Casi todos los años salgo la noche del cinco de Enero para tomar parte en la gran celebración que organiza el ayuntamiento de Las Palmas en mi honor. Es el mayor circo del año en la ciudad y una fiesta única. No hay otro lugar en España en el que la gente se reúne en cantidades superiores al cuarto de millón después de medianoche y hasta la mañana siguiente para beber, hablar y caminar sin ton ni son, todo esto en invierno y con unos saludables dieciocho grados. Las autoridades municipales cierran los ojos y permiten la venta de alcohol callejera y bares, tiendas y particulares se aprovechan montando puestos de venta de cerveza y refrescos. El año pasado ya comentamos el impacto que nos produjo las vírgenes de San Telmo. Este año no estuvieron allí. Las buscamos con el mismo ansia que un pastillero pone para encontrar sus preciosidades y me temo que es mi luctuoso deber el informaos que este año no hubo chiringuito ecuménico.
Este tipo de celebraciones multitudinarias me han comenzado a dar un poco de miedo desde que estoy amenazado de muerte por los fans de las Qua-Garrías y los de PP venavente, que a mí nadie me explicó que tener una bitácora podía poner en alto riesgo mi sacrosanta integridad y la gentuza es mucha y siempre dispuesta a emplear la fuerza bruta, sobre todo esos que se dicen seguidores de otros y no son capaces de aceptar opiniones discordantes con las suyas, o solo las toleran siempre y cuando no aparezcan escritas en la red de redes.
Acudir al evento del año tiene sus problemas logísticos. En una isla en la que conviven más de ochocientas mil almas si trescientas mil de ellas deciden reunirse en una zona bastante pequeña de la ciudad se monta el caos automovilístico. Tuvimos que aparcar en el más allá (y no me refiero a Móstoles). Veinte minutos caminando para llegar al comienzo de la parranda. En nuestro camino nos cruzamos con un grupo que decidieron celebrarlo en su coche por la pereza que les suponía el arrastrar el alcohol hasta la zona de fiesta. Nada más hacer nuestra aparición estelar me topé con la primera de una serie de viejos fantasmas que vienen del pasado. Se trataba de la BocaNegra, mote que se le puso dada la espesa capa de negro sarro que le cubría sus dientes y puesto que su tamaño la hacía parecer un chucho de raza pequinesa y siempre me pareció que BocaNegra es un nombre adecuado para esos chuchos. Yo avisé para que alguien la pisara, que cuando se ve una cucaracha lo mejor es aplastarla y que las otras cuarenta y nueve que andan escondidas se tengan que joder e ir al funeral de la difunta. Después de un comienzo semejante tuve que aceptar que este era el año de las pesadillas. Fueron varias las que volvieron a mi elefantiásica memoria. Es lo malo que tiene el no olvidar trapos sucios aunque por otra parte esto nos permite contar a nuevas personas las historias que hicieron famosos a esos espíritus largo tiempo idos.
La celebración de la Víspera de Reyes es un encuentro continuo con gente. Caminas sin rumbo fijo y donde quiera que vas te topas con compañeros de instituto, de universidad, de trabajo, gente que un día fue y ya no es. A estas alturas de la película toda la ciudad sabe que vivo en Holanda, trabajo para una multinacional y soy un intelectual de la ordinariez y la vulgaridad pero cuando aparece una delicada flor que desconoce el tema siempre salta alguien para ilustrarla. No es que me preocupe mucho que siempre es bueno el que la leyenda te preceda.
Además de hablar y caminar, fundamentalmente se bebe. Este año no hemos sido nosotros de los que nos hemos emborrachado así que me puedo dar el lujo de criticar a todos aquellos y aquellas que te dan un abrazo con ese aliento a cerveza y esos ojos vidriosos y que seguro que no se acordarán de nada al día siguiente. Una chica andaba totalmente ida parando a la gente y desvariando sola, a la búsqueda de no se sabe qué y seguramente tentando a la suerte y jugándose el encontrarse con un desaprensivo que la despatarre para hacerle guarrerías sexuales. Otra se sentaba en un rincón mientras colegas tan pasados como ella meaban en la pared y la orina caía por su espalda. Lo del mear es la mayor de las pesadillas ese día. La gente lo hace por todos lados. Si hay pared, hay urinario, parece ser el lema. Los más ecologistas parecen pensar que es más sano el hacerlo en los paterres y las desgraciadas plantas que viven en aquella zona acaban hasta el moño de agüita amarilla.
No todo va a ser negativo. Encontrarte con los amigos, saludar a viejos conocidos con los que por circunstancias de la vida perdiste el contacto y conocer a nuevas personas merece la pena y al final de la noche, cuando caminas derrotado hacia el coche enfrascado en una conversación bizarra con los colegas y te topas con el mismo grupo que pasamos a la ida, aún bebiendo en su coche, sientes que mereció la pena y que no cambiarías esto por nada del mundo. Gran Canaria es un lugar único y la celebración de la Víspera de Reyes es siempre la guinda que culmina mis vacaciones navideñas. Toca cambiar el chip y prepararme para el largo regreso a casa, a mi hogar Nórdico, donde el frío sin escarcha parece ser la tónica de las últimas semanas.
5 respuestas a “Noche de vísperas”
Me alegra saber q todavia quedan celebraciones con espiritu y tradicion. Yo me la perdi este agno (ootra vez) y te recuerdo otra: la del 23 por la noche en «la Tienda» con cava, bengalas y sin salida de emergencia pero con un buen rollo impresionante.
dios mediante no subi a ese carnaval pascuenze!!!
sacaste fotos? para cuando el album en flickr?
Yo no hice fotos pero un colega llevó la cámara y ya me las pasará.
Supongo que ya lo habras experimentado…. pero frio es una palabra que no expresa bien el sentimiento de dolor sobrehumano que produce la temperatura ambiente en esta neustra querida Holanda cuando sales a la calle, y sobre todo, cuando te levantas a mear por las noches y se te ha olvidado poner la calefaccion del banho… :S
por suerte la calefacción de mi casa es un gustazo y va como la seda. Por la noche enfrío un poco la casa porque mola lo del edredón de plumas de ganso y la manta eléctrica y sobre las siete el sistema caldea el cotarro para que no pase frío cuando me levante.
Uno de los deseos para el nuevo baño es poner calefacción bajo el suelo, que mola mazo.