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  • Desde Washington a Nueva York

    8 de febrero de 2007

    Si quieres leer el relato del viaje al completo, retrocede hasta Es un mundo muy muy seguro – primera parte

    Los aeropuertos son todos distintos. Los hay bonitos, feos, grandes, pequeños, fáciles, difíciles y una cosa es segura, desde hace unos años son un trámite que todo el mundo prefiere evitar. Uno de los de Washington es el Dulles International. Llegar hasta allí es fácil, hay una autopista sin salidas que te garantiza la falta de atascos. Una vez llegas has de acceder a la única terminal para facturar. En los Estados Unidos suelen poner mostradores de facturación fuera del aeropuerto, justo al lado de donde te dejan los coches. Aún no sé muy bien por qué pero es así. Yo prefiero el método tradicional y entro para buscar un empleado normal. Por desgracia ya no se encuentran de esos. Ahora todo está computerizado, en todos lados hay pantallas táctiles y te tienes que hacer tu mismo el servicio. Me dirigí a la zona de United y facturé eligiendo mi asiento. Después vi como introducían mis maletas a través de máquinas para mirar su contenido y las abrían para verificarlas. Cuando pasé por allí en el 2004 las colas eran de escándalo para completar los controles de seguridad. Recuerdo que casi pierdo mi avión. Esta vez no fue una experiencia tan negativa. Han puesto unos veinte equipos a trabajar en paralelo y ahora la humillación dura muy poco. Te quitas los zapatos, el cinto, todo lo que lleves en los bolsillos, cadenas, relojes, abrigos y demás, lo pones todo en bandejas incluyendo los líquidos en una bolsa separada y en las cantidades autorizadas, plantas la mejor de tus sonrisas en tu rostro y ya está. O casi. Delante de mí había un señor que quería pasar un champú normal, crema de afeitar, gomina y colonia, todos en cantidades mayores que las permitidas. Los empleados del aeropuerto le explicaban una y otra vez que debía facturarlos o dejarlos allí y el tipo seguía dale que te pego. Era un hindú y hablaba con el acento ese tan fuerte que tienen y esa falta de musicalidad que hace que sea tan difícil entenderles. En un momento determinado se cansaron, vinieron dos que parecían policías y lo agarraron del brazo para llevárselo. Después miraron hacia mi, yo desplegué mi sonrisa y pasé por sus manos en menos de veinte segundos. La mochila con la cámara y los objetivos no tuvo tanta suerte y tuvo que volver a la cinta de rayos equis porque el tipo vio algo raro (o no vio lo que quería, vete a saber).

    Una vez en la zona segura y con tiempo de sobra me fui a uno de los restaurantes de comida rápida, un Wendy’s y me compré el almuerzo. Después esperé a que nos llamaran para el vuelo mientras escribía. A la hora en punto comenzó el embarque. Era un Boeing 737-300. Yo pensaba que esos ya no existían pero parece que aún quedan algunos en activo. El avión iba casi vacío y prácticamente todos teníamos una tira de asientos por persona. Yo estaba en la penúltima fila. Detrás de mí dos azafatas y al frente una maricona vieja encargándose de los de primera clase. El tío perdía más aceite que el Prestige. Cuando se movía por la cabina se agitaba como unas maracas poniendo a prueba los uniformes de la aerolínea. Cerraron las puertas y comenzó una bronca en la parte delantera entre la reinona y una pasajera. Estuvieron unos cinco minutos discutiendo hasta que la cosa se calmó. El piloto nos dio un discurso de bienvenida contándonos que el vuelo hasta Nueva York duraría media hora, que el día estaba despejado e íbamos a llegar a la ciudad por el sur y que tendríamos unas vistas increíbles de la estatua de la Libertad y Manhattan. Cuando terminó las azafatas procedieron a detallar las medidas de seguridad habituales, el rollo de los cinturones, las salidas de emergencia y demás. Al llegar a los chalecos salvavidas situados debajo de sus asientos no los había. Tampoco estaban sobre sus asientos. Los chalecos salvavidas eran el cojín sobre el que te sientas. La azafata agarró uno y lo quitó y nos dijo que en caso de accidente teníamos que hacer lo mismo y salir del avión arrastrándonos sin perder de vista la franja luminosa y llevando nuestro cojín para tirarnos al agua y usarlo como tabla de salvación. ¡Aluciné! Gracias a Dios que todos sabemos que de suceder un accidente no vives para contarlo porque si de verdad tengo que salir de un avión rodeado de gente histérica y todos cargando los cojines seguro que es un desastre. Ya íbamos hacia la pista de despegue cuando el piloto echa mano del freno de mano, aparca el avión en un lado y nos dice que han suspendido los aterrizajes temporalmente en el aeropuerto de la Guardia y que no se nos permite despegar. Procedió a apagar los motores para ahorrar combustible y las azafatas aprovecharon para repartir manices y refrescos a todo el mundo. Después se juntaron detrás de mí para criticar y el azafato les contó lo que había sucedido. Lo hizo en español para que nadie se enterara. Suerte que yo estaba allí. La última en entrar al avión fue una mujer que se sentó directamente en la primera fila, en clase Business. El azafato sabía que ella no tenía billete para esa clase y la invitó a enseñarle su tarjeta de embarque. Ella le dijo que se le había perdido, que posiblemente se le cayó antes de entrar al avión. ?l le pidió que se marchara a su asiento y ella dijo que ese era su asiento, que tenía billete de clase Business. Ahí fue cuando le tocó los huevos y el hombre optó por coger el listado de pasajeros, buscar el nombre y enseñarle cual era su asiento y su clase. Ella entonces le dijo que quería ir allí pero él se negó porque no había pagado un billete para ese asiento. Al final la amenazó con avisar para que la sacaran del avión y de esa forma pudo convencerla. ¡Será puta la tía! ? les dijo a sus compañeras. Yo me reía zorrudamente una fila más adelante. El piloto nos había permitido usar los teléfonos, portátiles y similares así que yo estaba aprovechando para continuar con cierto relato que ya está en la bitácora y que tiene que ver con la planta 33 de un edificio …

