Mientras cambiaba de escenario y recorría el laberinto de callejones de Lucca me tropecé con la Chiesa di San Giusto, pequeña y muy bonita por fuera y ahí en donde la veis, una iglesia que se hizo en el siglo XII (equis-palito-palito) sobre otra que ya existía. El interior de la iglesia lo reconstruyeron en el siglo XVII (equis-uve-palito-palito) y es de estilo barroco. El arco sobre la puerta me pareció muy bonito así como el uso de franjas blancas en la fachada para darle un toque diferente.
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Nadando con tiburones ballena en Donsol
El relato comenzó en Cruzando China camino de Manila
Una de las cosas que siendo niño, adolescente o incluso adulto, jamás se me habría ocurrido que haría es lo de nadar junto a tiburones ballena y sin embargo, ésta ha sido mi segunda vez, ya que el año pasado en Oslob también lo hice pero allí alimentan a los animales y vienen a comer al lugar por la comida fácil y lo de hoy era otra cosa. Como todas las grandes aventuras, comenzó unas horas antes de la hora Virtuditas, a las siete de la mañana, aunque yo desde las seis ya estaba en planta. Entre las cosas que me traje de Holanda estaban las gafas y tubo así que solo necesitaba aletas, las cuales las alquilé en la recepción del complejo. Equipado, caminé los quinientos metros que separan el lugar en donde me quedo del centro de inscripción para el evento. A las siete de la mañana no éramos muchos. El precio por barco es fijo, seis mil quinientos pesos filipinos a dividir entre los seis pasajeros con lo que nos sale a poco más de diez leuros por julay a los que hay que añadir unos cuatro leuros y pico por el permiso del gobierno, el cual es válido para una semana Es decir, por menos de quince leuros puedes pasar tres horas en el mar buscando tiburones ballena y nadando con ellos cuando los encuentran. La tripulación de cada barco tiene un piloto, un oteador, que se sube en alto para buscarlos y dos guías que nadan con nosotros. Primero vimos un pequeño vídeo con lo que se puede y no se puede hacer y me agruparon con dos gringos, una malaya y una pareja china. Fuimos a nuestro barco y nos pusimos en ruta, el PRIMER barco que salió del puerto, con lo que lo de madrugar ayuda y además, así te evitas las aglomeraciones de gente alrededor de los tiburones ballena, algo que sucede más tarde. Tuvimos un montón de suerte y en los primeros díez minutos nos dijeron que nos preparáramos. Nos pusimos las gafas, tubo y aletas, cogimos nuestras cámaras fastuosas y lo que hacen es ponerse por delante de la dirección en la que va el tiburón y déjanos caer al agua en marcha. Después nos acercamos hasta el mismo. No era muy grande, de unos SEIS metros, pero igualmente espectacular y estaba comiendo cerca de la superficie y no iba muy rápido. Estuvimos con el tiburón unos minutos hasta que desapareció hundiéndose. Nos subimos al barco y en un minuto nos avisaron que habían visto otro o quizás el mismo. De nuevo todos al agua, los chinos con sus salvavidas, como siempre y volvimos a nadar con un animal increíble, que en tagalo llaman Butanding. Para mí con esos dos ya había cubierto mi suerte. Nos dijeron que desde el dos de marzo los barcos que han salido han visto tiburones ballena todos los días, pero al ser mar abierto, no te lo pueden garantizar. Cinco minutos después de ver el segundo y volver a subir al barco nos topamos con un tercer tiburón, aunque en este caso nadaba algo más profundo y resultaba difícil verlo porque el agua no es cristalina, ya que está llena de plancton que es lo que comen los tiburones ballena. Cuando vimos el tercero, otros tres o cuatro botes se acercaron y no es agradable cuando tienes a veintipico personas alrededor del animal. Nuestro piloto decidió coger puerta y nos fuimos a otra zona a buscar bichos. Estuvieron más de una hora dando vueltas hasta que apareció el cuarto. Nos lanzamos todos al agua y éste era