Además de Amsterdam, Brujas y Gante son dos lugares maravillosos y que asombran al turista que visita esas ciudades. Nunca me cansaré de visitarlas. En la plaza principal de Gante está el Edificio de la ?pera que vimos por primera vez hace dos años y al que hoy le damos la bienvenida al Club de las 500.
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I don’t do weddings
La traducción pachanguera del título de hoy es que no voy a bodas aunque soy consciente que no es muy literal. Esta frase es mi respuesta a mis amigos holandeses, alemanes, americanos, británicos, turcos, australianos y todos aquellos con los que me comunico en inglés cuando llega el fatídico día en el que me invitan a su boda. Tampoco suelo ir a cumpleaños o como diría en inglés: I don’t do birthdays. Este año ya he declinado dos invitaciones de boda y tres de fiestas de cumpleaños. No es nada personal y aquellos que me invitan saben que la probabilidad de mi ausencia en sus fiestas es diez veces mayor que la de mi presencia. También conocen mis razones para no acudir a esos eventos y las respetan.
Si fuera psicólogo o parapsicólogo argentino seguro que tendría unas explicaciones increíbles sobre el tema en las que se mezclarían traumas con los biberones en mi más tierna infancia, el tamaño de las tetas de mi profesora de preescolar y aquellas uñas negras que tenía el conductor del micro que me llevaba al colegio y que siempre me hizo sospechar que aquel hombre era un Orco camuflado entre los nuestros, esperando el momento para llevarse la guagua y despeñarla por un monte. Igual hasta lograba convencerme y aceptaba el tratamiento a base de leche entera y el visionado completo de la infausta y tediosa trilogía del Señor de los Mongolos.
Si ese profesional del diván me pregunta a mí, le diría que la razón para no acudir a estos eventos está en mi aproximación al tema de la amistad. Tal y como yo lo veo, aquellos que tienen amigos se dividen en dos grupos: Uno muy numeroso en el que tus amistades están en el entorno de una banda, es decir, tu ecosistema social se limita a un grupo en el que satisfaces todas tus necesidades gregarias y con el que continúas toda tu vida y los otros somos los que elegimos nuestros amigos en lugares distintos, pertenecientes a diferentes grupos, sin contacto entre ellos. Nuestras necesidades también quedan satisfechas pero no se puede decir que pertenezcamos al clan. Saltamos de persona en persona. Supongo que a todo el mundo le pasará lo mismo que a mí. Yo la primera vez que conozco a alguien, ya sé con una certeza casi plena si esa persona tiene alguna posibilidad de llegar a entrar en mi círculo de confianza. La amistad tardará en ser reconocida pero en esa primera conversación, en ese primer contacto, se tiran los dados y si no me gusta el resultado en lo que a mí respecta ya no habrá continuidad alguna.
Y no me ha ido nada mal. Tengo un elenco de amigos increíble, una gente maravillosa que se reparte por el planeta. Lo más parecido a una banda está en Gran Canaria, en donde vive el núcleo de amigos con los que crecí. El tiempo y mi mal carácter nos ha llevado por mares revueltos pero siempre volvemos a tropezar y en los últimos tiempos hasta congeniamos, algo en lo que tiene mucho que ver el suavizamiento de mi legendario mal carácter y mi infinito carisma que los hace desechar los posibles reparos.
En los Países Bajos he hecho un montón de amigos, tanto neerlandeses como extranjeros que viven aquí. A veces hay gente que cuenta lo difícil que es llegar a tratar con los holandeses y yo disiento porque en estos años, voy sobradísimo de buenos amigos. Mi mejor amigo es holandés. Es como un hermano y aún así no fui a su boda porque I don’t do weddings. Conozco a sus padres, la familia de su esposa, prácticamente a todos sus amigos pero decliné la invitación en su momento, algo que todavía me reprocha. Lo mismo sucedió con el Turco, el cual a día de hoy todavía sigue rebotado conmigo por no haber ido a Estambul para su boda. La lista de damnificados por mi ausencia de sus bodas es bien larga. Y seguirá creciendo con el tiempo.
