Mis GafaPasta


Para alguien que como yo acude al cine con una frecuencia escandalosa, el cine comercial no es suficiente y mi ansia me lleva hasta la filmoteca, esos cines especiales en los que las reglas de los otros no se tienen en cuenta. En un multicines normal, la fauna que lo visita es el populacho, la plebe, con nuestras cotufas, las bebidas refrescantes petadas de azúcar de medio litro o quizás un litro, los nachos y esas salas en las que las chichonas se agarran a sus machos como ladillas a güevo. No, en la filmoteca lo primero que notas es que la edad media del público ronda los ciento veinte años, con unas hembras hechas como con pliegues de piel acartonada que parecen versiones humanas de cocodrilos, con su pelo más falso que la nación truscolana y que mantienen fijo gracias a dosis masivas de laca que agranda el agujero en la capa de ozono y todas se maquillan más que los grandes jefes apaches antes de una guerra con el séptimo de caballería. En el vestíbulo de la filmoteca, las cotufas están prohibidísimas y la gente pide vasitos de vino blanco o tinto, tazas de café que te sirven en piezas de cerámica de la verdad, de la que se hace en Rumanía por tres milésimas de céntimo de leuro y que por tener, tienen hasta su platito con el que renquean a la sala emperifolladas como si ese día tuviesen una opción de pillar un macho que las empale y les meta en el cuerpo algo de alegría y cosa buena. Los otros que acuden a la filmoteca son los alternativos de hoy en día, con sus tatuajes en los sitios más obscenos, sus piercings por toda la cara como si fueran vacas que hay que llevar de la rienda y esas ropas que estoy convencido que rebuscan en los centros de reparto de ropa para los pobres de Mumbay, Delhi o Lagos. Entre los ancestrales del Jurásico y los kinkis presuntamente delincuentes, pasar inadvertido en la filmoteca me resulta muy difícil y por eso uso las GafaPasta, las cuales me dan un aspecto serio y respetable con el que les doy el pego a los dos equipos que acuden a esos cines y piensan que soy uno de ellos.

Mis GafaPasta sin cristales

Las he nombrado un montón de veces pero creo que nunca las habíamos visto por aquí y para que conste que no tienen cristales porque yo no tengo falta de vista he metido un objeto a través del hueco de uno de los ojos. Lo malo de ponerse gafas es que después la gente no te reconoce, algo muy conocido por todos y que por ejemplo le ha servido a Clark Kent para llevar su doble vida como Superman, ya que es totalmente imposible reconocerlo cuando se pone las gafas y se quita la lycra roja y azul. Yo no me pongo lycra pero tengo claro que si me cruzo a mi madre en la filmoteca, no sabría que soy su hijo porque con las gafas me camuflo y es que soy el perfecto sub-intelectual con gafaPasta.

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3 respuestas a “Mis GafaPasta”

  1. No mentías, de pasta de verdad! jajajajaja, tío, será por camuflaje y para que te sientas más cómodo, pero una montura no te hace más interesante, hazme caso, no necesitas eso!

  2. Sin GafaPasta, o soy ancestral como Genín o me tengo que poner un piercing en el labio como si fuera una vaca, así que prefiero las gafas. Ayer estuve en el Pathé Tuschinski para ver una película española y fácilmente habían cien kilos de metal y veinte litros de tinta para tatuaje en el cine. Alguna parecía la gemela de la Bruja Avería