gigantesco, de unos diez metros y se movía tan rápido que nos era imposible seguirlo. Nos subimos al barco y unos diez minutos más tarde nos cruzamos con otro enorme y que de nuevo, avanzaba rapidísimo, al menos para nosotros. Al sexto nos lo topamos una media hora más tarde mientras comía en la superficie del agua. Era enorme. Conseguimos nadar con él medio minuto o así. El agua en esa zona no era muy clara y el capitán optó por ir a otro lado, ya que la visibilidad en el agua era muy escasa. Según llegamos a la nueva zona, avisan que hay otro y nos lanzamos al agua. A ese yo no lo llegué a ver porque se hundió pero alguno de los otros turistas sí que lo vieron. Un rabillo más tarde dieron un nuevo aviso y nos tiramos al agua y vi mi séptimo tiburón ballena del día y nadé con él. Era de los grandes. Después de eso, hubo un nuevo aviso pero nadie vio nada y para cuando nos quisimos dar cuenta, eran ya las Díez de la mañana y volvimos al punto de partida. Fue una experiencia galáctica, algo fabuloso y lo primero que hice al regresar fue inscribirme de nuevo para repetir al día siguiente, ya que lo puedo hacer y después volver al hotel, ducharme y dejar la habitación sin problemas.
El resto del día lo pasé sacrificándome y tomando el sol en la piscina del complejo. Hay una playa delante pero me han dicho que aunque parece playa no lo es y cuando entras está llena de rocas que te pueden desollar vivo. Por la tarde, hice algunas fotos más de las increíbles puestas de sol que hay en el lugar, cené temprano y me retiré agotado. Otra de las cosillas que hice ese día fue planear mis siguientes movimientos. Tras dudar y cavilar hasta el infinito y aún más allá, he decidido que lo mío es el sol y playa y me voy de islas, aunque eso formará parte de otro episodio.
El relato continúa en Mi segundo día nadando con tiburones ballenas y traslado a Legazpi
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Tejados y montañas con la Torre delle ore al frente
En una foto de hace una o dos semanas vimos la torre delle ore desde su base y hoy vemos lo fabuloso que aparece su reloj desde lejos. La foto la hice desde el campanario de la chiesa dei Santi Giovanni e Reparata. En todas las fotos que hemos visto desde el aire, parece que predomina el color crema chirria a la hora de pintar las casas.
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Desde Manila a Donsol pasando por Legazpi
El relato comenzó en Cruzando China camino de Manila
Resultó que la pensión en la que me quedé estaba encima de un karaoke y no veas los berridos que se oían desde mi habitación. Además, está muy alejada de la terminal 3, algo que yo sospechaba pero un australiano me convenció para que fuera a esa. En fin, sobre la medianoche se acabó el ruido y a las seis de la mañana más o menos me despertaba. Después del jiñote, el afeitado y la ducha, salí para el aeropuerto y tras una semana de desayunos filipinos, me apetecía algo decadente así que comí en un restaurante de comida rápida con un arco dorado, aunque era un desayuno adaptado al estilo filipino. También fue la segunda vez en una semana que tomé un café, aunque es más bien agua chirría. Hice virguerías épicas, camuflando parte de las cosas más pesadas en mi cuerpo para pasar la mochila con menos de siete kilos que son los que te permiten como equipaje de mano en Cebu Pacific y no sólo pasé el control de peso con un 6,9 Kg sino que también pasé el control de peso sorpresa que escondieron en otro lugar. Mi puerta de salida era la 134, en la terminal 3 del extraño aeropuerto de Manila, con cuatro terminales independientes y tan alejadas unas de otras que pueden considerarse aeropuertos separados ya que no puedes caminar entre ellas. Me senté en la atestada sala de espera y media hora antes de la hora de embarque pasa una chama, anuncia que han cambiado nuestro vuelo a otra puerta, la 132B y nos dice que la sigamos para embarcar. Este es el