No pongo ningún impedimento a la hora de ver a mis amigos y pasar un rato juntos, ir al cine, a cenar, a pasear por el monte o tumbarnos en la playa. Forma parte de la amistad, del vínculo que hay entre ambos. La semana pasada tuve cinco de esas reuniones y esta semana no pinta mucho mejor. Ando siempre recibiendo invitaciones para ir a cenar o al cine o a hacer fotos al campo de ranas que viven en árboles, de círculos de setas o de tulipanes. Hoy puedo estar sentado en una terraza con algún amigo cenando y mañana en el cine con otro y dos días más tarde tirado en el suelo sobre una bolsa de basura enorme mientras hago fotos con un tercero. Cuido con mimo esos momentos de calidad que paso con los amigos porque para mí eso es la amistad. Ir a una boda y pasarme un montón de horas rodeado de gente que no me interesa lo más mínimo y con las que siento que estoy perdiendo el tiempo no forma parte de mi idea de la amistad, no hay ningún valor añadido a mi presencia en el lugar y por más que sea sociable, me aburro de repetir las mismas conversaciones casuales y estereotipadas en esos eventos. Ya no tengo paciencia. Prefiero atacar el problema de raíz y evitar los malentendidos: I don’t do weddings
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Las otras reinas en el Club de las 500
El Club de las 500 está formado por todas aquellas fotos que cruzan la cifra mágica de las quinientas visitas en mi colección de flickr. Es también una forma de volver a ver fotos que pasaron por la bitácora en los últimos años y que han quedado archivadas entre miles de anotaciones. Hoy recordamos a Las otras reinas que vimos por primera vez hace más de tres años y que celebraban de esa guisa el día de la Reina. A veces miras una foto y vuelve el recuerdo que has asociado con ella. Esta foto me recuerda que celebré ese día de la Reina con mi amigo El turco y acabamos pasadísimos.
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Dime tú
A veces pasa que empiezas a escribir algo que crees tener muy elaborado en tu cabeza y se queda atascado a la hora de salir o cuando lo hace, no tiene la textura y la consistencia que había imaginado. Más o menos eso es lo que me ha sucedido hoy. Todo comenzó bien pero se torció a medio camino. Lo he dejado guardado para ver si se puede apañar y reutilizar otro día.
Estos gatillazos pasan de cuando en cuando. Hace falta algo de esfuerzo para actualizar diariamente y contar algo que tenga un mínimo de calidad y si sales a cenar con amigos y conocidos casi todos los días, llega un momento en el que te pilla el toro. La culpa de lo de hoy la tiene mi jardín. Me he pasado dos horas y media quitando malas hierbas, cortando el césped, podando árboles y arbustos y asegurándome que todas y cada una de las plantas tiene lo que necesita. Lo tendría que haber hecho hace una semana pero los únicos días que estuve en mi casa la semana pasada fueron el jueves y el domingo y en el primero llovió y en el segundo estaba tan cansado que me pasé el día tirado dormitando y sin ganas de nada.
Todos y cada uno de nuestros días sucede algo extraordinario, algo especial que merece recordarse y sobre lo que se puede escribir. Esa es la base sobre la que construyo distorsiones. Elaboro una historia a partir de ese momento especial o me limito a relatarlo. Hoy podría haber sido algo sobre El chino ya que hablé con él y me dio muy buen material. Podría haber sido sobre la amistad, o sobre los dos cumpleaños a los que no he ido o las dos bodas a las que me han invitado y a las que no iré.
Así que hoy os cedo el testigo y podéis dejar una buena historia en los comentarios, compartir ese momento que marcó la diferencia durante el día, esa imagen que se grabó en vuestras retinas o ese pensamiento absurdo que no le contarías a nadie.