Distorsiones

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  • Breve, incompleta y sesgada historia de la Blogosfera – Segunda parte

    26 de marzo de 2008

    En Breve, incompleta y sesgada historia de la Blogosfera – Primera parte está el comienzo de este repaso.

    Todo tiene un comienzo

    Hay una serie de fases que marcaron la creación de Distorsiones. Yo he escrito desde siempre, es algo tan básico y natural como puede ser para otras personas escuchar música, leer libros, ver partidos de fútbol o practicar cualquier deporte. En ocasiones dejaba que los amigos y conocidos leyeran esos escritos y en otras esas libretas acabaron desapareciendo. Cuando ya estaba convencido que emigraría y me marcharía de España comencé a preparar la forma en la que me comunicaría con los amigos y elegí el formato de lista de distribución, más que nada porque permitía agregar y borrar gente fácilmente y los mensajes quedaban almacenados en un lugar central. Mi lista se llamó Distorsiones porque siempre he sido consciente que todos alteramos la realidad. Una vez salí de España y comencé a trabajar en una multinacional en Holanda los mensajes nacieron solos. En ellos hablaba sobre lo que veía, la gente que conocía, lo que hacíamos, siempre con un tono desenfadado y curioso, sorprendiéndome con las extrañas costumbres que encontré en el país que me adoptó. La lista de distribución alcanzaba a familia y amigos y tenía una frecuencia irregular.

    En el año 2001 encontré las primeras bitácoras, sitios que al contrario que las antiguas páginas web, tenían una actualización regular y no eran colecciones de archivos. Enseguida me enganché a este nuevo formato y comencé a experimentar y buscar los límites. En el año 2002, con mi primera cámara de fotos digital, llegó el dominio Distorsiones, el cual inicialmente apuntaba a una cuenta gratuita creada en iespana en la que colgaba los álbumes. Simultáneamente, comenzaba a poner cosillas en blogger y tras enormes quebraderos de cabeza logré que tanto la bitácora como las fotos acabaran bajo el paraguas de Distorsiones. De esa época aún queda algo en Blogger en dos lugares distintos. No parece que haya pasado tanto tiempo, solo seis años, pero en realidad es toda una vida en la Red.

    Mientras sucedía esto, yo devoraba lugares, que surgían amparados por el anonimato, duraban unas semanas o meses y desaparecían tal cual habían llegado. Eran tiempos de un caos absoluto, de efervescencia y diversión sin límites. Todos los que estábamos en ello sabíamos que se cocía algo grande y queríamos formar parte de ello.

    La Edad de Oro

    Si no estuviste en la blogosfera entre los años 2003 y 2004 no has vivido nada y da igual lo que yo u otros te podamos contar, aquellos sí que fueron unos años maravillosos. Cada día surgía alguna lista de los más de lo más y la gente se mataba por estar en ellas. La más absurda, estúpida y falseada de todas era la que se basaba en el número de enlaces que apuntaban hacia un lugar y que mantenían los de bitácoraspuntocom. Recuerdo como algunos dejaban comentarios en mi bitácora tratando que te convirtieras en su más mejor amigo y los enlazaras y otros ni siquiera se recataban a la hora de pedírtelo. Tenías que ser alguien en este mundillo y para ello valía todo. Supongo que no todos tenemos una vida. Yo me divertía con mi página y lo veía como un entretenimiento mientras para otros aquello parecía ser una religión. Los intercambios de enlaces estaban a la orden del día, la comprobación de las estadísticas de las bitácoras se convertía en una OCD (desorden obsesivo-compulsivo) y los bandos nacían, engordaban y morían con gran facilidad. La distancia del amor más ciego al odio más rastrero podía estar en una anotación o en un simple comentario. Los portales de bitácoras se ponían medallas día tras día y se proclamaban campeones de alguna guerra que nadie sabía muy bien por qué existía. Teníamos bitacoras.com y bitacoras.net, estaba blogia, zonalibre, blogger y muchos otros lugares. En casi todos tenías algún tipo de límite en el tamaño, número de anotaciones y demás y la gente cambiaba su reino de lugar de la noche a la mañana. Bastaba una caída de servidor para que desertaran unas decenas, despotricando por esa imperdonable ausencia de la red que seguramente les había causado daños cerebrales de terrible magnitud. Entre los bichos que circulaban predominaban los lamers, lameculos profesionales que besaban el trasero de los autores favoritos. Y si hay alguien que reinó en ese periodo sin ninguna duda, ese fue Borjamari, el azote de las bitácoras, el juez supremo, capaz de destruir o coronar a una persona con un puñado de estrellas y un par de párrafos contundentes. No eras nadie si él no hablaba de ti y cuando lo hacía, tu vida se podía volver un infierno porque a esas alturas, nada existía fuera el mundo bitacoril. Estábamos inmersos en una anomalía de espacio-tiempo que muchos llegaban a creerse y algunos no conseguían superar. Yo nunca conseguí que el gran Borjamari hablara de mi página, me iré a la tumba con todo ese resentimiento acumulado a lo largo de meses y meses de mirar su página ciento treinta y una veces cada día para ver si el milagro se había obrado. Te ponía estrellas, o te estrellaba según se mire. Además tenía una especie de barómetro con lugares que según él subían o bajaban. Las trifulcas por sus opiniones eran de película, la gente desplegaba sus más rastreros instintos y decían de todo. Los comentarios en esas batallas eran mucho mejores que las anotaciones que los provocaban. Su página fue hackeada en varias ocasiones y tuvo que quitar los comentarios porque eran como un patio de verduleras en el que las amenazas de muerte se sucedían una tras otra.

