Malos hábitos


Tengo el corazón dolido, tengo el corazón dolido y sumamente agitado. De esta forma podría comenzar cualquier canción de la gran Karina, esa mujer que desde hace miles de años ameniza las casposas emisoras españolas y que tanto ha dado a nuestro bagaje cultural. Sufre del mal de los famosos que nunca saben cuando deberían retirarse. La vimos en su auge y ahora disfrutamos con su caída y ella cual bufona de la corte se deja cortejar por las cámaras televisivas, esas bestias de nuestros días que todo lo descubren. Cada vez que vuelvo a España veo a Karina con un nuevo novio, cientos de años más joven que ella, con cara de espabilado y sabedor que está allí por el cheque. Es una de las decenas de cosas con las que me topo en este país y que quizás aquellos que lo viven y padecen todos los días de su vida no se dan cuenta.

En otros países hay tele-basura. Aquí hay charcutería del corazón. Se sacan trapos sucios convenientemente troceados, en pequeñas porciones. Hoy me peleo, mañana me reconcilio, pasado surge una amante con traición, al otro aquella me llama puta y yo le respondo que a puta no le gana nadie, que ella hizo la carrera de meretriz con las mejores. Encuentras estos programas por la mañana, por la tarde y por la noche. Se gritan, se insultan, lloran, despellejan al prójimo tanto como a ellos mismos y no hay vergüenza alguna. No se como puede haber gente a la que las bitácoras les parecen obscenas. Esto no es nada comparado con ese mundo ignominioso en el que millones de personas permanecen enganchadas día a día, mandando mensajes con textos de apoyo, llamando como aludidos y comentándolo todo en la máquina de café, en el supermercado o por teléfono, porque aquí nadie los ve pero todos están al loro de todo.

De donde yo vengo este tipo de programas no existen. No hay matinales con cuatro casposas y tres mariconas viejas gritando e insultando. No existen los sobresaltos de mediodía con una pareja infame que grita y se ríe de todos a los que previamente han untado con euros. Nadie se va a la cama con mega-espectáculos de horas de duración en los que algunos se prestan voluntariamente a deshilachar momentos oscuros de su vida para que el resto los acribillen a preguntas y se rían de ellos. Me pregunto si es la sociedad neerlandesa la que está enferma o es esta.

Otra cosa que noto en España es el culto al cigarro. Aquí todo el mundo fuma en todas partes. No hay respeto por los no fumadores ni por las zonas en las que no se puede fumar. Te cruzas con policías en el aeropuerto fumando en zonas prohibidas, tíos en tiendas atendiendo con el pitillo en la boca, bares que apestan tanto que se te quitan las ganas de entrar a consumir y en cualquier pista de baile hay más chimeneas que otra cosa. Las tías parecen marimachos con esos hierbajos colgando desganadamente de sus bocas, con dientes negruzcos y bocas hediondas. Los machos no se quedan atrás. Encadenan un cigarrillo tras otro, sujetándolos con esos dedos ennegrecidos. A diferencia de las mujeres ellos los mantienen la mayor parte del tiempo entre sus dedos y se los meten en la boca para inhalar. Yo vengo de un lugar en el que nadie fuma en transportes públicos, en el que para fumar en el trabajo hay que salir a la calle y mamarse los tres grados bajo cero, la lluvia y la nieve. Un sitio en donde los restaurantes tienen zonas diferenciadas para ambos grupos y sólo en los bares se mezclan todas las faunas que componen este mundo de Dios. Se han pasado una semana dando la tecla con una dichosa ley que nace para no ser cumplida, ley que se pasará por el forro más de uno. He visto chavales sin la edad adecuada comprar cigarros en una máquina sin que el propietario del negocio se lo impida, he visto a chiquillos pagando tabaco en las cajas de los supermercados, tabaco que acompañan con alcohol que tampoco pueden comprar. Y después alguien se extraña que en Europa se piense sobre este país como el reino de la taifa y la pandereta, la sodoma y mangorra europea a la que se viene a disfrutar del sol, la playa y el despiporre. Me temo que ya es demasiado tarde para cambiarlo y seguirá siendo así por mucho tiempo.

