Nights in Rodanthe – Noches de tormenta


Cuando se trata de cine soy como una esponja que lo absorbe todo y no tengo muchos prejuicios a la hora de meterme en una sala oscura y pasar allí hora y media. Dicho esto, las películas románticas me dan algo de alergia porque en realidad es siempre un drama camuflado y adornado para que parezca otra cosa. No hay películas románticas en las que todos sean felices y vivan alegremente, siempre hay un pero que aumenta de tamaño según pasan los minutos. Por eso, personalmente me decanto por las comedias románticas en las que al menos te ríes y te lo pasas bien y sabes que el final va a ser feliz. Saltándome las malas vibraciones que me daba el trailer fui a ver Nights in Rodanthe, conocida en España como Noches de tormenta y se puede resumir en que ha sido una mala experiencia.

Una julay empenenada se va a trabajar de mucama altruista un fin de semana al quinto coño y allí conoce a un macho cabrío que se la empeta por todos los agujeros del cuerpo

Una mujer que ya no está en edad de hacer de protagonista de comedias románticas y que por eso se ve abocada al drama se va a una isla para cuidar la pensión de una amiga durante un fin de semana. Allí hay un único cliente, un médico que está traumatizado por haberse comido un yogur caducado o algo parecido y gracias a dos truenos y tres relámpagos terminan fornicando como conejos en el catre de la habitación azul. Tanto ella como él están traumatizados en múltiples lugares por culpa de la exposición excesiva a TVE Internacional y nos machacarán con sus malos rollos hasta casi el final de la película.

Para que funcione una película en la que casi siempre tenemos únicamente a dos personas en la pantalla hace falta que la química entre ellos suelte chispas a destajo y eso no sucede aquí. Lo siento mucho por Richard Gere pero su magnetismo animal debía tener las pilas agotadas cuando rodaron la historia porque parece una sombra aburrida y decadente del tremendo actor que fue. A su lado, Diane Lane logra la proeza de conseguir que pongan su foto en los diccionarios junto a la definición de empalagosa. La cosa comenzó bien y a partir de ahí fuimos cuesta abajo y sin frenos y según pasan los minutos se va torciendo más y más y vamos cayendo en una vulgar opereta que tira directamente a la lágrima fácil y en donde los protagonistas caminan desorientados por las distintas escenas recitando frases estúpidas y poniendo caras de totorotas. Hay demasiada pretensión en muchos de los planos y el tiro salió por la culata. La escena de la tormenta dentro de la casa se debería usar en las escuelas de cine para ilustrar lo que no se debe hacer, es estúpida, aburrida y saca de quicio al espectador repitiendo una y otra vez lo de las persianas de ventanas que se abren y cierran bruscamente. Para cuando llegamos al final, en la sala hay un montón de voluntarios dispuestos a agarrar una pistola y pegarle el tiro de gracia a esos dos para que no sufran más.

Si te gusta ver gente llorando todo el tiempo o quieres estar en una sala oscura para ponerle la pierna encima a la viciosa de tu novia, esta es la película ideal.


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