Para cuando lean esto yo seguramente seguiré en ruta y espero no estar tan agobiado como esta última semana, en la que realmente he tenido un nudo en el estómago prácticamente las veinticuatro horas del día. El lunes de la semana pasad era el cumpleaños del rey de Holanda y festivo nacional y claro, Naranja es el color del país y de sus ciudadanos y también de mi teléfono móvil que no tiene manzana mordida. He hecho lo que he podido para dejar el relato del fin de semana a Sofia escrito. Comenzó en Un largo viaje a Sofia y continuó en Otro día callejeando por Sofia con una caminata por la historia comunista. Esta noche tendremos la última parte.
Hace un par de semanas fui a uno de los estrenos para abonados al cine ilimitado de la cadena de cines a la que acudo y la película era una de ciencia ficción que parecía tener una temática interesante, aunque parece que no viene del universo de las películas con un grandioso presupuesto y ha entrado en los cines como por la puerta de atrás. Resultó ser una de las sorpresas de este año. Se trata de Ex Machina y esta es una película que en España se estrenó en febrero, con lo que es más que probable que ya no esté en cartelera.
Un julay se la quiere empetar a un potorro de silicona
Un programador de una multinacional que recuerda a cierto buscador malvado gana una especie de concurso en el que pasa una semana con el dueño de la empresa (o el principal accionista). Cuando llega a la keli del colega se entera que pasará una semana probando una hembra robot y viendo si pasa una versión tuneada de el test de Turing, que creo que venía a decir que truscoluña no es nación. Mientras se encoña con el robot, el jefe es un alcohólico que no veas y las cosas se tuercen y van de mal en peor.
Fui al cine pensando que esto sería el pallufo del milenio y resultó que es una de las mejores historias de ciencia ficción que he visto en mucho tiempo. Además, se ve teta y potorro peludo, que eso siempre da puntos adicionales. La relación entre los dos frikis es fascinante. Uno es alcohólico conocido y supuestamente un genio y el otro lo que quiere es mojar, pero al ser programador no puede contactar con seres humanos normales y le atrae la idea de una hembra programada. Su relación con el robot es fantástica y la historia demuestra que se puede muy bien hacer cine de ciencia ficción sin que tengamos que tener un presupuesto de rescándalo. El protagonista es Domhnall Gleeson, al cual recordamos todos por ser uno de los Weasley, el clan de pelirrojos que se relacionaban con Harry ChapaPotter. La hembra es Alicia Vikander, que da un poco de grima porque de verdad que reacciona como un robot pero que espero que en la vida real tenga algo más de sangre. La historia tiene sus intríngulis filosóficos y morales y juega con las fronteras de lo que está bien o mal alrededor de los seres humanos. Es bastante impredecible y el final de rescándalo.
Definitivamente prohibida para miembros del Clan de los Orcos y obligatoria para sub-intelectuales de GafaPasta. Una pequeña joya a descubrir.
No todas las películas de superhéroes funcionan conmigo. Igual es que ya lo de tíos vestidos con lycras y que se emperran una y otra vez en salvar el mundo y siempre lo consiguen ha acabado por cansarme, pero ahora, a menos que haya una historia convincente y bien escrita por detrás de los efectos especiales y el TresDé, como que me la sudan. Eso se vio por ejemplo en Los Vengadores – The Avengers y por eso tenía mis dudas, aunque finalmente fui a ver Avengers: Age of Ultron, película que en España se estrena este fin de semana con el título de Vengadores: La era de Ultrón.
Un puñado de julays salen de verbena y acaban enculonados
Al parecer uno de los vengadores quiere hacer un robot que defienda la paz y todo eso y lo hace como de tapadillo pero resulta que el robot vio la película Juegos de Guerra y concluyó que la manera de ganar las guerras y evitarlas es eliminando a los humanos, así que se pone a ello y el club de las locazas tendrá que exterminarlo y salvar al universo conocido de tremendo truscolán.
