombres y Mujeres, unos seres únicos y que estamos ahora aquí, no sabemos por cuánto tiempo o de qué manera, pero lo estamos y eso solo merece una celebración.
Puede que la razón que lleva a millones y millones de personas a salir a la calle cargados de bártulos y comida para juntarse con otros y dedicarse parte de su precioso tiempo esté escrita a fuego en nuestro código vital, puede que esto que hacemos sea instinto y no voluntad y por eso han fracasado todos los intentos de frenarlo. Hay una lucecita que arde todo el año dentro de todos y cada uno de nosotros y en la noche de San Juan, sin que se sepa muy bien el motivo, esa pequeña llama se convierta en un fuego interior que nos anima a salir y celebrarlo. De ser esto cierto, no sólo se probaría la existencia de uno o varios dioses, también se sabría que quieren que nos divirtamos, que no pasemos por nuestras vidas sufriendo y padeciendo sin ningún momento de felicidad pura, animal, básica y por eso, para forzarnos a detenernos y disfrutar, dejaron esa luz en nuestras almas.
Hoy, al llegar la medianoche comenzó un nuevo ciclo, entramos en un nuevo año, limpios y en paz con nosotros mismos. No sabemos muy bien el número que le corresponde ya que algunos que pertenecen a nuestra especie han estado milenios conspirando para que lo olvidemos pero han fracasado porque nosotros lo llevamos en nuestra sangre y con ella no hay errores. ¡Feliz año!
2 respuestas a “Magia en la noche”
Desconocia la Noche de San Juan y me agrada saber sobre la cultura de esa región. Y aunque me sienta extraña porque por acá es diferente, FELIZ A?O!
Un abrazo desde mi alma, aún con la sensibilidad a flor de piel por la partida terrenal de mi padre!
Uy…toda españa no…para mi terrible desgracia…