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  • Idealmente

    16 de febrero de 2023

    La semana pasada, básicamente, me pegué los cinco días laborables dedicando la mayor parte de mi tiempo a preparar dos correíllos electrónicos. Para escribirlos, tuve que investigar un montón y aunque los tenía escritos desde el lunes, los iba retocando, ajustando, cambiando, modificando, mejorando hasta que ya el viernes llegué a la conclusión que no podía hacer más y dejé esas versiones, que con mínimos ajustes, enseñé a mi jefe el lunes al mediodía.

    Su veredicto al leerlos fue: tengo curiosidad por saber como responderán y claro, a menos que seas truscolán, podemita o suciolista, sabrás a quién se refiere en el como ese. Según los vio y me lo dijo, los mandé. Uno era un proyectil directo a un pavo, el que en realidad me interesaba y el otro, lo llevaba a él, a sus dos mejores amigos amarillos y a mi jefe y lo escribí, tras muchas versiones, en plan poético y con espacios vacíos entre frases. Por razones parapsicológicas, no voy a poner el original por aquí, así que tenemos una versión desvariada.

    Queridos sanes

    Por la gloria de la Chochona y de la Rosaura.

    Estoy aquí, en la desembocadura del río, ese río que nace donde el sol naciente.

    Este maravilloso río, que llega a Europa desde Asia, viene cargadito, cargadito de agua.

    El agua apesta. Apesta que no veas. No veas como apesta. Me voy a potar.

    Me pongo de rodillas y su-sos lamo las uñas negras de los pies rogándoos que tengáis a bien de oír mis clamores.

    Si el agua apesta, que no veas como apesta, el pestazo tiene que haber sido añadido en algún lugar del recorrido del río.

    Según ustedes, queridos sanes, el agua es cristalina en el naciente del río.

    Yo sus creo porque la belleza de sus almas se refleja en las arrugas de sus jetas.

    Si el agua apesta, que no veas como apesta, en la desembocadura, algo malo sucede en el camino.

    Si el río, sale del país del sol naciente y llega al país del queso de plato y no tiene ni afluentes ni ná de ná, el agua apestosa tiene que venir del país del sol naciente, seguramente muy cerca del naciente del río.

    ¿Qué podemos hacer aquí en la desembocadura? Ya he probado a ponerme una pinza en la nariz. Apesta igual.

    Rezo para que con ese gran conocimiento que algún dios no católico les ha dado, tengan a bien responderme.

    Me despido deseándoles todo lo mejor, siempre y que recuerden que truscoluña no es nación.

    Su súbdito que se dobla como junco, el Elegido

    El martes no tenía respuesta alguna, ni a este ni al otro mensaje, algo que yo esperaba, que contaba conque primero intentarían el truco de la muñeca de vudú y pondrían una foto mía en la susodicha y le clavarían alfileres. Después de eso supongo que contactarían con la pitonisa Chán para que me eche un mal de ojo amarillo y me ponga encima uno de esos espíritus que se te agarra a la chepa y te amarga la vida. O algo así.

    El miércoles, cuando menos lo esperaba, llegó la respuesta del pavo, con sus dos compinches, mi jefe y como quince amarillos más añadidos de pasajeros al correíllo:

    Requetequeteque-queridísimo Elegido-san,

    No puedo ni quiero decir que lo que tú has dicho está equivocado.

    Idealmente, tú tienes razón.

    Lo tuve que leer ochenta y tres veces, buscando la trampa. ¡Me han dado la razón! La mielda viene de allí y he conseguido acorralarlos, arrinconarlos y obligarlos a reconocer que yo no puedo hacer nada aquí, que lo tienen que resolver allí. Esto lo vamos a celebrar a lo grande y yo ya he pedido que me hagan camiseta con la respuesta para que sea mi uniforme de este año. Esto es un éxito absoluto. Por descontado, tengo a tres amarillos que probablemente me tienen una tirria que no veas, pero ahora tendrán que buscar la fuga de mierda y taponarla y no podrán tirar la piedra a este lado del mundo y decir que es culpa nuestra, como han estado haciendo, al parecer, en los últimos seis años.

    Para que después me digan que me paso el día tocándome los mondongos y tirando de ellos para ponerlos a la altura de las rodillas.

