Munich


Lo confieso. Yo soy uno de esos niños de la generación Spielberg. Yo crecí con E.T., Tiburón, Poltergeist, Gremlins, Los Goonies, Indiana Jones y similares. Llevo a Steven Spielberg en la sangre. Y por eso sigo yendo a todas y cada una de las películas que dirige. Me da igual el título o el tema, yo voy porque gracias a ese hombre amo un arte que te regala emociones de todo tipo, que te descubre universos y te levanta a cotas impensables. Y esto nos lleva hasta Munich, su última película.

La historia es conocida ya que está inspirada en un atentado terrorista muy famoso. Una banda de hijoputas palestinos ASESINA a un grupo de deportistas judíos. Una hijoputa judía presidenta de gobierno y con una mala leche legendaria a la par que cortada desde cientos de años antes ordena venganza, algo natural y normal en cualquier país democrático que se precie y que esté dirigido por rancheros y asesinos a sueldo. Para ejecutar la venganza se elige a un pusilánime atolondrado con menos luces que la cueva de Ali Babá y los cuarenta julandrones y a otros colegas igual de retardados. Todos ellos tienen la sagrada misión de ASESINAR a once palestinos para devolverles el golpe. A partir de aquí es todo planear y ejecutar, matando palestinos como quien mata cucarachas, a zapatazos si hace falta y eliminando cualquier tipo de duda sobre lo inmoral de este deporte no olímpico. A media película se chafa la cosa y los hijoputas asesinos judíos empiezan a ser asesinados por hijoputas asesinos palestinos quedando todo en un baño de sangre de dos grupos que se odian a muerte y que deberíamos separar y poner un par de continentes de por medio. En fin, que entre hijoputas anda el juego. De vez en cuando alguno folla o hacen una buena comida para celebrar el asesinato de turno y hay poco más.

El fallo brutal de esta película son los flashbacks, los fogonazos en los que se nos cuenta la historia de los asesinatos en las Olimpiadas. En realidad aquí tenemos dos historias: la de los asesinatos y la de la venganza. Lo lógico es contarlas en ese orden. El director, mi adorado Steven Spielberg la caga hasta el fondo al partir en cachos la primera historia e insertarlos a lo largo de toda la película. Jode la continuidad narrativa, vuelve absurda y sosa la primera historia (la de los asesinatos en el recinto Olímpico) y le pega un tremendo patadón a la película al convertirla en una burda exaltación del asesinato. Nadie se puede creer que el protagonista tenga esos momentos visionarios en los que puede ver lo que sucedió en las olimpiadas con tanto detalle. Nadie. Y ese fallo lastra toda la película. Por culpa de esto uno sale del cine pensando que quizás lo mejor sería soltar unas decenas de bombas nucleares en la zona y acabar con el problema eliminando esas dos razas porque tan malos son unos como otros.

Para encabezar el grupo de asesinos judíos, terroristas a sueldo de un estado, pusieron a Eric Bana, un tipo que ya demostró lo poco que valía en esa mierda de película llamada Troya. Aquí no hace mucho más. Tiene mucho músculo pero las capacidades interpretativas no parecen habérsele desarrollado. Al pobre lo sustituyen por un cromo de Indiana Jones y la película gana un huevo. Fascinante su forma de follar con esposa embarazada y su utilización de la sábana para que no se quede preñada (o no dañar el feto, quien sabe). Desde ya mismo os insto a introducir miembros envueltos en sábanas que parece que eso evita embarazos no deseados.

No voy a perder mucho más tiempo con esto. Pudo haber sido una gran película que además de mostrar las miserias del hombre nos hiciera reflexionar sobre un grave problema en este mundo y se quedó en un elogio de la venganza corporativa. Está bien dirigida (salvo por los cortes para insertar la primera historia) y se deja ver en una tarde aburrida. Si podéis esperar a que salga en formatos portátiles, hacedlo y la veréis en casa tranquilamente. Si sentís la necesidad de verla en el cine llevaos una chorba de que te cagas y aprovechad los ratos de tedio para meterle mano y así al menos habréis hecho algo útil esa tarde.
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