Si hay una ciudad holandesa que yo evito como la peste es Rotterdam. No me gusta nada, está llena de mamotretos diseñados por divas arquitectas que ignoran a los seres humanos y creen que nos gusta vivir colgados en cajas de hormigón. Por eso las fotos que tengo de esa ciudad son viejísimas y la de hoy es un buen ejemplo, ya que la hice en junio del año 2002, o sea, hace más de once años. La vimos en la bitácora en noviembre del año 2007 en la anotación Holland-Amerika Lijn y hoy le damos la bienvenida al Club de las 500.
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Los juegos del hambre: En llamas – The Hunger Games: Catching Fire
La semana pasada cargaba en mi dispositivo mágico y maravilloso la trilogía de libros que compone Los juegos del hambre para refrescar mi memoria y prepararme para la segunda parte, algo que esperaba con ansia ya que tenía muy buen recuerdo de la película Los juegos del hambre – The Hunger Games, la cual llegó a las pantallas hace cosa de año y medio. De los tres libros, para mí el mejor es con mucha diferencia el segundo, ya que ahonda en las relaciones entre los personajes y no solo explica cosas del primero, nos traslada a un nivel completamente distinto. Coincidió que mi amigo el Turco estaba en Holanda y pudimos ir a ver juntos la primera sesión del día de su estreno de la segunda parte. El trailer me tenía un poco preocupado ya que parecía omitir completamente la segunda parte del libro y centrarse única y exclusivamente en la primera. Se trata de The Hunger Games: Catching Fire, película que se estrena en España este fin de semana con el título de Los juegos del hambre: En llamas.
La julay de la primera parte sigue repartiendo candela de la buena
Katniss y Peeta han ganado los juegos del hambre. Son héroes nacionales y ahora han de afrontar la gira de los triunfadores por los doce distritos. Todo el país se enamoró de ellos y de su falsa relación de amor. Ahora deberán mantener las apariencias y contentar al presidente, el cual se las tiene jurada. En la gira descubren que muchos de los distritos están revolucionados y las cosas no pintan bien. Cuando se anuncian los setenta y cinco juegos del hambre, llega el bombazo del año … .
Esta es seguramente la mejor adaptación de una novela al cine que he visto en mi vida y hasta en vidas futuras. El director, Francis Lawrence es el puto amo y ha conseguido lo imposible, agradar a los lectores con una obra que toma lo mejor del libro y es respetuosa con el mismo sin convertirse en una película pesada. Supera a la primera película en densidad e intensidad y el director pasa de usar la puta cámara en mano y nos regala unas secuencias de acción fabulosas y maravillosas, regadas además por las actuaciones excelentes de todo el elenco y sobre todo de la fantástica Jennifer Lawrence. Me gustaron particularmente Sam Claflin como Finnick y Jena Malone como Johanna y sobre todo esta última, que parece rebosar una mala leche de esas que sirven para cambiar el mundo. Pese a durar casi dos horas y media la película no se hace pesada, se agradece que no nos torturaran con el tres-dé y nos deja con los nervios arrebatados en espera de la conclusión de la saga, aunque en el cine parece que en lugar de tres, serán cuatro las películas. Esta lo tiene todo, acción, drama, coñas sociales y políticas, una historia de amor, otra historia de amor, traición, crimen y castigo y hasta un poquito de puterío en el que casualmente la cámara apuntaba hacia el lado equivocado y no se ve nada.
Definitivamente, no creo que haya miembro del Clan de los Orcos que se pueda perder una película así. Esto es obligatorio para todos, incluyendo a los sub-intelectuales con GafaPasta. Buen cine, mejor entretenimiento, totalmente recomendada.
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El juego de Ender – Ender’s Game
Desde siempre, yo he devorado libros de ciencia ficción a un ritmo frenético y si hay un autor que me encanta en ese mundillo, es Orson Scott Card. Este hombre ha sabido crear universos paralelos y fascinantes en los que se desarrollan sus historias, casi siempre alrededor del tema de la guerra y de lo que sucede a los seres humanos e inhumanos en ellas. El más famoso de sus libros es todo un clásico que ganó los premios Nébula y Hugo cuando se estrenó y que prefiero suponer y supongo que todos nos lo hemos leído al menos cinco veces. Durante años y años e incluso décadas se ha hablado de la película de un clásico de la literatura de ciencia ficción y cuando por fin arrancó el proyecto me corrí de puro gusto. Tras una espera eterna llegaron los trailers y no sé, ya me empezó a dar mal rollo pero aún así crucé los dedos y me esperé todo lo mejor. La película parece no tener fecha de estreno en Holanda y tuve que verla en Estambul con mi amigo el Turco ya que en Turquía y España se estrenó hace un par de semanas. Se trata de Ender’s Game o El juego de Ender en español.
