Mucho se ha comentado sobre la necesaria aproximación a ese polémico tema que ha sido el ciclo de las hembras. Cuando lo escribí sabía que generaría al menos un par de comentarios y la respuesta ha sido espeluznante. Aquí todo el mundo tiene sus propias teorías y sus argumentos para refutar los míos. Me parece muy bien porque la interactividad es una de las cosas que distingue las bitácoras y si esto es lo que despierta vuestra ansia de réplica, así sea. En los comentarios del ciclo de las hembras se ha polemizado sobre los machos y sus incapacidades y es de ley que tengamos nuestro propio ciclo que desde ya aviso que será mucho más limitado que el de ellas por razones obvias.
El macho de la raza humana es una máquina diseñada y optimizada para Dios sabe qué. Al contrario que las hembras de la misma especie los machos solo gozan de dos estados. Son por tanto animales mucho más simples y sencillos que no se complican en absoluto.
Desde que nacen hasta los trece o catorce años crecen y se desarrollan. Hacia la etapa final de ese proceso comenzarán a surgir los atributos característicos del macho en edad adulta: les crece el pelo en los huevos, les sale barba, les sale pelo en otras zonas y les cambia la voz. En ese momento están listos para dar el salto a la siguiente fase.
La segunda y última fase de los machos es la inmadurez. Los machos son simples, tontos e inmaduros y además felices de serlo, que la ignorancia es la madre de la felicidad. Su única aspiración es la de mojar el churro cuando sea, donde sea y con quien sea. No hay más. Para conseguirlo actuaremos de manera contundente y haremos lo que sea necesario. Si la hembra va en plan sensible y de cariñitos, pues lo dicho, nosotros de esos. Que le va la marcha, pues marchosos. Que le gusta que la ninguneen, pues a ignorarla. LO QUE SEA. Las hembras en su sofisticación creen ver en los machos lo que no hay y se jactan de tener hombres que hacen esto o aquello con sus amigas pero al final, cuando quitamos las máscaras y los disfraces nos queda una máquina que solo tiene un pensamiento en la cabeza y que hará lo que tenga que hacer para conseguir su objetivo.
Los machos saben que las hembras varían con la edad y en su programación genética ya vienen equipados para sacar partido de esta circunstancia. Cuando se es joven se dejan cortejar por las maduritas y con el cuento de la experiencia y el buen saber se aprovechan y follan señoras. Las de su edad suelen dar más problemas porque ellas parecen creer que son inmaduros. Las pobres creen que el hombre madura, como la fruta, cuando lo cierto es que nunca lo hacemos y de hecho, al ver que unas se ponen estrechas se busca a las otras que ya no tienen tanto escrúpulo y que encima si les preguntas te dirán que los jóvenes son más maduros que los de su edad. Una vez vas haciéndote mayor y te acomodas socialmente viene el premio en forma de jóvenes culocoche que por supuesto dirán que los mayores son más maduros volviendo a cometer el error de pensar que el macho madura. No resulta extraño ver chavalinas de veintipocos con viejos de más de cincuenta y verlas arreboladas mirando hacia ellos mientras no le pierden ojo a la cartera y se saben económicamente solventes mientras ellos lo único que ven es un coño terso y una hembra sin patotas de gallo de esas.
Esto no se puede alargar más porque no hay más información. Afrontémoslo, el macho humano fue creado para no madurar y es feliz en su inmadurez. Su limitado intelecto le basta para desarrollar estrategias exitosas con un único fin: follar, meterla en caliente, mojar el churro, jincarla que dirían ellos o si eres una chica lo denominarías hacer el amor, amarse, ir a la cama y cursiladas semejantes …
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