Tras unas semanas de descanso volvemos a retomar esa inmensa obra con la que tratamos de catalogar todas las variantes del Hembrario que hay sueltas en el mundo y a las que por una u otra razón he tenido acceso. Después de hablar de las Farfullas y las Alcahuetas, queda otro grupo muy similar que ya ha aparecido citado por aquí. Se trata de las Noveleras y en ellas nos centraremos hoy.
Las Noveleras formaban en el pasado las autopistas de la información, eran la Internet humana. A través de ellas circulaba todo tipo de noticias y sacrificaban su precioso tiempo para adquirir nuevo material y distribuirlo convenientemente. Al contrario que las Alcahuetas, las Noveleras no se alejan del lugar en el que viven y se limitan a pasar la información sin verificar las fuentes ni preocuparse por el daño que puedan causar. Estas mujeres recibían el soplo y les faltaba tiempo para ponerse las bragas y correr a la esquina en donde siempre las esperaban sus comadres a las que recitaban eso que acababan de aprender exagerándolo un poco y haciendo la historia aún más increíble. Las Noveleras tienen un papel muy importante como receptores de nuevas informaciones ya que son ellas las que en ese constante trato con su círculo más íntimo se enteran de cosas que han pasado por el barrio, atan unos cuantos cabos y transmiten esta información a las Farfullas para crear el producto final. Las Noveleras no le dan excesiva importancia a eso que transmiten. Hoy pueden estar criticando a fulanita porque anoche llegó a las tantas y mañana a menganita porque su hija viste como una furcia.
Las Noveleras también transmitían otro tipo de informaciones sobre muertes, bodas, nacimientos y demás, realizando una función pública que posteriormente fue substituida por el teléfono e Internet. Ellas eran las unidades fundamentales en las autopistas de la información. En todas las calles del barrio tenían sus Noveleras oficiales que se sabían importantes y que funcionaban coordinadas para que las noticias llegaran a todos los rincones. Algunas tenían bastante con esto y ni se molestaban en recopilar información para las Farfullas aunque lo normal es que se patearan la calle para mantenerse al día de los eventos locales. En cualquier tienda del barrio siempre había apostada una Novelera de guardia, haciendo una compra interminable para así tener la oportunidad de hablar con quienquiera que entrara al establecimiento. Movían las manos con grandes aspavientos y bajaban la voz para crear ambiente y aumentar la importancia de aquello que tenían que decir y la receptora igual pensaba que se trataba de un secreto importante. Lo más curioso es que pese a bajar la voz hasta el último pringado que estuviera en ese momento en la tienda se enteraba de lo que estaba diciendo y de no ser así, ya se encargaba la Novelera de repetirlo las veces que hiciera falta.
La Novelera mayor de mi calle en la Isleta era una con más peligro que una serpiente venenosa a la que el Gran Dios de los Cristianos castigó con una hija puta y un hijo acarajotado. Después de todo lo que largó sobre toda la que se le puso por delante al menos hubo un poco de justicia.
Si alguna vez te cruzas con una Novelera recuerda que ellas casi nunca crean la información, la transmiten estúpidamente sin pararse siquiera a pensar en el daño que pueden estar haciendo. Desprécialas con saña y ningunéalas para ponerlas en su sitio. Por suerte es poco probable que te topes con alguna de ellas porque con la llegada de Internet fueron desapareciendo y ya ni siquiera se las ve en las nuevas barriadas que han surgido por todos lados.
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