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  • Día 5 – Fulidhoo – Kuda Fushifaru 1

    21 de marzo de 2025

    La tercera y última inmersión del quinto día fue en Kuda Fushifaru y algunos hasta celebrarán que de esta solo tenemos dos vídeos, aunque sensiblemente más largos que los de la inmersión previa. En mi bitácora de buceo puse lo siguiente sobre esta inmersión: Una especie de isla sumergida con muchos corales y peces pequeños. Vimos una morena, dos gobis dardo de fuego, fusileros, peces payaso de las Maldivas. La música que acompaña este vídeo es la canción I Think We’re Alone Now de Tiffany.

    Comenzamos con un montón de reflejos del sol, que daba a pelo en el agua porque esa inmersión era en la hora que el sol está más alto. Vemos corales, algas y el tráfico habitual de pececillos y las praderas con arena blanca, que por si alguno no lo sabe, es mierda de pescados después de procesar los corales que se papean. En el primer minuto nos topamos con una morena negra, rescondidita y que asomaba el jocico. Era bien grande. A su alrededor, un pececillo limpiándola. Después seguimos la ruta, con los sospechosos habituales y todos esos peces de colores tan lindos. Sigo la exploración sistemática pero no estuvo de Cristo Rey y no será hasta la segunda parte que veamos más cosillas interesantes.

  • La reconcha de la vieja sueca

    20 de marzo de 2025

    Siempre comento los avistamientos en los Países Bajos, pero cuando estoy en las Canarias también los hay, continuamente, en la Playa de las Canteras, que la gente parece que lo de enseñar las joyas es algo que hay que hacer siempre en la playa. Hace un par de días estaba tumbado en las Cantera, medio en coma por un resfriado brutal, dormitando y despertando mientras tomaba el sol y mientras pasaba el tiempo, la gente a mi alrededor cambiaba y en un punto determinado, me veo rodeado de viejos suecos por los cuatro puntos cardinales, que parece que todos eligieron exactamente el mismo lugar que yo en la playa. Como había estado durmiendo bocarriba, decidí dar la vuelta para equilibrar el color y coloqué el kabezón de forma que miraba de frente, justo en dirección a una pareja sueca, o nórdicos, pero vamos, que sonaba a los gruñidos y escupitajos suecos, que yo distingo relativamente bien a los daneses y filandeses cuando hablan de los suecos. Aquellos dos, que al parecer se querían bañar en el océano Atlántico, al parecer tenían una rutina diferenciada y especial y se cambian el bañador de tomar el sol por el bañador de ir al mar, o algo así. Yo ya ni intento entender estos comportamientos desbaratados e irracionales porque es algo para lo que no tengo capacidad cerebral suficiente, como los que van a la playa con ropa interior y se cambian al llegar a la playa y siempre me pregunto por qué no se pusieron el bañador en su keli y se ahorran esas operaciones esperpénticas intentando hacerlo con una toballa minúscula y siempre mostrando algo. Supe que el sueco se quería ir al agua cuando se quitó el bañador sin pudor alguno y yo me quedé contemplando unos güevos que ya eran más bien zurrones y que le debían colgar hasta cerca de las rodillas. Sentí un dolor intenso en los globos oculares y supe que con una certeza absoluta tendrá daños en los ojos por culpa de aquella visión terrorífica de aquellos cuajos que jamás deberían ser expuestos de esa manera pública e impúbica. El chamo se puso el bañador, que era básicamente igual que el otro y cuando ya estaba listo, la hembra se sienta y claro, la gravedad ni olvida ni perdona y las ubres descendieron hasta el ombligo, con el que jugueteaban y después se sacó con la misma carencia de pudor que su macho la parte inferior del bikini, que era lo único que estaba usando y frente a mí, con una cantidad ingente de luz, apareció su reconcha y también una especie de chiva o eso que los sub-intelectuales prefieren llamar perilla. Lo peculiar de la chiva es que la pava no debía ser muy folclórica y tenía poco pelo o quizás se quedó naturalmente calva del potorro con la edad y aquello eran tres pelos gigantescos y solitarios que acompañaban el chocho, potorro, chumino o como lo prefieras llamar. Las chivas aquellas o tenían vida propia, o el viento las movía como tentáculos que exploraban el ambiente, mientras la mujer, parsimoniosamente, buscaba el bikini que tenía que ponerse para poder ir al mar. Cuando finalmente lo encontró, se lo colocó y ocultó, en aquel trozo de tela, aquellos tres tentáculos de medusa vieja y nórdica.

    Se fueron al agua, se dieron un chapuzón, volvieron y se repitió la operación en modo inverso, se quitaron los bañadores mojados y se pusieron los que tenían previamente y puedo jurar y juro y requetequeteque-juro que los tres pelos de chocho se estaban sacudiendo el agua como si fueran tres chuchos. Fue estremecedor y ya procuré no mirar ni a la izquierda, ni a la derecha ni en sentido contrario porque en esos puntos cardinales también había suecos y era consciente que esto es como los bostezos, cuando uno empieza, le siguen todos los demás y yo tuve una dosis excesiva con los pioneros.

  • Día 5 – Fulidhoo – Kaulhu Thila 5

    19 de marzo de 2025

    Llegamos el punto y final de esta inmersión en Kaulhu Thila que fue tan linda. La música que acompaña este vídeo es la canción Te Dejo Madrid de Shakira, que en realidad dejó a un truscolán por putero y zarrapastroso y se marchó a Miami a vivir la vida gringa.

