Regresamos a Deira y la zona por la que estaba mi hotel y hoy vemos la torre del reloj de Deira. La torre, que es una rotonda, se construyó en 1964 y en 1972 básicamente la tuvieron que reconstruir porque el primer constructor moro usó materiales de ínfima calidad y ya se estaba agrietando y se iba a tomar por jauer. La torre está cerca de un puente, que posiblemente esté a mi espalda y que fue el primer cruce terrestre construido entre Deira y Bur Dubai, que antes de eso tenían que dar grandes rodeos o ir en barca. Algo que me llamó la atención y que se puede ver en la foto es que tiene que ser dificilísimo o quizás imposible conseguir que todos los relojes den la misma hora y así, en uno vemos que eran las menos diez y el de la izquierda está más cerca de las menos cuarto. Con toda la pasta que tiene esta gente y es que ni eso lo pueden hacer bien.
Mira que casi han pasado dos años desde el Reaprovisionamiento carnívoro y la razón por la que no había vuelto a pedir en la carnicería ondeline es porque me resulta prácticamente imposible vaciar al menos un cajón del congelador, es que desde que veo un poquito de hueco empiezo a fantasear con esto o aquello que quiero cocinar y antes de darme cuenta, vuelvo a tener el congelador lleno, ya sea con cosas dulces para desayunar como con cosas para cenar o incluso chorizos gallegos empaquetados individualmente al vacío y congelados. Cuando regresé después de las navidades me juré y perjuré por las bragas más sucias de Mafalda que evitaría volver a caer en la tentación y aunque hubo tropezones, poco a poco logré que prácticamente un cajón completo del congelador estuviera vacío. Como sé a ciencia cierta que no me iba a durar mucho y ya mi cabezón soñaba con nuevas Garbanzada, Moros y cristianos en olla a presión o Cerdo en adobo en olla exprés, entre muchos otros, que también tengo una lista de espera épica en mi istagrame de cosas que me gustaría probar, hice corriendo y sin pensarlo un pedido a mi carnicería ondeline favorita, en un jueves por la tarde para que me lo trajeran el viernes por la tarde, que ese día suelo estar en mi keli. Como siempre, el proceso de pedido es absolutamente simple y después de que pagas es como si nunca hubiera sucedido nada hasta el día siguiente a la una de la tarde, momento en el que te llega un correo con el código de seguimiento del paquete, que ya está preparado y en el congelador de la carnicería, hasta que lo recogen con camiones frigoríficos y comienza la ruta hasta la keli, con la ansiedad que te da si te dedicas a mirarlo porque la hora de llegada la van ajustando en tiempo real e irreal y ves que la retrasan cinco minutos, después diez, después la adelantan dos minutos, le quitan cuatro y así hasta que por fin, la hora real y el momento de la entrega están muy cerca y ya sabes que el advenimiento de tu carne es inminente.
Como en las ocasiones anteriores, llega perfectamente congelado y empaquetado, aunque han cambiado un poco los materiales para preservarlo todo. Al abrir la caja, aparecen mis preciosos, un pedazo de dos mil cien gramos de cuello de chancho para hacerme Pulled pork, que ya me he hecho y he guardado en porciones individuales y en unas nuevas mini-porciones, que ya contaré para que son. También me llegaron mis tres costillares, que aunque yo vaya al Cartouche, también me gusta preparar mis Costillas con salsa de barbacoa y miel en la keli y la calidad de los carniceros de la zona es patético y en los supermercados te las venden ya marinadas y pre-cocinadas. Por último, dentro de la caja, un arsenal de hamburguesas de carne de vaca Angus y también hamburguesas de cerdo, que desde que las probé en un restaurante, me tienen fascinado, aunque en mi cabeza no deja de rondarme la idea de mi hamburguesa tres carnitas o incluso mi hamburguesa cuatro carnitas, todo, todo, todo, con carne de chancho, que a la carne de hamburguesa le añadimos lonchas de beicon, una capa de Pulled pork, que para eso guardé las mini-raciones, para crear una especie de segunda hamburguesa y finalmente, el bollo de la hamburguesa untado con chorizo canario de Teror o en su defecto, sobrasada, para crear toda una experiencia mágica y maravillosa que nos llega al paladar gracias a los animales más maravillosos del universo, que a mí los vegetarianos me dan una pena terrible y los que se compran las supuestas hamburguesas vegetales, esas aberraciones que solo el futuro podrá decir la cantidad de cáncer que produce, que en una de las marcas, en su lista de ingredientes, te dicen que esa cosa que pretende ser carne sin serlo está hecha de agua, proteína de guisante, aceite de colza, aceite de coco, aroma, proteína de arroz, estabilizante (metilcelulosa), fécula de patata, extracto de manzana, sal, extracto de granada, cloruro potásico, zumo de limón concentrado, vinagre de maíz, extracto de levadura, zanahoria en polvo, lecitina de girasol, colorante y maltodextrina, vamos, como para ser vegetariano y jincarte esa mielda, por más que pretendan que tenga el aspecto de la carne picada de verdad. Tengo clarísimo que cocinas una aberración de esas, la pones en un plato y la dejas en un estante un millón de años y el plato se habrá desintegrado y la cosa esa seguirá allí desafiando al tiempo, al espacio y a todo lo demás.
