En Preah Khan había un montón de estatuas y aunque han retirado muchas para protegerlas de los saqueadores, todavía te tropiezas con alguna que nos recuerda la magnificencia de este lugar. Cuando estuve era a primera hora de la mañana y no había prácticamente nadie más con lo que pude disfrutar de la tranquilidad de un templo abandonado. Este templo se construyó en el lugar de la victoria en una batalla contra los Champa, que trataban de invadir ese reino y el nombre del templo, que significa Espada sagrada, deriva de la ciudad sagrada de la victoria.
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Yendo de nuevo a Estambul
Siguiendo a rajatabla el plan maestro establecido en el mes de agosto, esta semana me tocaba escapar de los Países Bajos y el destino era Estambul o Costantinopla para los amiguetes. Esta debe ser mi sexta o séptima visita a la ciudad, algo que sucede porque uno de mis mejores amigos es el Turco y siempre me está pidiendo que vaya a verlo para ir al cine juntos, entre otras cosas. El viernes salí de mi casa para el trabajo con la mochila tuneada de viaje de bajo costo, la cual iba llena de productos basados en el chocolate y un par de regalos para la hija de mi amigo. Trabajé media jornada y a las doce de la mañana salía escopeteado para la estación central de Hilversum en donde me montaba en el tren que me llevaba al aeropuerto. Sobre la una de la tarde ya estaba en Schiphol. Como uno ya sabe de qué pata cojean los amigos, opté por comer algo por allí y asegurarme algo de energía ya que no será ni la primera ni la última vez que llego a casa del Turco y me saca corriendo para ir a algún sitio sin tiempo para la pitanza. Elegí el pequeño kiosco que hay del HEMA en el vestíbulo de la estación de tren del aeropuerto. Algo que distingue a este aeropuerto de todos y cada uno de los españoles y de casi todos los europedos es el enorme centro comercial que hay en la zona pública del aeropuerto con tiendas que se pueden encontrar por todo el país y con los precios similares a los de cualquier ciudad, lo cual lo convierte en una excepción ya que lo normal es que cuando vas a un aeropuerto y quieres comer algo previamente te has de untar el ojete con vaselina para que no te duela demasiado cuando te jodan vivo. Me pedí un broodje rookworst, algo típico holandés y que todo el mundo reconoce que el mejor es el de la tienda HEMA. Se trata de una salchicha muy especiada y que originalmente era ahumada aunque hoy en día ya no lo hacen. Te la sirven con pan y mostaza (o sin mostaza). Es un plato típico holandés que por supuesto todos hemos probado en más de una ocasión.
En las tiendas de HEMA normalmente vale dos leuros o dos leuros y medio y en el aeropuerto vale dos leuros y setenta y cinco céntimos, un precio muy por debajo de lo habitual en el aeropuerto de Gran Canaria, en el que por menos de cuatro leuros no te dejan ni mirar los escaparates de los locales de restauración y los menús del Burger King valen lo que una cena en un restaurante con cuarenta estrellones con michelín.
Después me fui a la zona del centro comercial en la que está la tienda normal de HEMA ya que quería comprar pepernoten, unas galletas típicas holandesas que solo se pueden comprar en esta época del año y que adora la hija del Turco.
Después pasé por el Leonidas para avituallarme de chocolate belga y tras estas compras fui a pasar el control de inseguridad. Estambul está fuera de la Unión Europeda y eso quiere decir que hay que ir por una zona de salidas especial. Los truscolanes, esos seres profundamente estupidizados que no se dan cuenta de la bosta de mierda en la que se están metiendo, descubrirán pronto lo que significa viajar a Europa desde afuera. Se acabaron las terminales fastuosas, se acabaron los controles de seguridad rápidos, se acabó la amabilidad. Igual que para Estambul, tendrán que ir por terminales que parecen más bien cárceles, sin demasiadas comodidades y prácticamente sin un lugar para sentarte, ya que igual que a los europedos nos tratan mal fuera de nuestra inmensa frontera, nosotros devolvemos las atenciones con la misma moneda. En esta parte del aeropuerto no hay jaulas para fumadores y como han de estar allí desde horas antes de salir sus vuelos, se vuelven locos y los ves golpeándose contra las paredes y tratando de matar una adicción con un dolor. Una hora antes de la salida del vuelo comenzó el embarque, algo habitual en los vuelos que van fuera de la Unión Europeda ya que tienes que someterte al escáner de cuerpo completo que requiere previamente unos tocamientos para que te salga morcillona en la foto e impresiones al julandrón que te revisa.
Por supuesto en esta terminal hay que quitarse hasta los zapatos y no te dejan llevar botellas de agua u otro líquido al avión a menos que te lo hayan envasado en las bolsas especiales en la tienda del aeropuerto, e incluso en ese caso solo permiten 450 ml de líquido, con lo que olvídate de las botellas de medio litro. Podéis ver el paquetillo que llevaba mi botellita de 33 cl de agua en la foto anterior. Lo dicho, que en Truscoluña aprenderán pronto lo bien que entra la letra con sangre. Al verme mi pasaporte Europedo me sonrieron y me dejaron pasar pero a Turcos y truscolanes les hacen el tradicional masaje de próstata en el que el julay de seguridad te mete esos dedos sucios y gordos como tollos por cierto orificio de salida para comprobar si estás intentando robarnos algo a los europedos.