Básicamente, esto es un montón de TresDé que no hace falta, una dosis masiva y espeluznante de efectos especiales que no sirven para nada y un puñado de actores pisándose las líneas, vestidos como para una gala de Drag-Queen y que ni ellos mismos se creen sus diálogos. Toda la película es un gigantesco artificio de volatilidad y la verdad, una semana después de haberla visto ya no me acuerdo de nada de la misma y hasta creo que al final, el malo ni murió, con lo que seguro que regresa para seguir torturándonos. Robert Downey Jr. está viejo y patético y deberían jubilarlo y quitarlo de en medio porque es que no vale. Además, el hombre como que se cree que está haciendo cine de autor y pretende deslumbrarnos con un producto que es para consumir y jiñar dos horas más tarde. Mark Ruffalo es malísimo y habría preferido que cortasen todas y cada una de sus apariciones y al Jeremy Renner le ponen mujer e hijos cuando de siempre se ha sabido que a ese se la empeta por el orto el Capitán América. Resulta más fácil creer que son superhéroes que lo de la familia que le creció de una escena a otra. Samuel L. Jackson sigue cobrando cheques por hacer el payaso sin gracia y ya van siendo demasiadas películas. Yo firmaría la petición para que lo manden en la primera nave que salga para Jupiter y que lo jubilen ya mismo, o mejor aún, desde antesdeayer. El resto son comparsas con cheque que dicen sus chorradas en una historia sin demasiado sentido, que da bandazos continuamente, que por exceso de protagonistas carece de una trama realmente interesante y que dado que siempre usan colores brillantes y sonidos estruendosos, encandila a los Orcos que aúllan en el cine como si aquello fuera lo mejor de sus tristes vidas. Más de lo mismo, pero con menos calidad.
En fin, que si eres un miembro del Clan de los Orcos, ni sabes leer ni te interesa lo que piensan los demás e irás a verla hasta con tu hembra y saldrás del cine flipando con tu única neurona. Ni de coña es algo que puedan soportar o digerir los sub-intelectuales de GafaPasta. Para olvidar.
Una cosa que se puede afirmar con certeza absoluta es que mi segundo día en Sofia no comenzó a la hora Virtuditas. Me levanté temprano y seguí la rutina habitual, primero con el jiñote y después la ducha. La habitación venía con desayuno incluido así que después de comer me lancé a la calle. Mi primera parada era para ir al Natsionalen istoricheski muzey, el cual está al sur de la ciudad, bastante alejado del centro. Por ello, primero fui andando hasta la zona cercana a la estación de metro de Serdica y allí esperé el tranvía número 7, en el cual viajé hasta la última parada. Desde allí caminé el último kilómetro y medio, por una zona residencial en la que pese a que las aceras o no existían o estaban muy estropeadas, se veía seguro, aunque imagino que todo es relativo, ya que algunos edificios tienen cámaras por todos lados y alambres como los de las prisiones más desquiciadas. Llegué al museo más o menos cuando acababan de abrir.
Compré mi entrada y me lancé a explorarlo. Este es el museo más grande de Bulgaria y aunque se fundó en 1973, fue en 1984, cuando celebraban los 1300 años de país cuando comenzó a funcionar bien. El edificio era en la época comunista una residencia gubernamental y en el mismo hay movidas arqueológicas, de arte, historia, etnográficas y todo lo relativo al país. Por dentro parece muy comunista y para mi lo mejor fue el edificio y los jardines flipantes por detrás del mismo. Al acabar la visita, volví a andar hasta el tranvía número 7 y fui con el mismo hasta la parada situada enfrente al Natsionalen Dvorets na Kulturata o eso que nosotros los más iletrados llamamos el Palacio Nacional de la Cultura:
Siguiendo una larga tradición, tenemos un vídeo espeluznante en ese lugar en el que se puede ver el mamotreto de edificio y los preparativos con niños vestidos de folclóricos que iban a hacer algo. Si no puedes ver el vídeo, prueba aquí. Al edificio la gente lo llama NDK ya que para el nombre original, se te seca la boca de lo largo que es. Hay hasta una parada de metro en ese sitio. Se construyó en la época comunista para conmemorar con grandiosidad los 1300 años de Bulgaria. Es el pabellón de conferencias y exhibiciones más grande del sureste de Europa y lo diseñó la hija del dictador comunista. El parque a su alrededor tiene un monumento enorme que hicieron a prisa y corriendo y no dejaron secarse bien el hormigón y se ha caído a cachos.
