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  • Tarta de quesos Ricotta y Mascarpone

    22 de febrero de 2008

    Aquellos que tienen el dudoso privilegio de conocerme desde tiempos inmemoriales, y estoy hablando de aquella gloriosa época en la que Madonna publicó el True Blue, recordarán con añoranza como antes de emigrar a Holanda solía cocinar unas tartas de queso Philadelphia increíbles. Eran sin lugar a duda deliciosas y todos pensábamos que serían imbatibles por siempre jamás. Hace poco descubrí los quesos Ricotta y Mascarpone y se me abrieron los cielos ya que nada más probarlos intuí el potencial que tenían para conseguir la tarta de queso perfecta. Tras unos días de investigación conseguí dos recetas que tenían aquellas cosas que yo buscaba y tomando de una y de otra se obró el milagro.

    La receta de hoy es obscenamente sabrosa y aunque pueda parecer complicada, no lo es. La preparación se divide en tres partes separadas. Por un lado tenemos los pistachos con los que recubriremos la tarta, por otro la base de galleta y finalmente, el cuerpo de la tarta. El utensilio imprescindible para esta receta es un molde desmontable. Yo he usado uno de veinte centímetros de diámetro y calculo que hasta los veintidós se pueden usar las mismas proporciones. No quiero enrollarme más, así que pasemos a la receta:

    Recubrir la tarta:
    Ingredientes. Cien gramos de pistachos (sin pelar), 2 cucharadas de miel, 3 cucharadas de azúcar y un poquito de sal.
    Implementación. Se pre-calienta el horno a 180º y mientras se pelan los pistachos (o como quiera que se diga en español, básicamente es quitarles la cáscara). Si los conseguís sin sal, tendréis que añadir un poco de sal a la receta. En caso de que ya estén salados, os podéis ahorrar la sal en este paso. Se pone en un bol la miel y se mete diez segundos en el microondas para calentarla y que se vuelva más líquida. Al sacarla se mezcla con el azúcar y se añaden los pistachos. Revuélvelo bien para que los pistachos se empapen bien de la mezcla. Se ponen en la bandeja del horno, la cual previamente habremos cubierto con papel para repostería y procurando que estén separados y se hornean durante diez minutos. Se caramelizarán con la mezcla de miel y azúcar. Dejarlos enfriar y en caso que se hayan pegado, separar. Después meterlos en una bolsa y con el rodillo de amasar o un martillo para carne darles un buen repaso para desmenuzarlos pero procurad que no se conviertan en polvo. Los puedes preparar hasta una semana antes y guardarlos en un tupperware.

    Base de la tarta:
    Ingredientes. Quince galletas María, dos cucharadas de azúcar y cuatro cucharadas de mantequilla derretida.
    Implementación. Precalentar el horno a 180º. Machacar las galletas en un almirez y mezclaras en un bol con el azúcar y la mantequilla derretida. Embadurnar el molde de tarta con mantequilla y poner la mezcla en el fondo. Aplanar con un vaso plano presionando ligeramente para que quede bien prieta. Poner al horno diez minutos y después dejar enfriar completamente. También se puede preparar el día antes para ganar algo de tiempo.

    Preparación de la tarta
    Ingredientes. Medio kilo de queso Ricotta, medio kilo de queso Mascarpone, 1 taza de azúcar, 4 huevos, 1 cucharada de piel de naranja bien troceada, 1 cucharada de zumo de naranja, 2 cucharaditas de aroma de vainilla y sal. Al servir necesitaremos cuatro cucharadas de miel.
    Implementación. En un bol grande se mezclan los quesos con el azúcar. Lo mejor es ayudarse de la minipimer con el accesorio para postres a una velocidad baja. Después añadir los huevos, uno a uno y continuar mezclando. Hacer lo mismo con la piel de naranja, el zumo de naranja y las cucharadas de aroma de vainilla y una pizca de sal. En este momento tenéis una mezcla que tiene una pinta increíble y procedéis a echarla en el molde de tarta. Lo recubrís por fuera con papel de aluminio y lo ponéis en un recipiente mayor al baño María, con agua hirviendo. Se mete en el horno y se cocina durante cuarenta y cinco minutos. Después se abre la puerta y se deja enfriando durante media hora más en la que la tarta se sigue cocinando. Se saca del baño María y se deja que se enfríe completamente. Cuando esté frío se mete el molde en la nevera durante la noche o al menos seis horas.

