Con el verano florecen en los cines las películas de animación con tanta frecuencia como las malas hierbas en mi jardín. En el caso de la de hoy, Holanda ha sido uno de los últimos lugares en estrenarse, supongo que porque querían evitar la competencia de la otra que ha estado en cartelera durante varios meses y porque debían buscar la misma hazaña pero en el verano. Como yo no le hago ascos a este tipo de cine y reconozcámoslo, es entretenimiento puro y duro, ayer fui a ver Monsters University, la cual se estrenó hace tres semanas en España con el desafortunado título de Monstruos University, que me hace temer que hay chupapollas que desconocen que en el español existe la palabra UNIVERSIDAD y que por más que se lo digan los pavos que le empetan el rabo por el trasero, no mola ni mazo ni ná cometer estos crímenes contra el idioma.

Un grupo de julays aprende a dar sustos para acojonar a los niños de Jinámar y alrededores

Un nuevo curso comienza en la Universidad de los Monstruos y los nuevos estudiantes tendrán que esforzarse para conseguir su sueño. El monstruo de aspecto más adorable y encantador tendrá que trabajar el triple de duro para conseguir que los demás lo tomen en serio.

No sé como sucedió pero yo no fui a ver Monsters, Inc. allá en su día cuando se estrenó hace una purriada de años. Aún así conozco los protagonistas y creo haber visto trozos de esa película en la casa de mi amigo el Rubio. Doce años después del estreno han hecho una precuela, una de esas películas que sucede antes que la que conocíamos y nos cuentan los orígenes de la leyenda y todo eso. La historia es simple y directa y quizás por eso funciona. Van directamente al grano y hay abundantes escenas de acción y momentos fabulosos que hacen que parezca que estamos viendo una maratón de pequeños episodios de dibujos animados. Los protagonistas son unos bichos preciosos y adorables de los que no hay manera de creerse que son monstruos. Estos bichos no dan miedo, si quieres aterrorizarte vete a ver al cura de la iglesia en la que fui obligado a hacer la primera y última comunión contra mi voluntad. Ese sí que era terrorífico. La historia tiene los temas habituales de Pixar, con la amistad como elemento central, la superación personal, la lealtad y en este caso, sin amor alguno. Los miembros de la fraternidad Oozma Kappa son un grupillo fabuloso, lleno de pequeños detalles que te hacen reír, te emocionan o hasta te identificas con ellos. Pese a que puede parecer más de lo mismo, la película consigue tener un punto de frescura y alegría que le estaba faltando a las últimas películas de animación. La parte en la que yo perdí el interés fue el final, algo flojo para mi gusto pero necesario si querían enganchar con la priimera película. YO la habría acabado de otra manera, pero bueno.

Este es cine para ir a ver con niños. No es el tipo de película al que acudes con todo el Clan de los Orcos.