Como sucede siempre que hago el relato de un viaje, suelen ser varias anotaciones repartidas a lo largo de un cierto periodo de tiempo. Si quieres leerlo desde el comienzo, te sugiero que empieces con Vueldone con Vueling
Después de llegar a la ciudad y dejar las cosas en casa de mi amigo EME decidí salir a dar una vuelta por la ciudad y ver el centro de Madrid. Me habían advertido tanto sobre la inseguridad de la ciudad y lo fácil que es que te bailen la cámara que opté por salir sin mi Canon y en su lugar me llevé la cámara pequeña, la misma que hace unas imágenes cutrísimas. Cogí el metro hacia Sol y al salir a la superficie aquello parecía zona de guerra con todo en obras. Vi la calle del Fnac, la cual me resultaba familiar ya que había deambulado por la zona en mi visita de hace un par de años y decidí seguir y subir por otra. Voy por una calle llamada de la Montera y algo no está bien. Allí solo hay putas sudamericanas, unas tías feas y sucias que te intentan tocar y que eran justo lo que necesitaba para tener una mala impresión de la ciudad. Una de ellas me agarró la mano y estuve a punto de revirarle la cara de una hostia. Viniendo de un país en el que no hay ningún tipo de contacto físico con la gente cuando vas paseando me resultó muy violento. Al llegar a la Gran Vía la cosa cambió totalmente. No sé como pueden permitir que esa gentuza esté justo en el centro de Madrid. Creía que los PoPulares eran capaces de cosas mejores pero después de lo que he visto he perdido la fe en ellos. Por la Gran Vía me quedé abobado con los cines y estuve a punto de entrar en uno de ellos pero me contuve. Llegué hasta la Plaza de España en donde hice unas cuantas fotos y de nuevo fui abordado por una rumana, la cual portaba un chiquillo. La mandé a hacer puñetas y seguí mi paseo hacia los Jardines de Sabatini, los cuales me parecieron fantásticos y estuve pensándome lo de entrar en el Palacio Real pero al final lo dejé porque me pareció cara la entrada y nunca he oído a nadie comentar nada sobre el lugar, así que no sé si habrá algo dentro que merezca la pena ver y si me cruzo por allí con la hija fea del acarajotado me puede dar un jamacullo de la impresión. Puerta con puerta con la gentuza real está la Catedral de la Almudena, la cual visité. Digamos que no está en mi lista de favoritas. Es demasiado sosa, le falta todo aquello que hace a otras muchas catedrales edificios impresionantes. También estuve en la cripta pero no había nada que ver por allí.
De vuelta a la calle subí por la Calle Mayor y me paré a hacer unas cuantas fotos en la Plaza de la Villa y desde allí seguí hasta la Plaza Mayor, un lugar precioso y lleno de vida. Podemos decir que ahí acabó mi paseo turístico por la ciudad de ese día porque un antiguo amigo que no veía desde hacía más de diez años apareció y nos sentamos en una de las terrazas a tomarnos unas cervezas y ponernos al día. Tras un par de bebidas nos movimos a otro bareto en la zona para seguir bebiendo (en mi caso café) y cerca de las ocho fuimos a la estación de tren de Atocha en donde yo tenía que recoger un coche de alquiler. Hice las diligencias y después ayudamos por mi GPS salimos hacia la zona de Delicias para aparcarlo. Como siempre sucede con estas invenciones maléficas, el cacharro nos llevó por la ruta más larga pero al menos nos dejó en el sitio convenido. Volvimos al centro para juntarnos con otros dos compañeros del instituto. Fue la primera de varias reuniones que pienso tener este año con gente con la que solía parar hace un montón de tiempo y que por circunstancias de la vida has perdido el contacto. Lo bueno de estas cosas es que no nos toma más de cinco minutos y después de ese tiempo parece que todo sigue igual. Cenamos en Casa Lucas en la Cava Baja y hay que reconocer que la comida fue fantástica y de allí ya salimos templados. Después estuvimos en algún otro lugar bebiendo y para cuando lo dejamos ya era bien entrada la madrugada. A la mañana siguiente salíamos temprano hacia Segovia así que procuré beber con moderación porque odio conducir con resaca y aún más si no conozco las carreteras. Nos fuimos a dormir cerca de las tres de la mañana con la idea de levantarnos a las ocho para ponernos en ruta. De este primer día me quedo con la cena con los amigos y los buenos momentos que pasamos juntos. Mi impresión de la ciudad no ha cambiado. No me gusta. Tienen un metro fantástico y seguro que hay cosas bonitas que ver pero no sé, lo de las putas en el centro y lo de la gente abordándote y acosándote para que les des algo por las calles no me gusta nada.
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