Mi primer día en Fulidhoo empezó a las seis y media de la mañana, después de 8 horas de sueño, que para mí, el jetlag lo tengo al revés y cuando vengo a Asia me ajusto inmediatamente y el regreso es una pesadilla. A las siete y media comenzaba el desayuno y aquello estaba lleno. Yo estoy en media pensión y por la noche para cenar éramos cuatro gatos, pero está claro que hay mucha más gente para los desayunos. Después de la pitanza me acerqué al Club de buceo, que está básicamente al lado de la pensión y me dieron las cosa que necesitaba para bucear y me metieron en el barco y salimos. Esta gente hacen dos inmersiones por la mañana, a veces sin volver al Puerto y una por la tarde. Para la primera estuvimos navegando alrededor de media hora para llegar a un lugar llamado Reethi Kandu, una pared vertical. Había bastante corriente pero básicamente nos arrastraba y sólo teníamos que dejarnos llevar, con lo que es bastante relajada ya que haces muy poco esfuerzo y simplemente te limitas a disfrutar.
Nada más descender, en un hueco en la pared, vimos un tiburón nodriza bastante grande, con lo que es el sexto tipo de tiburón que veo desde que llegué, aunque estoy convencido que por la noche mientras cenaba mirando al mar ya vi un par de ellos en la playa que tenemos delante. Siguiendo con la inmersión, vimos una morena honeycomb, que no recuerdo como se llaman en español y paso de buscarlo, después vimos varias morenas negras, los peces payaso de las Maldivas, que siempre están en sus anémonas, varios tiburones de punta de aleta blanca y en un sitio de la pared vimos un camarón pequeño muy espectacular, pro no tengo ni idea de qué tipo era.
Cuando salimos aproveché para tomar el sol en la cubierta superior del barco y de paso, calentarme, que yo no soy mórbido como otros y otras que no voy a mentar y claro, con tan poca grasa te da frío al momento. Regresamos al Puerto porque había gente que solo hacía una inmersión y otra gente que entraba para la segunda.
Había un montón de españoles y con niños, que yo pensaba que en España la gente no se puede ir de vacaciones en período escolar, pero parece que gracias a podemitas, truscolanes y suciolistas, como ahora son los padres los que deciden si sus hijos pasan de curso, ya no importa si no van a clase. La segunda inmersión era en un lugar cercano llamado la esquina de Fulidhoo, también una pared y ahí la corriente era más fuerte que en la primera. Nos dividieron en tres grupos, los avanzados, los que se quedaban a veinte metros y los niños que se quedaban en doce metros.
La inmersión fue larguísima, en distancia, porque la corriente era tan fuerte que hicimos un par de kilómetros mientras avanzábamos. En el camino vimos dos tiburones grises grandes, dos mantas nos pasaron por encima, un águila marina estuvo cerca, vimos primero un pez Napoleón grandísimo y después otro algo más lejos, atunes y algún tiburón de punta de aleta blanca. Al salir tuvimos que esperar un rato en el agua porque el barco estaba recogiendo gente como a un kilómetro de nosotros, ya que según las profundidad, unos hicimos tramos más largos que los otros. En ese momento comenzó a diluviar y con la lluvia regresamos a puerto, para un descanso de dos horas antes de comenzar la tercera inmersión del día.
La tercera inmersión la llamaban El lugar de los tiburones y yo pensaba que iríamos a algún sitio con una pared, corrientes y los tiburones de siempre, pero me equivoqué completamente. Fuimos junto a Dhiggiri, una de las inmersiones más famosas del universo. Es un sitio con poca profundidad, unos doce metros y en el que hay una población residente de tiburones nodriza. Desde Guraidhoo, la excursión es con gafas y tubo y vale una pasta que no veas y esta era buceando. Este es uno de esos lugares que tenía en mi lista de sitios que quería visitar. Ya antes de entrar, según oyeron llegar el barco, los tiburones subieron a la superficie y al saltar al agua tenías que tener cuidado de no tirarte sobre uno de ellos. Aquello fue el acabose, decenas de tiburones nodriza nadando a tu alrededor, posados en el fondo, siguiéndote, tocándote, mirándote, tú los mirabas o los seguías o los tocabas, fueron cincuenta minutos muy intensos en los que no dejé de alucinar. Me tuve que controlar porque podría haber grabado los cincuenta minutos de un tirón pero sé de uno que no me lo perdonaría en la vida, que lo puedo hacer episodios de tres minutos y tener para un mes de contenido tres veces a la semana de un más de lo mismo brutal.
Al salir del agua y comenzar el regreso, apareció un grupo gigantesco de delfines que empezaron a hacer piruetas, saltos y demás delante del barco y no hay mejor broche para un día alucinante. Fue la guinda que coronó la jornada, o eso pensaba yo en ese momento. Al volver a Fulidhoo, me di un paseo por la playa e hice fotos de la puesta de sol y cuando bajé a cenar y me volví a sentar en la mesa mirando la playita, vi que en el agua, que no es muy profunda, habían tres tiburones nodriza. Me acerqué a verlos y otra gente me siguió. En eso que uno de los trabajadores de la pensión trajo algo de pescado desmenuzado y les empezó a poner y vinieron como quince tiburones nodriza delante mío y con una profundidad de veinte centímetros, como mucho. Otro momentazo épico y legendario. Después de la cena me piré a mi habitación que mi jornada volvía a comenzar pronto. Este fue un día fabuloso.
Una respuesta a “Mi día con los tiburones nodriza”
Y esos tiburones nodriza, «nodrizan» a otros? y de ser así, con que y como? 🙂
Salud