Otro de esos fines de semana


Cuando el pollardón aquel contaba que la vida era como una caja de polvorones probablemente ya me conocía, aunque se quedó muy corto ya que más bien es como una caja de Pandora y cada vez que la abres a poco que te descuides, te escoñas. Entre las alertas amarillas diarias por trombas de agua, el cine y la carencia de perfil en el CaraCuloLibro para ser asocial como casi todos, no doy abasto y así el viernes, tras salir de trabajar, me dirigía por segunda vez en la semana a Amsterdam para poder hilvanar una sesión doble en el cine y liberar el fin de semana, que se presentaba complicado. Al salir del cine ya me pilló la lluvia y cuando el tren me dejó en la estación de Utrecht me convertí en un inmenso condón andante para llegar a casa más o menos seco. El jueves por la tarde el Rubio me había informado que seguramente regresaban a Holanda después de dos semanas de camping en Francia ya que para aguantar lluvia, mejor en casa que en un camping con caseta. El sábado me levantaba tarde y después de desayunar, comenzaba una frenética actividad. Como el domingo venían unos amigos a cenar a mi casa, tenía que preparar algunas cosas y hacer la compra. Además quería averiguar en una de las cadenas ferreterías los tiempos de espera para recibir rollos de césped y quería hacer el postre del domingo. Mi ruta de la compra me llevó al mercado de Utrecht, a tres supermercados y a una tienda turca. La razón para semejante ruta está clara. Por supuesto que puedes ir a un supermercado y comprarlo casi todo, pero les regalas un montón de dinero. Por ejemplo, los pimientos están en el supermercado a un leuro y veintinueve céntimos por unidad envuelta en condón plastificado y yo necesitaba seis. En el turco, un leuro el kilo. En uno de los supermercados tenían una oferta de sábado por la mañana con dos mazorcas de millo a ochenta céntimos, así que fui y me compré en total doce. En otro tenían una oferta de curry tailandés, de otro me gustan los huevos y la leche y como al final, prefiero gastarme la pasta que me ahorro en viajes y pedalear es sano, hice mi gira mundial, lo adquirí todo y al regresar y después de guardar las cosas, fui por la ferretería, averigüé lo que necesitaba saber y volví a casa. Me puse y en un rato preparé un Flan de huevo y sobre las tres me llama el Rubio para preguntarme la hora a la que llegaba a su casa a cenar. Se me había olvidado que quería que fuera por allí y me quedara hasta el domingo y ya había apalabrado con mis vecinos que les iba a mirar su ordenador, el cual me decían que no les funcionaba. Estuve en su casa, volví a conectar el cable de red en el router, el cual seguramente soltó la mujer limpiándolo aunque lo negó por activa y por pasiva y sobre las cinco y cuarto salía escopeteado para la estación. El Rubio me recogió en Woerden y tras volver a admirar las obras de la nueva cocina, nos sentamos a esperar tres horas porque se le ha ocurrido lo de cocinar en lento la carne con el termómetro ese que le pinchas y como empezaron tarde, casi morimos de hambruna. Después de la cena, logramos mandar a las Unidades Pequeñas a la cama y nos vimos la película holandesa Bro’s Before Ho’s, sobre todo porque yo he insistido un montón. Entre cervezas de todo tipo nos dieron las tantas y a las ocho de la mañana la Unidad Pequeña número 2 se me metía en la cama para asegurarse de que me despertaba y comenzaba a sugerir la idea del desayuno. Preparé los conocidos Pannenkoeken y sobre las once me marchaba a mi casa.

Al llegar, maratón para limpiar un poco la planta baja, sobre todo porque la mucama está de vacaciones y yo soy de naturaleza algo dejada y después comenzaba con los preparativos, más bien simples y que consistían en preparar las verduras y la carne de cada uno de los platos para así cocinarlos rápidamente una vez llegaba el momento. Todo el mundo sabe que yo no calculo bien las cantidades así que como siempre, les recomendé el ayuno desde un día antes o en su defecto, hacerse un LeidiDí antes de salir de casa, ya que no hay nada como un DosDedos para tener el estómago vacío.

Comenzamos con un par de aperitivos, un queso curado de Valsequillo con pimiento asado, tomate secado al sol y una salsa de mostaza con eneldo y los conocidos Dátiles con bacon, que por más que pongan en la prensa que están pasados de moda, yo me sigo encochinando con ellos. El queso, como siempre, esperé a que caducara para abrirlo ya que para mí no hay nada como el queso bien curado y lo suelo comprar un año antes de comérmelo.

El primer plato nos llevaba a Vietnam y sus maravillosas sopas Pho.

Hice un Pho con fideos de arroz y trocitos de filete de vaca que estaba para cambarte de gusto. Siempre me fascina cuando la gente reconoce los sabores de las cosillas que lleva la comida escondida, como los clavos de olor o la canela que puse en el caldo. En la zona central de la cena, teníamos dos platos.

Cuscu?s con verduras salteadas

Cuscús con verduras salteadas, originally uploaded by sulaco_rm.

Comenzamos con una ensalada tibia de cuscús con verduras a la que después de la foto le pusimos un poco de queso por encima y continuamos con un curry verde con pollo, uno de los platos que más estoy cocinando últimamente porque se hace en un rato y está riquísimo:

Pollo con curry verde

Pollo con curry verde, originally uploaded by sulaco_rm.

De postre teníamos el mencionado Flan de huevo al que no tuve tiempo de hacerle una foto aunque un día de estos le haré al que me queda en la nevera. Después, aparte de llevarse un tarro de mermelada de moras, pudieron probar las galletas de almendra chinas que hice durante la semana y que han sido la sensación de todos los que las han comido:

Galletas de almendras chinas-001

Galletas de almendras chinas, originally uploaded by sulaco_rm.

Esta es una receta que mucho me temo que añadiré a mi colección y que produce veinticuatro galletas de fábula. Un colega del trabajo que se compró una hembra en China para aliviarse la presión tan grande que le viene por los bajos me ha dicho que son tan buenas como las que come en China cuando va a ver a la familia de su pava y está intentando conseguirme manteca de cerdo, elemento que me falta para ver si es cierto que aún las puedo mejorar (que yo creo que sí). En total estuvimos cinco horas comiendo, con pausas largas para hablar entre medias y salieron de mi casa cambados y con la certeza de tener en preparación una jiñada épica para el día siguiente, ya que todos sabemos que no hay nada más cierto que ese refrán que dice que como come el mulo, caga el culo.


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