    De todas esas bitácoras, mi favorita siempre fue Priscila con su Calumnia que algo queda. Fue y será el mejor entretenimiento que he leído en mi vida. Era lo más. Otros lugares que me encantaban eran SANCHIGUARRO: Los Colonos del Páramo, Hasta las pelotas y el diario de una mujer gorda. Todos estos lugares son historia y ya hace mucho que dejaron de actualizarse o incluso de existir. También de esta época son las primeras COPITÁCORAS, lugares creados por algún ser gris y desgraciado carente de imaginación y que se limitaba a copiar a otros sin respetar su obra. Varios de ellos evolucionaron hacia las bitácoras temáticas que algunos visitan con tanta frecuencia hoy en día. Algo que resultaba fascinante de esta época de Oro eran las amenazas de abandono por parte de algunos autores. Cuando alguien quería llamar la atención amenazaba con dejar de escribir la bitácora. Inmediatamente surgía una corriente de comentarios para que el autor reconsiderara su postura y tras un tiempo prudencial y que dependía fundamentalmente del número de comentarios, anunciaba que se debía a su público y volvía al tajo hasta volver a amenazar con dejarlo unas semanas o meses más tarde. Era maravilloso.

    Tras la tormenta llega la calma

    La blogosfera creció y creció y muchos se hundieron. bitacoraspuntonet desapareció, hubo una diáspora de bitacoraspuntocom y zonalibre también se fue al garete. Ninguna pudo con el crecimiento imparable del número de sitios, supongo que porque no había un buen plan de negocios que las sustentara y los primos adinerados como google nunca llegaron. Algunas de las compañías dominantes en España abrieron sus chiringuitos, que después del ruido inicial han acabado sin pena ni gloria. En el año 2005 de mi particular historia cancelé por primera vez mi suscripción al contenido sindicado de una bitácora. Se trató de microsiervos y tuvo que ver con la sensación de repetición que tenía al leer lo que publicaban. Se les acabó la chispa y aunque son uno de los lugares de más éxito en español, nunca más volví a engancharme. Pronto siguieron otros. La primera vez es siempre la más difícil. Uno se crea un vínculo con esos sitios y aunque sabes que ya no te gusta, la inercia te impide dejarlos. Incluso el sagrado Borjamari acabó por convertirse en una sombra de si mismo y es una pena, porque gracias a su dedo acusador descubrí un montón de sitios interesantes y ahora añoro ese faro que nos iluminaba lugares nuevos e interesantes.

    Con la explosión del número de bitácoras los medios de comunicación se fijaron en ellas y algunos imitaron el formato dentro de su territorio. De esta nueva época, lo más patético es el concurso de 20minutos. Cada edición ha sido más lamentable que la anterior y por ganar, algunos están dispuestos a cualquier cosa. En estos años también llegaron los spaces del gran ogro del mundo del software, unas bitácoras para descerebrados y asimilados de las que no se puede decir mucho.

    Cada bitácora tiene su ciclo y ahora es normal descubrir un sitio, leerlo durante su corta (o larga) vida y verlo desaparecer sin pena ni gloria. No pasa nada cuando se extinguen. El mundo sigue girando, al final del mes te ingresan la nómina, los políticos siguen robando y esta es quizás la grandeza del mundo, que las bitácoras no son la panacea universal que algunos quieren hacernos creer.

