?? no entran mosquitos, ni moscas, ni otros bichos voladores. El hombre que escribió la frase tuvo que vivir en Holanda. Algunos se quejan todo el año del frío, del agua, de las noches eternas y lo cierto es que a la primera señal de buen tiempo, todos se olvidan de lo anterior y empiezan a quejarse del buen tiempo. No llevamos más de cuatro días de sol y calor y ya los hay que dicen que se va a secar todo, que los infinitos campos de hierba se volverán amarillos y las hortensias no producirán flores para el próximo verano y todo por esos cuatro días de sol.
Para mí, lo único molesto de este tiempo son los mosquitos. Los hay por billones, millardos, millones y cientos de miles. Aparecen en nubes y como alguna se cruce en tu camino andas bien jodido. Por eso ahora voy en bicicleta con la boca cerrada porque me da igual que me entren tres o cuatro en los ojos, pero en la boca no, por ahí sí que no paso. Esta tarde al venir del trabajo me temía lo peor. Veintiún grados, un sol que raja las piedras y que alumbra desde las seis de la mañana hasta casi las nueve y media de la noche es como una gigantesca incubadora en la que la alta proporción de agua empantanada y distribuida por doquier sirve de perfecto caldo de cultivo para esas pequeñas bestias que cuando te pillan no tienen piedad alguna.
Entré en el parque que está cerca de mi casa con los ojos y la boca cerrados y cuando la primera oleada me golpeó, empecé a sacudirlos de mi camisa histéricamente. Después vino otra andanada, estos gordos y perezosos pero igualmente hambrientos y a ellos les siguieron un tercer, cuarto y quinto batallón. Para cuando salí del parque y llegué a mi barrio, mi camisa aparecía llena de lunares negros y rojos.
Este drama se repite cada mañana y cada tarde. A veces los ves venir hacia tu casa y has de salir a escape del jardín y en otras ocasiones se te meten por la nariz y te obligan a abrir la boca. Para combatir a los desgraciados que atraviesan las fronteras de mi reino y entran al interior del gran templo en el que se me adora, para esos tengo una raqueta a pilas con la que los electrocuto sin piedad. El año pasado fueron cientos y cientos y este año parece que superaré el récord y quizás tengamos que hablar de cifras en el rango de los miles.
Este año aún no tengo ninguna aliada. El anterior, una araña ubicó su cuartel general en un lugar estratégico de mi casa y cada día pillaba comida fresca. Era limpia y eficiente y tuve que advertir a la mucama para que le respetara su tela y la dejara trabajar en paz. Desapareció una noche de otoño y me la encontré unos días más tarde. Debía estar de cacería y murió achicharrada en uno de los tubos del agua caliente de la calefacción. Espero que esté en el reino de las arañas.
Tras leer esto alguien puede pensar que nos escondemos y nos parapetamos a esperar que vuelva el frío y la lluvia y os aseguro que estaréis muy equivocados. Nosotros seguimos haciendo barbacoas, disfrutando del sol, paseando por los parques, pedaleando junto a los manzanos en flor y aunque no dejamos de golpearnos para matar los mosquitos que nos fusilan, no dejamos de disfrutar de estos días de tiempo veraniego que nadie puede saber si durarán mucho. En el futuro cercano quedan Julio y Agosto y como sean como los del año pasado, vamos a tener lluvia hasta hartarnos.