Desde allí fui regresando hacia el centro por el Bulevard Vitosha, la principal calle de tiendas de la ciudad y que están transformando en zona peatonal, aunque aún no han acabado el trabajo. En esa calle tenemos las conocidas multinacionales de ropa que hay en todos lados. Al final de la calle está la Sveta Nedelya, una iglesia de la iglesia ortodoxa. La primera versión estaba allí en el siglo X (equis) y desde entonces no se han cansado de reconstruirla. El nombre viene a significar Iglesia del domingo Santo, algo raro porque es un día. Es definitivamente la favorita para bodas y por allí en los días en los que estuve se casó un montón de gente. También parece que los ortodoxos tienen una visión del bautizo distinta a los católicos. La gente se acerca a la iglesia con el niño, el cura lo pilla allí mismo y le hace un chás-chás mientras los turistas miran el lugar, otros rezan y demás y listo. Mucho más dinámico que las ceremonias esas que matan de aburrimiento y a las que yo no voy desde nunca. Fui a ver la Natsionalna hudozhestvena galeriya o Galería de arte Nacional de Bulgaria, la cual está en parte de lo que era el Palacio Real. Están transladándola a otro edificio pero merecía la pena entrar por ver un poco el palacio, ya que la exposición que había era horrenda, de arte de la época comunista.
Al lado está la Sveti Nikolay Chudotvorets o la Iglesia Rusa, otro templo ortodoxo y hay que reconocer que precioso. Por dentro no es muy grande por no decir que es minúsculo.
La Iglesia de San Nicolás el milagroso (?????? «??. ??????? ??????????», tsarkva «Sv. Nikolay Chudotvorets») o como es comúnmente conocida Iglesia Rusa (en búlgaro: ????? ??????, Ruska tsarkva) es un templo ortodoxo ruso situado en el bulevard Tsar Osvoboditel, en la ciudad búlgara de Sofía. El nombre es porque al lado estaba la embajada rusa y esta era su iglesia. Se construyó a principios del siglo XX (equis-equis). Las cúpulas están revestidas de oro como el que cagó el moro.
Por la zona también está el Naroden teatar «Ivan Vazov» o Teatro Nacional de Ivan Vazov, con un edificio precioso y que es el teatro más antiguo de Bulgaria. Da a unos jardines preciosos y muy llenos de vidilla. El tiempo pasaba y sobre las cuatro me acerqué al Palacio de Justicia ya que desde allí comenzaba una caminata de tres horas y media y que estaba dedicada a ver hitos de la época comunista y conocer algo de la historia. Resultó un puntazo y durante ese tiempo aprendí un montón y visitamos varios lugares, incluyendo algunos en los que yo ya había estado, pero que al darte una explicación captas mejor el concepto.
Entre otros, paramos delante del edificio del Parlamento, en donde está el Pametnik na Tsar Osvoboditel o el Monumento al Zar Libertador, el cual liberó Bulgaria del imperio Otomano. El monumento lo diseñó un escultor italiano. Comentar que en esa calle se hacían las grandes manifestaciones en la época comunista y un día de los trabajadores maldito en 1986, cuando el populacho estaba allí, no había ningún líder comunista. Años después supieron que ellos sabían que la nube radioactiva estaba sobre Bulgaria y decidieron quedarse a cubierto pero no le dijeron NADA al pueblo ese que tanto querían. En fin, que los comunistas, como todos los políticos, son unos cabrones. Estuvimos en un parque en el que había un mausoleo que construyeron los comunistas en seis días y destruyeron los búlgaros en seis días y volví al Pametnik na Savetskata armia, la enorme mole en homenaje de la liberación rusa en la Segunda Guerra Mundial:
En el vídeo anterior se puede ver el monumento y el parque que lo rodea (está aquí) y desde allí fuimos al NDK que ya he comentado anteriormente y tras otro montón de información acabó el paseo. Después fui a cenar al mismo restaurante que el día anterior y sobre las diez de la noche volvía a mi habitación.
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