Salvo por el trozo de cuello de puerco, que lo metí en la nevera para que se fuera descongelando y así poder cocinarlo al día siguiente, el resto fue directo al congelador y lo iré consumiendo durante los próximos meses.
Ahora a ver si hago algo de hueco en el congelador para hacer mi fabuloso y fastuoso Pan de suero de mantequilla, que acabé las dos últimas rebanadas la semana pasada.
Esta es una foto curiosa, más que nada por el lugar desde el que la hice. No hemos visto, ni veremos, fotos del Palm Jumeirah, la urbanización esa hecha en el mar con forma de palmera. La razón es que a menos que la veas desde el aire, es irrelevante y de hecho, la escollera que vemos a la derecha pertenece a la susodicha, es decir, la foto está hecha desde allí y podemos ver el hotelucho Burj Al Arab y al fondo se ve la silueta del Burj Khalifa, el edificio más alto del universo conocido. Como siempre, se ve difuminado por la calima, que en Dubai la tierra está siempre, siempre, siempre, en el aire.
Aunque llevo la tira de años viviendo en los Países Bajos, tengo que reconocer y reconozco que no he tenido prácticamente contacto con el carnaval local y la única experiencia fue una cabalgata en un poblacho llamado Harmelen, profusamente documentada en el mejor blog sin premios en castellano y que seguramente ya no tiene las fotos porque desaparecieron cuando aconteció la debacle de flikr. Ahora que tengo una chamba nueva, bajo unos días cada semana hasta Bolduque, que está justo por debajo del río Mosa, que en neerlandés conocen como Maas. Este río es la frontera más importante en los Países Bajos, una frontera que delimita, al norte del mismo, la zona protestante, la de los Calvinistas y demás y al sur del río, es la zona con prevalencia católica. Puede parecer una pajarada, pero el río marca la diferencia entre celebrar el carnaval o no celebrarlo. Al norte el carnaval no existe, es algo de la gente del sur y resulta alucinante ver como al norte del río y a básicamente cientos de metros de Bolduque, hay un poblacho que no celebra el carnaval por su ubicación y cruzas el río y es tierra carnavalera, con sus curiosidades y excepciones, que paso a relatar porque yo todavía estoy alucinando en tres dimensiones y en technicolor.
Cada ciudad al sur del río (o poblacho) tiene su propio carnaval, con sus costumbres y reglas y parece que Bolduque tiene algunas de las más flipantes. En común con las otras ciudades tiene que durante los días de carnaval, sábado, domingo, lunes y martes de carnaval, la ciudad supuestamente es regida, no por el alcalde, sino por un alcalde del carnaval que eligen cada año los que organizan las fiestas. Esa persona se pasea por la ciudad y puede entrar en todos lados y come y bebe por la jeta. Una cosa única a Bolduque es que durante los cuatro días de carnaval, la ciudad abandona su nombre y pasa a ser el poblacho de Oeteldonk. Durante esos días no es una ciudad, sino un pueblo. Al parecer muchos de los cambios fueron culpa de un obispo en el siglo XIX (equis-palito-equis) que quería prohibir el carnaval. Para evitar la prohibición, se crearon reglas y se cambió el nombre de la ciudad para que el obispo no se enterara que seguían con sus tradiciones, pero de tapadillo. Supongo que suministrarían al obispo con niños para que tuviera su kabezón en los tocamientos y no en el carnaval.