Tuvimos que esperar en la sala hasta que nos dejaron entrar al avión. Mientras tanto, aproveché para hacer una foto del avión que nos llevaría a Turquía y que como todos los aviones de Transavia, es un Boeing 737. Yo iba en la quinta fila así que pillé mi asiento y me dediqué a ningunear al resto del pasaje como suele ser habitual. Salimos en hora pero el piloto nos dijo que estábamos jodidísimos porque ese día los despegues eran desde la puta pista del Polderbaan y tardaríamos casi veinte minutos en llegar al lugar en el que dejábamos la tierra atrás. Jamás me cansaré de repetir lo mucho que odio la pista del Polderbaan, la cual está a siete kilómetros del aeropuerto. El piloto resultó ser hablador y según despegó nos explicó cada uno de los lugares que se podían ver por izquierda y derecha, por supuesto solo en neerlandés. Cuando alcanzamos la altura de vuelo entramos en el universo de las turbulencias y el avión se movía como la compresa de una coja, pa’lante, pa’trás, izquierda y derecha. Siendo positivos, los mercaderes no pudieron pasar vendiendo porque no había manera de pararte en el pasillo sin caer sobre alguien. Llegamos al aeropuerto de Sabiha Gökçen con quince minutos de retraso. Desde abril se puede comprar la visa para entrar en Turquía on-de-line, así que no tuve que hacer la molesta cola y fui directo a los chamos que te ponen el sellito en el pasaporte. Después salí y en la puerta me esperaba mi amigo el Turco con su Primera Hija. Tras el abrazo de rigor fuimos al coche en el que estaba su mujer y fuimos a su casa. Como me temía, el Turco tenía planes para ir al cine y fue dejar a la esposa e hija y salir pitando para el cine sin tiempo para comer. Fuimos a ver la película Gravity, para mi amigo era la primera vez y para mí solamente era la sexta vez que la veía en un cine. Como esto se ha alargado, sigo el relato otro día y nos quedamos con una última foto en la que se puede ver la anteriormente conocida como isla de Marken, un poquito de Volendam y Monnickendam. Para la correcta ubicación de los tres lugares, en flickr he añadido notas que descubriréis si hacéis clic en la foto.
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La valla de entrada a Preah Khan
El templo de Preah Khan es espectacular y eso se ve desde le misma entrada, en la que sobre la carretera que va sobre el foso tenemos una valla similar a la de Angkor Thom, muy elaborada. Este templo también se construyó en el siglo XII (equis-palito-palito) y en su día trabajaban y vivían aquí cien mil funcionarios y sirvientes, que su pongo es el eufemismo para denominar a los esclavos. En los próximos días veremos algunas fotos más de este templo, ya que al igual que sucede con el templo de Ta Prohm, en lugar de restaurarlo lo que han hecho es conservar las ruinas y tiene todo el exotismo de una película de Indiana Jones. El nombre del templo se puede traducir como Espada sagrada.
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Observando la puesta de sol en Phnom Bakheng
Esta tarde veíamos la Puesta de sol desde Phnom Bakheng y aprovecho la coyuntura para mostrar un poco lo que sucede detrás de la cámara. Yo visité esa zona en temporada baja y en la cima de la colina debíamos ser unos ciento cincuenta, lo cual a mí ya me parecía excesivo pero parece ser que en temporada alta la cifra supera tranquilamente el millar. Todos llegamos temprano para pillar un buen sitio, subimos andando o en elefante los que quieren un poco de exotismo y buscamos nuestro rincón, el cual protegemos con la vida ya que si te mueves quince centímetros alguien te lo quita. Por suerte yo planté el trípode y lo hice en un lugar que me aseguraba una visión sin cabezas de julays o el humo de sus cigarrillos o sucesos adicionales. En la foto podemos ver la platarforma en la cima de la colina y los julays que esperaban la puesta de sol conmigo. Aparte de los turistas también hay muchos guías turísticos, sobre todo de la gente que contrata las visitas a través de los hoteles de lujo que hay en la zona y que te asignan a una persona que no solo te acompaña todo el día, te trae agua si la pides, te carga la mochila y si es necesario te lleva a la piola aunque seas un americano obeso de doscientos veinte kilos. Al hilo de este último comentario, durante mi visita a Camboya, la persona que mejor inglés hablaba de todos los que tuve la suerte de conocer era un pobre desgraciado que malvivía en el museo de la Guerra con otros mutilados por la explosión de minas. El colega no tenía una mano y por eso el gobierno le había negado el permiso para convertirse en guía turístico, ya que al parecer no es importante tu nivel de inglés o los conocimientos que tengas, es muy importante que tengas las dos manos para poder abrir la puerta al turista mientras sostienes el paraguas o cargas sus bolsas. En el momento en el que escuchas el relato se te sube el nivel de rabia a máximos anuales pero no puedes hacer nada para evitarlo, ya que es el gobierno el que impide a esa gente el acceso a ese tipo de trabajo.