    ¿Qué leo hoy en día? Si miras en las barras laterales lo descubrirás. No hay ni COPITÁCORAS ni REPLITÁCORAS, siendo estas últimas esas que repiten hasta el infinito las noticias tecnológicas, de música o juegos y que se copian unas a otras enlazándose para respetar las licencias Creative Commons que sirven de tan poco. Hace seis años me fascinaban los sitios originales, aquellos en los que sus autores abrían las puertas de un mundo particular y hoy en día sigo disfrutando con el mismo tipo de lugares.

    Mi bitácora, Distorsiones, continúa su inseguro camino, explorando territorios de sobra conocidos, buscando la complicidad de un puñado de fieles seguidores y recibiendo cada día unos miles de nuevos visitantes que pasan, miran y se van para no volver jamás. Y espero que continúe así por mucho tiempo.

  • Campos de flores en el club de las 500

    26 de marzo de 2008
    Campo de tulipanes

    Campo de tulipanes, originally uploaded by sulaco_rm.

    Esta foto tomada en los alrededores del Keukenhof ha tardado un par de años en ganarse la entrada al Club de las 500. La vimos por primera vez en Campos de flores y por si no lo recordáis, las flores rojas son tulipanes y las amarillas son narcisos.

  • Breve, incompleta y sesgada historia de la Blogosfera – Primera parte

    25 de marzo de 2008

    El otro día mientras tomaba el sol en Gran Canaria, relajado y disfrutando a tope de mis días de vacaciones, tuve un momento para el recuerdo y por mi cabeza cruzaron sitios y lugares que han formado parte de mi vida y milagros en la Blogosfera y que en muchos casos ya han desaparecido. La vida de una bitácora es mayormente corta, llena de frustraciones para su autor y casi siempre acaba en un sonoro divorcio entre el creador y su obra, la cual termina siendo engullida por los ladrones de dominios o como un triste testimonio de un pasado que ni sabemos si fue mejor en alguno de los lugares de esos servidores de hospedaje gratuito. Como individuo que lleva en este océano un montón de años, me ha tocado ver de casi todo y ahora que las aguas parecen empozadas es un buen momento para refrescar esos recuerdos y recordarlos. Comencemos.

    Vacío

    Al principio solo había Internet. Una red inmensa y gloriosamente optimizada para permitirnos extraer de ella de forma limpia y gratuita nuestro contenido porno, musical, cinematográfico y de software de una forma gratuita. Incluso el buen Dios sabía que esto era bueno. En la Red pescábamos nuestra música, nuestro software, nuestros cracks, nuestros virus y según fue aumentando la velocidad, también nuestras películas. Estamos hablando de la red al entrar en el siglo XXI, esa que todos conocéis y que algunos piensan que siempre ha existido. Dentro de cinco años no serán algunos, la mayoría ni siquiera habrá oído hablar de las BBS, de los módems con velocidades espeluznantes medidas en baudios por segundo, de conecciones inseguras, passwords simples y de una ausencia completa de virus en las máquinas funcionando bajo Microsoft DOS o en aquel antipático y cascadísimo Windows 3.11.

    Mejor no revolver el pasado. Con la llegada del ADSL y de Internet tal cual la conocemos, nos encontramos un erial inmenso, un terreno en el que se podían descargar cosas, ver páginas de gente que nos machacaba con sus aficiones y neuras y en donde los grupos de noticias y los foros eran lo más parecido a lugares de interacción con el prójimo, además de clientes simples de mensajería. Eran los años de cuentas de correo con dos megas que nos forzaban a borrar continuamente viejos mensajes para que no se nos llenaran los buzones. Estábamos en el mundo uno punto cero o quizás cero punto algo, sin complejas redes sociales que no interesan para nada y de las que no dejan de llegarnos invitaciones hoy en día.

    Aquella parte del universo que podemos llamar tradicional o pre-folclórica veía la red como algo más bien inútil y de donde no podía surgir nada que mereciera la pena. Los usuarios éramos unos pocos, la gente todavía tenía ordenadores de sobremesa, esos servidores comprados en tienduchas en las que sin coste añadido te añadían todo el software ilegal que podías desear y el concepto de software libre debía andar en pañales.

    Imagina

    En algún lugar se gestaban las bitácoras y una noche, de la perturbada mente de uno de esos pioneros, llegó la primera. Era una página simple y que seguro que tenía un aspecto radicalmente distinto a ese que vemos en la actualidad. El número de visitantes se debía contar con los dedos de una mano y su autor es más que probable que ni tenía herramientas para hacerlo. Se comenzaron a replicar, mayormente en la zona de Internet en la que se usa el inglés y alguien se lo curró y tuvo la idea de hacer un software para ayudar a la gente a crear estos sitios. Los bautizaron como Blogs y aunque en español la mayor parte de la gente adoptó esta palabra, también se comenzó a emplear Bitácora para referirnos a estos pequeños rincones distintos a lo que existía anteriormente. Llegaron Blogger y Blogspot, un dúo inseparable, Typepad y otras comunidades y esto seguía siendo poco menos que un secreto. La prensa lo comentaba de cuando en cuando como una curiosidad de frikis y ni siquiera eran capaces de ver las implicaciones de esa novedad.