  • Dubai Marina

    16 de febrero de 2023

    Esto podría engañar y hacernos pensar que estamos en Miami, pero va a ser que no, esto es Dubai, en la Dubai marina, en donde hice un viaje en barco con airotes acondicionados de la zona costera, que supongo que serán algunas de las próximas fotos, aunque no serán muchas. La marina está bloqueada hacia el mar, que está en frente de mí, por esa especie de isla llena de rascacielos, pero llena al completo, que ahí no dejaron espacio entre los edificios. Una de las cosas que aunque parezca Miami te demuestran que no lo es, es que allí las pavas se ponen el nano-tanga y los nano-bikinis y exponen las ubres hinchadas con gases y substancias tóxicas y aquí lo que ves es hembras emburkadas, que si alguna se pone bikini, lo cierto es que esa acabará enchironada en algún sótano y jamás volverá a ver la luz del sol, que la libertad en estos países es muy relativa. En el caso de algún julandrón que quiera marcar paquete y enseñar nalgas para atraer la atención sobre él y buscar quién lo empale, ese no llega a ver el siguiente amanecer. Y bueno, entre tanto edificio, conseguir alcohol es difícil y cuando lo encuentras, está a precios escandalosos.

  • Cuatro chaquetas

    15 de febrero de 2023

    Cuando emigré a los Países Bajos, fue en verano, que es la época en la que la temperatura se puede parecer más a la existente en las islas Canarias, así que no fue hasta septiembre cuando comencé a notar que aquí arriba las cosas eran diferentes al noroeste africano y me vi en la tesitura de comprarme ropa de abrigo, algo que hice en cantidades industriales, con pullovers, suéteres, camisetas de manga larga, polares y todo lo que pillaba. También compré chubasqueros y creo que hasta amagué con un abrigo o algo así, pero para noviembre, ya me quedaba claro que había que hacer algo más drástico y fue cuando me compré mi primera chaqueta para invierno, una tres en uno de la marca Columbia. Recuerdo que era fastuosamente roja y que pesaba un montón, pero que un montón, varios kilos. Al ser una 3 en 1, en realidad constaba de una parte impermeable exterior, una especie de polar interior, también con cremallera y que se podía adosar a la exterior usando las cremalleras, con lo que podía usar las dos por separado o juntas y de ahí, por si alguno aún no lo ha captado, es de donde viene el concepto de chaqueta 3 en 1. Aquella chaqueta abrigaba muy bien en invierno y en primavera, me deshacía de la parte interior y podía seguir usándola. Cuando iba a Gran Canaria, arrastraba todos aquellos kilos encima de mi. Me duró varios años y comencé a pensar en abandonarla cuando la protección contra la lluvia empezó a petar y la cremallera se escoñó, pero fácilmente me duró unos seis años, según puedo ver mirando mis fotos del pasado. Antes de que muriera, comencé a buscar alternativas y encontré otras del estilo 3 en 1 de la compañía The North Face que me gustaban. Al final lo apañé con mi tío gringo, porque allí con la diferencia de precio y el cambio del dólar al leuro me ahorraba una pasta y me trajo mi segunda chaqueta de invierno, una que era azúl y negra y que tenía un anorac interior fabuloso y gris. Lo primero que noté fue la diferencia de peso, aquella pesaba fácilmente kilo y medio menos que la otra. También descubrí que podía fijar con las cremalleras la parte interior de mi vieja chaqueta en la nueva. La tercera cosa que me maravilló fue que el anorac interior, si no llovía, me protegía perfectamente de temperaturas muy cercanas al cero o hasta negativas y hasta el día de hoy, sigo usando ese anorac en esas circunstancias y por ejemplo, hoy mismo me lo he puesto con cuatro grados para ir a caminar y no he pasado frío. Mi nueva chaqueta tenía multitud de bolsillos y cumplía su función perfectamente, pero tras unos tres años la cremallera de la parte exterior se escoñó y tuve que llevarla a unas costureras para que me pusieran otra, con la que seguí unos años. Salvo por el problema de la cremallera, aquella chaqueta me gustó un montón y cuando le comenzaron los problemas para repeler el agua, de nuevo tuve que buscar una alternativa, pero esa vez opté por comprarme solo la parte exterior de otra chaqueta de la misma marca, con lo que podía seguir usando mis otras dos chaquetas interiores y en esa tercera ocasión, que fue hace siete años, opté por el color negro, totalmente negra.