    Después de media hora nos contó que se había levantado el bloqueo al aeropuerto y que se nos permitía volar. Me gustaría comentar que en los Estados Unidos se puede usar los móviles dentro de los aviones tan pronto como estos aterrizan y salen de la pista de aterrizaje y a la hora de despegar y aterrizar hay diez minutos de prohibición de aparatos electrónicos, con lo que cuando dan el aviso sabes exactamente el tiempo que queda para llegar. Me parece un sistema más lógico que el de las líneas aéreas europeas, donde dependes de la voluntad del piloto. Recuerdo un vuelo de Martinair donde el hombre se olvidó de apagar la señal de los cinturones de seguridad, que es la que usan para avisar a la gente y estuvimos casi cuarenta y cinco minutos hasta que la gente comenzó a quejarse.

    Volviendo a este viaje, despegamos y en un suspiro estábamos sobre Nueva York. La vista de la Estatua de la Libertad desde el aire es mágica, lo mismo que Manhattan. Se ve todo tan pequeño que parece que los rascacielos son de juguete. El aterrizaje fue de esos con múltiples rebotes. Salimos del avión y fui a buscar mi equipaje. Había llegado a Nueva York.

    Continúa leyendo el relato del viaje en Primeras horas en la Gran Manzana

    Technorati Tags: turismo, viajes

  • Nieva en Utrecht

    8 de febrero de 2007
    Nieva en Utrecht

    Nieva en Utrecht, originally uploaded by sulaco_rm.

    Se han cumplido los pronósticos y sin que esté siendo tan malo como habían previsto, lo cierto es que lleva todo el día nevando. ¡POR FIN LLEG? LA NIEVE A HOLANDA!

    La foto es del jardín de mi casa desde la ventana del dormitorio de invitados.

  • Catedral de San Patricio y Atlas sujetando el mundo

    8 de febrero de 2007
    Catedral de San Patricio y Atlas sujetando el mundo

    Catedral de San Patricio y Atlas sujetando el mundo, originally uploaded by sulaco_rm.

    La Catedral de San Patricio sufre el mal de los rascacielos. En cualquier otra ciudad sería un edificio imponente pero en la capital del mundo está rodeada de colosos que la hacen parecer pequeña. En realidad no lo es. Es la catedral gótica más grande de Norteamerica, es católica y tanto por fuera como por dentro es muy bonita. Pronto cumplirá los ciento cuarenta años desde que se inauguró. Seguro que en aquel momento no pensaron que acabaría en la Quinta Avenida, rodeada de las tiendas más exclusivas y frente al Rockefeller Center. La visita es gratuita y aunque en Europa estamos a años luz en este tipo de edificios, vale la pena pasarse por ella. Si quieres encender una velita y pedir algo cuesta la abusiva cantidad de CUATRO D?LARES. Con esos precios no me extraña que la iglesia Católica norteamericana recaude tanto dinero. Me resultó muy difícil hacer una buena foto porque la calle tiene mucho tráfico, en la época navideña la zona está que se cae de gente y el edificio es muy grande y no entra en el objetivo al completo. La foto está tomada desde la acera de enfrente, en una de las entradas del Rockefeller Center y podéis ver la estatua de Atlas hecha por el famoso escultor Lee Lawrie.

    Si quieres ver otras fotos del viaje a Nueva York las puedes encontrar en el álbum de fotos de Nueva York y si quieres leer el relato de dicho viaje, comienza en Desde Washington a Nueva York

  • La Dolorsi recogida

    7 de febrero de 2007

    Hace un par de meses presentamos en sociedad a la Dolorsi, mi nueva compañera de viajes y borracheras. Además de ser una preciosidad es muy versátil y se puede plegar hasta quedar como se puede ver en la foto. Cuando está recogida puede viajar en tren sin tener que pagar billete y con sus once kilos la puedo cargar sin más problemas. Aunque ya lo he comentado en alguna ocasión, lo volveré a repetir: en el sistema ferroviario holandés, se permite llevar bicicletas gratuitamente siempre y cuando estas se puedan doblar. Si es una bicicleta normal, además de pagar seis euros por día de viaje no podréis hacerlo en horas punta, es decir, desde las 7 a las 9 de la mañana y desde las 4 a las 6 de la tarde. Existen varias empresas que venden este tipo de bicicletas. Entre ellas las más populares son Dahon y Brompton. Haciendo clic en la foto podréis ver las notas que he puesto en flickr.

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