    Empezamos mirando pececillos entre las algas, a la búsqueda de algunos otros peces pequeños, camarones o lo que fuera, que en ese lugar estábamos literalmente en racha. Esto es lo que llaman macro, inmersiones en las que se buscan cosas minúsculas o así y hay panolis que bajan con sus cámaras enormes a hacer fotos y vídeos y se emocionan hasta las lágrimas cuando ven un gusano roñoso. Yo es que soy más de tiburones. A estas alturas, los vídeos ya son muy cerca de la superficie, que comenzamos en el fondo del pináculo y fuimos haciendo espirales y subiendo. Pasado el segundo minuto vemos una especie de ostra gigantesca que daría para comer a una familia entera. En el último minuto hay también algunas plantas muy bonitas y cienes de miles de millones y billones de peces nadando por el lugar.

  • El viaje que se chafó al final

    18 de marzo de 2025

    La rutina de ir desde mi keli en los Países Bajos hasta Gran Canaria la tengo muy engrasada porque lo hago con relativa frecuencia y aún así, cada vez hay algo distinto. Este viaje comenzó con un catarro que decidió salir del armario en el día que volaba, con lo que salí de mi keli dopadísimo y me llevé paracetamol por un tubo para tomar antes de subir al avión. Volaba con Transavia desde el aeropuerto de Ámsterdam, compañía que he evitado últimamente pero al parecer, comprando los billetes con tiempo y volando en viernes por la tarde y volviendo en domingo por la mañana, hay ofertas económicas. Añadí el trolley para volver petado de comida y ellos pusieron la bolsa para meter debajo del asiento, con lo que calculo que puedo regresar con una cantidad ingente de comida. Como mi vuelo salía a las dos de la tarde y había reservado en la página del aeropuerto mi pase por seguridad a las doce y cuarto, no tenía prisa porque sabía que me colaría. También descubrí que transavia, al comprar la maleta de cabina, me dieron requetequeteque-prioridad, con lo que en principio entraría en el avión después de minusválidos, ancestrales, empreñás y hembras con niños de menos de dos años, o sea, tres cuartas partes del avión, con la diferencia que los que están en esos grupos y no tienen el trolley, solo pueden llevar la mochila pequeña. Trabajé hasta las once de la mañana y a esa hora salí de mi keli. El plan original era andar a la estación, pero con el resfriado, opté por pillar la guagua que casualmente pasaba en ese momento y por eso, llegué un pelín antes al aeropuerto. Subí a salidas, enseñé mi código QuúErre y me dejaron colarme con los VIP y lo del control de inseguridad fue cosa de minuto y medio. Después busqué la puerta de salida de mi avión y por el camino, rellené mi tanque de agua. Había visto que Transavia por fin están tirando a la basura los aviones gringos y están poniendo Airbus y me tocaba viajar en uno nuevito. El día anterior, además, al hacer el embarque, me asignaron ventana, solo que sobre el ala, con lo que hay vídeos, pero que nadie se emocione porque no son muy allá. A mi lado iban unos viejos que al parecer están sordos y no oyeron cuando invitaron a los ancestrales a subir y llegaron mucho más tarde.

    Con unos minutos de retraso, el chófer quitó el freno de mano y tiramos pa’lante y nos dijo que despegaríamos por la pista que está antes de la Polderbaan, o sea, en dirección norte hacia Ámsterdam. El despegue fue sin incidencias y una vez en el aire, monté mi chiringuito para pasar allí las cuatro horas y quince minutos. Pasamos por encima de la keli del Ancestral y después seguimos hacia Portugal y de ahí tiramos pa’bajo. Llegamos más o menos en hora, pero como el asiento de ventana gratis que me dieron era en el lado derecho y sobre el ala, el vídeo del aterrizaje tiene toda la pinta de ser una cagada. Como yo iba para atrás y la gente parece que se atrofia, el desembarque tomó un montón de tiempo y hasta uno de los azafatos le pidió a la miasma rubia que espabilara un poquito que se tenían que volver a ir en hora. Ya afuera, los de aduana españoles, por primera vez en mi vida, me pidieron mirar mi bolsa y casualmente, no encontraron ná de ná.

    Después subí a la planta alta del aeropuerto y fui a la terminal de guaguas y mientras avanzaba, había algo muy malo. La autopista y el aeropuerto estaban colapsados, literalmente y las colas para la guagua del aeropuerto eran de doscientos metros de largo. Mirando en las Internetes descubrí que se quemó un minibus de chonis en la autopista exactamente en el lugar que podía colapsar la y súmale un concierto de carnaval y un partido de fútbol y teníamos las condiciones perfectas para el desastre. Estuve esperando unos noventa minutos para pillar guagua y en ese tiempo, el tráfico en la autopista empezó a mejorar, pero aún así, los habituales veinte minutos se convirtieron en cuarenta minutos hasta San Telmo y después el chófer nos dejó por el Club Náutico porque la guagua no podía llegar a su última parada por los conciertos de Carnavales, que en la ciudad de las Palmas, el carnaval empezó el ocho de febrero y acabó el pasado domingo. Una vez fuera de la guagua, subí los trescientos metros hasta la keli de mi madre y vine entrando allí a las nueve y cuarto, que teniendo en cuenta que salí de mi keli en Utrecht a las diez de la mañana hora canaria, fueron en total once horas, que es una burrada. Esperemos que el viaje de vuelta no tenga tantos problemas.

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