    Tras cuatro años de uso intensivo, la cremallera volvió a romperse y aprovechando una visita a Gran Canaria, mi madre la llevó a cambiar. Ya en esa época, mirando en las internetes, en donde es fácil leer grandes verdades como que truscoluña no es nación, descubrí que la principal queja de la gente que se compraba las chaquetas de esta marca era lo malas que son sus cremalleras, con lo que no era por mala suerte sino que es un problema en la calidad de los componentes, o quizás una opción hecha a conciencia para que tengamos que comprar otra y así seguir teniendo compradores. Pasaron los años y llegamos al 2023, cuando ya comencé a notar que la protección contra el agua empezó a fallar y cada vez que me pillaba un buen chaparrón, podía terminar con los brazos empapados, algo que no es nada agradable cuando ese agua está a pocos grados sobre cero.

    Tengo amigos en los Países Bajos que en los veintidós años que llevo aquí, siguen usando la misma chaqueta y no entienden como yo las quemo tan rápido, por más que les explico que al ser culocochistas, como otros que no voy a mentar por su alta sensibilidad, ellos se la ponen para ir de la keli al auto y del auto a la oficina, distancias casi siempre medidas en metros y el tiempo de uso medido en unidades inferiores al minuto, mientras que il Scelto prácticamente la usa como una tercera piel, se la pone para ir en bicicleta al centro, que son quince minutos, o al cine que está más lejos, que está a veinticinco minutos, o para ir a caminar, para ir a pedalear, para ir a trabajar y para cualquier acción que implique salir de mi casa. Prácticamente la uso los doce meses del año, ya sea en su versión combinada, o solo la exterior, o solo la parte interior. Por eso para mí es un elemento de mi armario muy importante, o más bien, crítico. Hay dos semanas cada año en los que te puedes ahorrar una pasta al comprarte otra. Tenemos la semana en febrero en la que las tiendas reconocen que el invierno, en lo relativo a vender ropa, ha terminado y la semana en octubre en la que las mismas tiendas, hacen también mega-rebajas antes del invierno. La semana pasada fue la primera de esas semanas y como mi chaqueta ya me mojaba un poco por dentro, miré lo que había en el mercado y aunque estaba tentado en seguir con la misma marca, tras leer comentario tras comentario de usuarios quejándose de la mala calidad de sus cremalleras. Al final elegí una de Jack Wolfskin, una marca alemana muy popular por los Países Bajos. Tenían una oferta espectacular con una de sus chaquetas 3 en 1, en esta ocasión, en colores azul y azul tirando a verde. Volví a medirme por todos lados para asegurarme de comprar la talla adecuada, la pedí y me llegó al par de días. Lo primero que noté es lo ligera que es, entre mi primera chaqueta y esta última hay un montón de kilos de diferencia. La parte interior vuelve a ser una chaqueta polar y la exterior es prácticamente un chubasquero, solo que uno que te permite transpirar hacia afuera pero corta el viento y el frío exterior. Pierdo en el número y en el tamaño de los bolsillos pero al parecer, ganó en la calidad de la cremallera, o eso espero. Si en veintidós años y medio he usado hasta finiquitar tres chaquetas, esta me debería llevar hasta el final de esta década, con lo que espero no tener que pasar por el proceso de selección, decisión y compra en al menos siete años.

    Ahora, como en las veces anteriores, viene el dilema. ¿Qué hacer con la vieja? La primera y la segunda estaban tan quemadas, que lo de donarla en los contenedores de ropa me parecía un delito, por no mencionar que me quedé con las chaquetas interiores, que esas las sigo usando porque al no estar expuestas a la lluvia, no se desgastan y aguantan mucho mejor. Tengo claro que no volveré a usar la vieja, que para mí, tener una protección prácticamente total en el caso de la lluvia no es opcional, es algo obligatorio.

  • La playa pública Jumeira y el Burj Al Arab

    15 de febrero de 2023

    Otra foto en la que combinamos la playa pública de Jumeira, esa sin hamacas ni nada y en la que si consigues llegar a los sesenta minutos consecutivos, seguramente te nominan para un montón de premios y al fondo se ve un dique que separa la playa de la siguiente, que es privada y en donde está el hotel Burj Al Arab. Por la posición del hotel se ve que lo construyeron en el agua y hay un puente que lo conecta con la zona de su playa privada. A mi espalda, al final de la playa, hay otro dique y sucede lo mismo, que al parecer, ahí puedes comprar tu zona para playa y protegerla del populacho. Para llegar a esa zona o vas con taxi o con guaguas, que van por la avenida de la playa. El metro está como a dos kilómetros arena adentro. En las paradas de las guaguas, como tengas que esperar veinte minutos, te momificas. Creo que esta visita ha sido una de las pocas en las que cuando solo me quedaba una botella de agua encima, me ponía nervioso y buscaba algún lugar para comprar otra.

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