    Imagina. La gran aportación de las bitácoras fue la imaginación. La fantasía. La magia. La curiosidad. Ahora teníamos unos sitios en los que gente desconocida, elementos que jamás habrías mirado, contaban cosas sobre su vida o relataban sus historias y un puñado de personas las leía y opinaba. Después de siglos de pensamiento casi único llegaron mundos extraños, lugares de individuos que desvariaban como tú o como yo, chicas que abrían su corazón y se nos erizaba el pelo al enterarnos que ellas también tienen pensamientos obscenos, que ellas miran más allá del escaparate de las tiendas y que buscan comunicarse de otras formas. La frontera entre lo real y lo irreal era muy difusa y los lectores debían creer. En esos primeros tiempos si se te ocurría comentar a alguien que tenías una bitácora lo primero era explicar exactamente lo que querías decir y lo segundo era la mirada de lástima infinita que recibías.

    ?ramos pioneros. Ante nosotros se desplegaban universos enteros que esperaban con ansia para nacer.

    Desde entonces han fluido muchos electrones. Son ya unos añitos y en ocasiones me da la sensación de vivir en una isla en este océano y me pica la curiosidad por no haber sufrido ese síndrome que lleva al abandono de tu preciosidad, ese rinconcito que mimas con tanto cariño. Allá por el año 2003, en la prehistoria de nuestra Blogosfera, había un puñado de sitios relevantes y un manojo de empresarios intrépidos dispuestos a reinventar la rueda y nadar en el oro que cagó el moro. Las bitácoras eran sencillas, con un formato básico de dos columnas, sin grandes adornos y con muchas chorraditas en los laterales. No había publicidad y la gente hablaba de corazón. Eran los tiempos en los que nos sentíamos conquistadores, ignorados y ninguneados por los medios de comunicación, marginados por los estudiosos de la nada, esos profesores universitarios que consiguen vivir una vida del cuento y que cuando hablan hacen pausas para escucharse a sí mismos y asentir con sus cabezas apolilladas satisfechos con lo que están oyendo. De aquella época recuerdo que éramos pocos y en muchas ocasiones ni sabíamos que existían los otros, tecleábamos con miedo sin saber muy bien de lo que debíamos hablar o como hacerlo. El SPAM era algo que ni nos sonaba y te dabas dos golpes en el pecho y te creías el amo del mundo si tu bitácora tenía cien visitas al día.

    Así comenzó la blogosfera, primero en inglés, luego creció en otros idiomas, pero siempre con la misma curiosidad e imaginación que empujó a los primeros.

    Esta historia continúa en Breve, incompleta y sesgada historia de la Blogosfera – Segunda parte

  • Álbum de fotos de Kinderdijk

    25 de marzo de 2008
    Kinderdijk

    Uno de los rincones holandeses que siempre se ven en libros y reportajes es Kinderdijk, un precioso lugar cerca de Rotterdam en donde el agua, el viento y el hombre se aliaron para desafiar las leyes de la naturaleza. No es fácil llegar a ese sitio y por eso la mayor parte de los que visitan los Países Bajos no pasa por allí. En este álbum he agrupado las fotos de Kinderdijk, todas relativas a los molinos de viento. Si quieres visitar el lugar puedes encontrar la información en Kinderdijk y tienes más información turística en Visitar Holanda.

    La magia de KinderdijkMolino reflejado en el aguaMolinos en líneaUn molino muy especial
    Orgullo de HolandaAl final del caminoMolinos enfrentadosAtardecer primaveral
    Un lugar mágicoPuesta de sol entre molinos de vientoSalvando Holanda del aguaAmanecer helado en Kinderdijk
    Patinando junto a los molinos de KinderdijkPatinando junto a los molinos de vientoLuces y sombras entre molinos de KinderdijkMolino contra molino
    Panning con patinadoresFantasmas junto al molino de viento¡Ay que me escoño!Una postal de Kinderdijk
    En formación de combatePatinando con el niñoUna inmensa pista de patinajeEs un país de viento
    En bici junto al canal congeladoSeñor de los airesKinderdijk

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