Después del palo que me llevé con la primera película del festival de cine español en Amsterdam, a la segunda entré temblando y considerando si merecería la pena comprarme una botella de ron y meterla en el cine para emborracharme. La película era un documental, con lo que me esperaba todo lo peor, siempre. La pusieron en la sala más grande del Pathé Tuschinski, una que en realidad es como un teatro ya que cuando se construyó el cine, hace casi cien años, se tenía esa concepción del séptimo arte. En esta sala es donde se hacen los mayores estrenos en los Países Bajos y por la que han pasado todos los estrellones de cine cuando han venido a Holanda. La película se titulaba Muchos hijos, un mono y un castillo.
Una julay está peor que una jaira
Una chama se pega años traumatizada porque entre toda la morralla que guardan en sus casas no encuentra la caja en la que puso algunos huesos de su abuela, a la que mataron en la Guerra Civil. Mientras los huesos son el hilo argumental, vemos como cría un montón de hijos, como se compran un castillo y tienen un mono y como la vida viene y va y a veces estás en la parte de arriba de la montaña rusa y a veces en el puto fondo.
Épica y legendaria. Desde el primer segundo. No me extraña que ganara el Goya a la mejor película documental y que haya ganado otro montón de premios. De entrada la idea es rara. Alguien, Gustavo Salmerón, que nos suena de haberlo visto toda la vida en series y en películas, recopila todo lo que han ido grabando en vídeos familiares a lo largo de décadas, con cámaras super-ocho, con cámaras de otro tipo, con teléfonos y con lo que se prestaba y de todas esas horas y horas y horas de recuerdos familiares, crea una película que al fin y al cabo cuenta la historia de su madre y de la familia que creó. El título lo dice todo y se explica desde el comienzo ya que esos eran los deseos de Julita para tener una gran vida y los logró todos. A lo largo de hora y media recorreremos su vida y reiremos y fliparemos porque la mujer tiene un carisma brutal, es espontánea y divertida y las escenas son entrañables a ratos, ridículas en otros momentos, pero nunca te dejan impasible. Cuando acabó solo pudimos hacer una cosa, levantarnos y darle una tremenda ovación a la mujer, que entró en la sala y se sentó un rato para responder preguntas y comentar cosas y en vivo y en directo es tan fabulosa como en la pantalla. Esta película demuestra que se puede hacer buen cine a partir de prácticamente nada. La manía de Julita de tener todo preparado para su entierro y como obliga a ensayar a la familia con su traje de muerte puesto, la música que quiere escuchar y demás es para mearte de risa y según ella misma confirmó en la sala, eso es lo que quiere que hagan cuando muera. Su portal de Belén en el jardín que pone en noviembre y retira en agosto o algo así es épico. En definitiva, esta es una película que te hará reír, quizás llorar y que seguro que no te dejará indiferente.
No es cine para los miembros del Clan de los Orcos que no creo que sepan ni que existe LaDos ni han visto un documental en su vida. Esto es obligatorio para cualquier sub-intelectual con GafaPasta y para cualquiera al que le guste el buen cine.
Una respuesta a “Muchos hijos, un mono y un castillo”
¡Genial! 🙂
Salud