    Al día siguiente, abrir el molde y vuestra tarta saldrá en toda su gloria. La ponéis en la bandeja en la que vais a servirla y se ponen por encima los pistachos troceados procurando cubrir toda la tarta. Haced un poco de presión con la mano para que se fijen bien a la tarta. Si quieres puedes añadir la miel sobre la tarta ahora o en cada porción en el momento de servir (yo prefiero esto último porque así la gente puede elegir si quiere o no miel). Para la miel lo mejor es calentarla ligeramente en el microondas para que se vuelva más líquida. Con diez segundos basta.

    Esta tarta aguanta perfectamente el congelado y también la puedes trocear y congelar cada porción. Para ello pones papel de hornear en el congelador y sobre este los trozos de tarta y se dejan unas horas hasta que se congelen y después los guardas en bolsas de congelado.

    Si quieres ver otras recetas que he cocinado puedes ir al índice de Mi pequeño libro de recetas de cocina y allí tienes la lista completa

  • Bajo el acueducto

    22 de febrero de 2008
    Bajo el acueducto

    Bajo el acueducto, originally uploaded by sulaco_rm.

    Estás bajo los arcos del Acueducto de Segovia, miras hacia arriba e imaginas lo que pensaban las gentes que pasaban bajo el mismo hace dos mil años. El tiempo es una de esas cosas que resulta muy fácil de mentar pero difícil de comprender. Veinte siglos de historia, casi tres cuartos de millón de días, más de diecisiete millones de horas, un millardo de minutos y ahí está, recordándonos que los romanos estuvieron allí y lo construyeron sin imaginar que llegaría hasta el siglo XXI, que el hombre pondría un pie en la luna, mandaríamos artefactos a los otros planetas del sistema solar, recorreríamos el mundo en cuestión de horas en artilugios que vuelan a once kilómetros de altura y haríamos todo esto de la misma forma errática con la que dirigimos nuestras vidas.

  • El Chinexamen

    21 de febrero de 2008

    Hace unos días leíamos sobre el AcChidente de mi amigo el Chino y descubríamos con estupor que el hombre ha decidido sacarse el carné de conducir y así poder aterrorizar a los buenos y honestos Europeos en sus carreteras. Tras meses y meses de teoría y práctica, ayer llegó el Gran Día, el examen práctico. Se despertó como siempre a las dos de la mañana para comprobar la Chimbolsa y de nuevo alrededor de las cinco. Finalmente a las ocho de la mañana, aún cansado con tanto ajetreo nocturno y helado de frío porque se niega a encender la calefacción para no derrochar energía, se metió en la ducha.

    En la autoescuela se encontró con su profesor, el cual lo acompañó a hacer el examen. Se acercaron con todos los papeles y el examinador se presentó y entró en el vehículo. El Chino estaba a un paso de sudar tinta china y agitaba el cabezón amarillo como cualquier muñeca de Famosa cuando van camino del portal y con su molesto meneo ponía a prueba la suspensión del coche. Salieron del aparcamiento y enfilaron por una calle de la ciudad. Su profesor cruzaba los dedos y verificó varias veces que su cinturón de seguridad funcionaba perfectamente. El examinador llevaba un café en la mano que procedió a poner en el portavasos del coche. Todo parecía ir de perlas aunque el hombre no dejaba de marcar cosas en su cuadernillo y el Chino trataba de ver lo que escribía al mismo tiempo que mantenía la vista al frente y se repetía su mantra particular: embrague meter, marcha cambiar, embrague soltar, acelerador pisar.