tipo de cosas raras que pasan en las Filipinas, igual te meten tres horas de retraso que adelantan la salida de tu avión. Entramos pero hubo que esperar por los que se despistaron en la terminal porque el embarque era a las diez. Una vez todos en nuestros asientos, con el avión lleno, nos tuvieron casi una hora en la pista esperando por la vez. Finalmente despegamos y el viaje fue corto e intenso con un montón de turbulencias en el aterrizaje. No iba en ventana así que no pude hacer vídeos o fotos. Salimos del avión y como solo llevaba el bolso de mano, salí escopeteado hacia el puesto para recoger el cupón para los triciclos. Por menos de un leuro me llevaron en uno de ellos hasta la estación de guaguas de Donsol e hice un vídeo desde el vehículo. Allí, me acerqué al mini-van que estaban llenando y pedí un puesto, ya que sol salen cuando están llenos. Intenté pillar dinero en un cajero automático, aunque tengo suficiente siempre me da la nuera por si se me acaba, pero no hubo suerte porque estaba fuera de servicio. En el micro metieron 13 personas, íbamos como sardinas en lata y los que peor lo tenían eran dos franceses que viajan con el ajuar al completo, unas mochilas casi tan grandes como seres humanos y bolsas y tuvieron que compartir sus dos puestos con esos bultos. Podría decir que me dieron pena pero mentiría como truscolano que no soy.
Salimos y atasco. El día ocho de mayo hay elecciones a todo y uno de los candidatos a la ciudad estaba haciendo un paseo en papamóvil por la misma y seguía la misma ruta que nosotros. Le intenté hacer una foto con la cámara del teléfono pero creo que no hubo suerte. Tras pasar su caravana el conductor pilló velocidad para cubrir los cincuenta kilómetros entre el origen y el destino, por una carretera que cada rato pierde un carril por hundimiento o algo parecido y hay como chicanes de Fórmula 1. En un poblacho que está a unos kilómetros de Donsol llamado Pilar se bajaron 2 y se subieron tres. Vamos a aprovechar para seguir aprendiendo tagalo. Si quieres decir número, dirás numero. Si lo que quieres es comenzar el rodaje de una escena en una película y gritar acción, dirás aksyon. Si quieres decir algo del Senado, hablarás del Senado. Y si sabes la solución de un problema, dirás solusyon. Esto es la monda, tienen tantísimas palabras que vienen del español y ni una puta palabra del truscolán, la lengua zafia y viperina para malasbestias sucias zarrapastrosas e hijos de la Granputa.
Regresando a la historia tras esta clase gratuita de tagalo, pasamos por Donsol pueblo y allí se se quedaron los pasajeros filipinos y seguimos hasta la zona en la que están los pocos lugares para los turistas y el centro de inscripción para la actividad con los tiburones ballena. Estamos hablando que como máximo dicen que salen unos treinta barcos cada día con seis turistas en cada uno con lo que en total, somos unas ciento ochenta personas las que nos estamos quedando aquí, repartidos en unos diez establecimientos. El mío es el Woodland Beach Resort, que al parecer está único con el Vitton Beach Resort porque ambos pertenecen al mismo dueño. Esta vez, he tirado la keli por la ventana y tengo habitación deluxe, con aire acondicionado y ventilador.
Me bajé en el centro de inscripción y me apunté para que me tengan en cuenta al día siguiente. Apalabré compartir el barco con uno de Singapur, un holandés y una británica. Tenemos que conseguir dos pasajeros más pero eso no suele ser un problema. Después, ya en mi Resort, hice alguna foto, bajé a la piscina y maté la tarde al sol. Las puestas de sol son espectaculares y también hice fotos, como algunos ya han visto. Cené, me tomé una San MIguel y un chupete de ron local y después me marché a mi habitación para procesar las fotos, escribir y ver algún capítulo de mis series favoritas. A propósito, la habitación deluxe no tiene tele.
El relato continúa en Nadando con tiburones ballena en Donsol