Un niño julay con una mala hostia épica se entrena para darle candela de la mala a unos okupas de mierda que pretenden invadirnos la keli
Ender es el tercer hijo de una pareja que ya ha tenido dos genios. Crece aterrorizado por su hermano, un psicópata peligroso y con el cariño de su hermana, una beba muy inteligente y sensible. Cuando lo llevan a la academia militar para entrenarlo y convertirlo en uno de los defensores de la tierra, el chiquillo tendrá que superar muchos obstáculos y ser siempre el mejor. Su formación estará plagada de retos y la esperanza de la humanidad parece que descansa sobre sus hombros.
Me cago en la puta que parió al guionista de este desaguisado. El cabrón se podía haber leído el libro al menos una vez para saber de qué trataba. Esta es sin lugar a dudas la peor adaptación que se podía haber hecho, comenzando por la modificación de la edad de Ender y siguiendo por un protagonista que se merece el exilio de la tierra para siempre jamás. Si hay algo cierto es que el Asa Butterfield ni sabe ni puede actuar. es plano y aburrido, no muestra emoción alguna y terminas por odiarlo sinceramente. Lo acompaña Harrison Ford en un patético papel que da lástima, con multitud de momentos en los que parece un presentador de telediario leyendo las noticias de una pantalla al frente. Lee o recita, no interpreta. El resto no va mucho mejor y todo el elenco es como para botar a la basura y olvidarnos de que alguna vez quisieron hacer una película. Con la historia acuchillada sin remedio, con malos actores y con un director que se regodea en el continente e ignora el contenido, la película se convierte en un tedioso ejercicio de ninguneísmo que cansa y aburre y a la que le sobra una hora de las casi dos que dura. Cuando terminó salimos despavoridos del cine y lloramos por una historia que no se merecía esta bazofia.
No se la deseo ni a mis enemigos. Posiblemente sea demasiado compleja para los miembros del Clan de los Orcos ya que no explican nada. En cualquier caso, mejor que se mantengan lejos de los cines. Para el resto, el mismo consejo.
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Conjunción máxima
Este martes se producía en la misma ciudad en la que se firmó el Tratado de Utrecht y que casualmente es la ciudad de Utrecht un evento histórico de consecuencias inconmensurables. Todo surgió por una casualidad de la vida, tanto como que el Turco trabaja en el país en el que nació (no nos olvidemos que al igual que el autor de la mejor bitácora sin premios en castellano, el adoptó la nacionalidad neerlandesa) para una empresa holandesa y por eso, de cuando en cuando regresa a este pequeño gran país. Como sabe que yo lo adoro tanto como él a mí, pilló un billete para regresar al día siguiente y así podíamos cenar juntos y bobiar un rato. Según se fijaron las fechas, hace ya cosa de un mes y medio, contacté con el Rubio y le dije que reservara la fecha en su agenda para este encuentro histórico que ya ha sucedido en otras ocasiones. Como el Rubio ha demostrado sobradamente que tiene unos güevos como sandías, de tapadillo y de zorrudo me aseguré que la Primera Esposa lo tuviera en cuenta y así cuando esta semana llegó la hora, todos teníamos nuestras agendas bloqueadas.
El martes al salir del trabajo me encontré con el Turco y fuimos a mi casa para que se cambiara de ropa y tomarnos unas IJsbok, la reina de las Bokbier, las cervezas de otoño. Después pedaleamos al centro y allí nos encontrábamos con el Rubio para cenar juntos en el Oudaen. Nos hincamos un calderazo de mejillones enormes, casi tres kilos en total, acompañados con papas fritas y regado con la fabulosa y excelente Ouwe Daen, producida en el sótano de ese mismo castillo. Al acabar la cena nos mudamos al Café Olivier, el templo de las cervezas, una antigua iglesia que los presuntos tocadores de niños tuvieron que vender para pagar sus perversiones y que ahora es un templo de verdad, dedicado a las cervezas. Cada uno eligió según sus gustos y allí seguimos hasta bien entrada la noche.
Acabamos estropeadísimos y no sé ni como regresamos a casa. La vez anterior que conseguí juntar al Rubio y al Turco en la misma mesa fue en el año 2003, con lo que como no mejore y me vuelva más eficiente, el próximo evento será dentro de una década. Ellos no lo saben pero yo ya estoy trabajando para un encuentro cósmico con ambos el año que viene, un fin de semana en elq ue lo más probable es que acabemos en chirona. La foto que acompaña esta imagen nos la hizo una pava en el Café Olivier y ha sido convenientemente distorsionada.