La razón para celebrar la fiesta es la supuesta visita del príncipe Amadeiro XXVI (equis-equis-uve-palito) a la ciudad de tres días. Los colores oficiales de la ciudad durante esos días son el rojo, blanco y amarillo, que pasa a ser su bandera durante los días de carnaval. Ya la semana pasada flipé cuando vi que estaban llenando las calles y edificios con banderas de un color que no había visto nunca antes y es porque esos solo son los colores de la ciudad en carnaval. Otra movida totalmente distinta es que en el poblacho de Oeteldonk o Bolduque, la gente no viene disfrazada, no hay la variedad de disfraces de otros lugares y en lugar de eso, al ser esto un poblacho de campesinos y por eso, los hombres visten como campesinos y las mujeres como campesinas. Ambos sexos, que aquí excluimos a todos los nuevos sexos esos que es tan difícil de identificar, llevan unas chaquetas horrendas y horripilantes que llenan de escudos cosidos en las mismas (emblemas), casi siempre con motivos de ranas, que es el símbolo del carnaval en el poblacho de Oeteldonk. La gente también lleva bufandas con los tres colores del poblacho de Oeteldonk, rojo, blanco y amarillo y por todo el pueblo hay grupos de música locales que tocan una música horripilante. En el vídeo de este enlace se puede ver una explicación sencilla de algunos de los conceptos. Aunque reconozco que la mayoría muestran graves carencias sub-intelectuales, yo diría que cambien los subtítulos y los pongan en español, que poder, se puede, haciendo unas complejas operaciones en la parte inferior derecha del vídeo, la alternativa es verlo en la versión bárbara que explica visualmente lo que yo he explicado por escrito de una manera tan patética.
Lo de los escudos en la chaqueta, o emblemas, tiene su movida, porque al parecer, si no llevas la chaqueta, solo puedes celebrar el carnaval en la calle, pero es que la cosa va a más y cada bar de la ciudad diseña y vende su propio escudo, que además pueden cambiar anualmente y para poder entrar en los bares, tienes que tener cosido en tu chaqueta el escudo apropiado, con lo que la gente compra todos los de los bares que quiere visitar antes del carnaval y prepara sus horrendos abrigos. Algunos bares no los cambian y otros te obligan a comprar uno nuevo cada año y en este 2023, algunos de esos escudos costaban hasta cuarenta leuros, con lo que si no te gastas esa pasta, no puedes entrar en ese bar durante los días de carnaval. Por complicarlo aún más, este año se ha prohibido la venta de alcohol en tiendas y supermercados de la ciudad a los foráneos y los supermercados han repartido entre sus clientes alcohólicos escudos para acceder al supermercado a comprar alcohol y si no llevas tu chaqueta con el escudo correspondiente, la compra de alcohol se convierte en misión imposible.
Después, en lo relativo a la fiesta, básicamente la celebración es una mega-borrachera. La gente sale a beber y beber y beber y beber y beber hasta que están que se caen, de alguna manera consiguen llegar a sus casas y se recuperan unas horas para volver al centro y repetir, día tras día, con las fiestas comenzando sobre las once de la mañana que es cuando llegan los borrachos madrugadores y que duran hasta bien entrada la madrugada, creo que sobre las cuatro de la mañana, solo que, por aquí arriba y aún en invierno, si te emborrachas de día la temperatura (en este año) es de unos nueve grados y por la noche puede estar mucho más cerca del cero.
O sea, que esto de carnaval, que yo vea, tiene poco, es más bien una fiesta de la cerveza hecha en febrero y en la que según me cuentan los colegas del laburo, cada día que sales te puede costar cientos de leuros por persona.
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