La última cosa que me llama la atención es el culto al móvil. Casi todos van con trastos viejos pegados a la oreja, hablando sin parar. Da la impresión de que resulta de mala educación el caminar por una calle normalmente. Parece necesario el conectarnos con alguien para que se nos vea hablando, habitualmente a grito pelado porque los demás también quieren saber el contenido de nuestras charlas. Ves a un grupo que va junto y en lugar de hablar entre ellos lo hacen con individuos ajenos a la banda. Comentan cosas, quedan y el que no habla está ensimismado tecleando un mensaje en su telefonino. Este país tiene unas tarifas caras y unos proveedores que se están haciendo de oro a costa de la idiosincrasia de los autóctonos. Aquí desde que un niño puede caminar se le pone un cacharro en las manos para que se vaya habituando. Cualquier programa televisivo fomenta el envío de mensajes con los que recaudar un dinero adicional y permitir que los espectadores ejerciten su libertad de expresión. Si seguís así, llegaréis a mandar mensajes incluso durante la proyección de series y películas. Y si algún panoli tiene la idea feliz y desarrollan la forma de mandar mensajes en los cines que aparezcan en la pantalla, de existir un país en el que esa absurda idea puede triunfar, ese país se llama España y los que la convertirían en un éxito son los españoles

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7 respuestas a “Malos hábitos”

  1. Joder macho, has puesto en palabras exactamente lo que yo ando diciendo en Espanha cada vez que voy, y la gente siempre diciendo: ya ya, alli todo es bueno y aqui todo es malo. Y no es verdad, no es que en Holanda todo sea bueno, pero existe un respeto, una educacion y un cierto sentido de la verguenza ajena que en Espanha parecen inexistentes.

    Al final acabaremos siendo el circo para diversion de los guiris… aaahhh no, que ya lo somos…

  2. dani: acabaremos?? lo somos desde hace muchos años

    lo gracioso es cuando vez a gente por ahi con pegatinas de soy español y orgulloso, a mi se me cae la cara de verguenza, somos el culo de europa (junto con otros paises) y cuando eres un culo lo que quieres es ser una cara bonita, no un culo…….

  3. Y va a peor. Ahora con cierta música infame como la que cantan esas dos gemelas. Lo de los teléfonos es guerra perdida, el fumar no se arreglará y podríamos comentar mil cosas más como la forma de conducir lolaila, la envidia nacional o la puta manía de los empresarios en pagar 900 euros a titulados universitarios con una o varias carreras. Esto es el fin. Este país ya no tiene arreglo.

  4. Gracias por hacerme sentir que no estoy sola cuando pienso que no hay nada bueno en ser los primeros en casi todo….(si empezamos por el final).

    Besos
    Pues

  5. Seguramente son más de quinientos. Totalmente de acuerdo en lo terrible que es Iberia y en lo ingratos que son los empleados a los que tú les pagas el sueldo cuando compras el billete. También de acuerdo en que la rama verdulera, ordinaria y vulgar de los animales patrios en los aeropuertos del mundo es imborrable. He visto en múltiples ocasiones españoles en Ámsterdam y he sentido vergüenza por tener un pasaporte del mismo país. Como con todo, hay equilibrio y por cada mala historia habrán otras buenas.

    Definitivamente los más arrogantes como pasajeros son los judíos seguidos por los árabes. Ver a un tío humillar a la azafata solo por ser mujer no tiene nombre.

  6. Hola de nuevo
    no sé si eres de los que adoran o de los que aborrecen a Pérez-Reverte, a mí particularmente me gusta mucho y suelo identificarme con lo que escribe. Tus comentarios sobre la casposa charcutería nacional me han recordado a un artículo suyo, es éste:
    http://www.xlsemanal.com/web/firma.php?id_edicion=120&id_firma=96

    Tiene otro sobre Barajas e Iberia, que es insuperable (http://www.elcazadordelibros.com/aterriza.htm).
    Yo me cuento entre los socios de APDIR (asociación de pardillos damnificados por Iberia pero reincidentes) y siempre que uso un vuelo suyo me juro que será el último. Lo he cumplido el último año y medio y espero seguir «limpia» de esos vuelos horrendos con azafatas perdonavidas.
    Saludos
    Saludos