    El examinador le dice:

    – Cuando pueda a la derecha ? y el Chino, que después de cincuenta y cinco clases prácticas ya ha captado las implicaciones semánticas de la frase e intuye su significado más profundo aunque no lo entiende, llegó a la esquina, puso el indicador y ejecutó una maniobra impecable de giro a la derecha.

    – Chino derecha parecer y seguir, cambio recibido ? confirmó por si quedaba alguna duda mientras su profesor cruzaba con fuerza los dedos para que no lo penalizaran por las boberías que dice.

    Siguieron entre un tráfico bastante ligero y pronto recibió una nueva orden:

    – En la rotonda, coja la tercera salida, a la izquierda ? y sonó igualito que el julay de los GPS TomTom.

    – Chino tercera rotonda tomar y seguir, izquierda ser y parecer, recibido cocina, diez-ocho, una de izquierdas marchando ? lo que distrajo un poco al hombre que se quedó pensativo con el vaso de café en los labios mientras su cerebro desentrañaba la línea argumental de la información recibida.

    Estaban llegando a la rotonda y todo iba bien. El Chino redujo, frenó un poco y agitó el cabezón mientras comprobaba que el tráfico le era favorable, algo que resultó fácil porque la rotonda estaba vacía.

    Nadie sabe muy bien lo que pasó y aún tiemblo al pensar en lo dantesca que tuvo que ser la escena pero al entrar en la rotonda, lo hizo en dirección contraria, a la inglesa y se dirigió directamente a la salida de la izquierda como si nada pasara. Ni siquiera fue consciente de los gritos de pánico del examinador que chillaba para que parara ni vio a su profesor persignarse y encomendarse al buen Dios de los cristianos. El Chino continuó tranquilamente hasta que observó que un camión enorme entraba en la rotonda y se dirigía hacia él de frente. Una chispa de comprensión atravesó las bastas distancias de su cabezón y supo que la había pifiado hasta el fondo. Tratando de arreglarlo trató de meter un volantazo y girar ciento ochenta grados y al hacerlo se equivocó y aceleró. El examinador gritaba sin parar y su profesor se tapaba los ojos y le decía que frenara. El Chino seguía sin reaccionar y el camión comenzó a tocar la pita mientras iniciaba maniobras para evitar el accidente.

    – Frena, frena, frena, joputaaaaaa ? le decía el hombre que lo estaba examinando.

    El Chino comprendió la orden y pisó a fondo el freno. El ABS se disparó y el coche se paró en seco. El movimiento fue tan brusco que el café salió disparado hacia el cristal delantero y lo cubrió completamente. Dentro del coche todo el mundo gritaba sin parar.

    Después de unos segundos se hizo el silencio. Estaban cruzados en medio de una rotonda, con un camión a menos de un metro del coche y si habían conseguido escapar ilesos era por puro milagro. El examinador salió del coche y se alejó corriendo y el profesor del Chino lo siguió. El colega se quedó pensativo agitando la cabeza en el coche y tratando de comprender lo que podía haber salido mal.

    Lo han suspendido con honores. Antes de volver a pasar el examen práctico tendrá que examinarse de nuevo del teórico. Así que es posible que tengamos alguna otra aventura del Chino sacándose el carné de conducir.

  • Alcázar de Segovia

    21 de febrero de 2008
    Alcázar de Segovia

    Alcázar de Segovia, originally uploaded by sulaco_rm.

    Siempre se habla de Segovia por su acueducto y nos olvidamos del Alcázar de Segovia, una joya alucinante cerca de la catedral y la Plaza Mayor. Es un castillo increíble que se remonta al siglo XII y que me recuerda a algunos castillos del centro de Europa, estilizado y totalmente distinto al resto de castillos españoles. Varios son los reyes que han residido en este castillo, que posteriormente se convirtió en prisión y ya en el siglo XVIII la sede del Real Colegio de Artillería. En la actualidad es un museo que ha de ser obligatoriamente visitado por aquellos que pasen por la ciudad. Totalmente recomendado el subir al torreón que se ve al frente y desde el que se disfrutan unas vistas increíbles de la ciudad y los alrededores de Segovia.

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