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  • Puerta de Brandenburgo de noche

    14 de diciembre de 2006
    Puerta de Brandenburgo de noche

    Puerta de Brandenburgo de noche, originally uploaded by sulaco_rm.

    Terminamos el álbum de Berlín igual que lo comenzamos, con la Puerta de Brandenburgo. En esta ocasión la vemos iluminada por la noche. Los focos de distintos colores le dan un aspecto mágico. Espero que os haya gustado la selección de fotos.

    Actualización: Añadí un par de fotos más al álbum así que esta no es la última foto del mismo.

    Si quieres ver otras fotos del viaje a Berlín las puedes encontrar en el álbum de fotos de Berlín y si quieres leer el relato de dicho viaje, comienza en Diario de Berlín, el prólogo

  • El gen podrido del sueño de los chinos

    13 de diciembre de 2006

    Uno que es de natural observador y de voluntad inquieta se pasa el día mirando a su alrededor y detectando pautas anómalas de comportamiento. Ayuda el usar el transporte público en lugar de pasarme las horas bobas en el coche completamente solo mientras escucho algún programa de radio. En Holanda ya he medio enunciado la Teoría del Sueño de los Chinos y en Estados Unidos la he verificado con sujetos que viven en un entorno diferente y ahora ya la podemos considerar aprobada y publicarla.

    La Teoría del Sueño de los Chinos dice que si sueltas a un chino en un tren, tranvía, metro, autobús o cualquier forma de transporte público colectivo se queda dormido de forma casi instantánea y se pasará el viaje despertando cada noventa segundos y mirando abobancado a su alrededor antes de volver a caer en el sopor del transporte.

    Los chinos no usan iPod, no leen libros, no hacen crucigramas o sudokus. Ellos entran en el metro, buscan asientos, agarran todas sus cosas y antes que te des cuenta están escorándose hacia la gente que va a su lado y duermen como troncos. Estos días pasados los he visto por decenas. Duermen hasta de pie cuando viajan en el metro. La gente los aparta a empujones cuando les caen encima. Con el primero eres delicado pero tras las primeras tres veces no tienes ninguna piedad y los separas de tu cuerpo evitando de esta forma que te contaminen las chacras con alguna sustancia china que puedan emitir. Es muy normal que se despierten en el último segundo y tengan que salir corriendo para no pasarse de parada e incluso que lo peor suceda y hayan de retroceder por su despiste. Te los encuentras durmiendo por la mañana, por la tarde o por la noche.

    La causa parece ser una malformación del gen del sueño chimpúnico que dispara un abobancamiento y amodorramiento similar a la hipnosis tras tres meneos en un tren. Es salir de la estación y todos caen en coma y no se recuperan hasta un rato después de la llegada a la siguiente parada. A veces los puedes ver luchando para no cerrar esos ojos ya pequeños pero no sirve de nada, terminan en manos de Morfeo.

    Ejemplos prácticos los tengo a montones: mi amigo el Chino perdió su mochila en un tren que lo llevaba a Luxemburgo con un montón de amigotes chinos como él cuando alguien les bailó todas sus bolsas sin que ninguno se diera cuenta porque se habían dormido. Eso jamás habría sucedido con españoles, más predispuestos a criticar, gritar y disfrutar del paisaje. En Nueva York vi a una lolita asiática a lo Britney Spears, es decir sin bragas que le tapen la pelambrera del chochillo que fue sentarse y comenzar a golpear con saña el pecho del hombre que iba a su lado porque no es lo mismo un occidental dormido que un cabezudo de estos con mollera del tamaño de un barreño. La chica giraba la testa como la niña del exorcista y el movimiento del metro hacía que el péndulo fuera tomando fuerza hasta que lanzaba su ataque sobre el hombre. Ella se disculpaba y tres segundos más tarde estaba durmiendo de nuevo y recargando energía cinética para usarla contra el infeliz. Otro chino se sentó en un vagón con unas bolsas de pescado que despedían un hedor increíble y se durmió inmediatamente lanzando las bolsas sobre la señora que iba a su lado, la cual no tuvo más remedio que levantarse y continuar el viaje de pie.

    Este defecto se extendió a otras razas de Asia y se sabe que los japoneses sufren del mismo mal e incluso los coreanos, algo que ha sido tratado en Naciones Unidas en repetidas ocasiones porque un cabezazo de un coreano puede matar al que lo recibe, ya que está más que comprobado que las cabezas de los coreanos son tres veces más grandes que la media y son el único país en donde en lugar de cascos se usan palanganas y barreños. Las mismas fuerzas de la ONU, habitualmente conocidas como cascos azules o boinas azules son identificadas como palanganas azules cuando algún individuo de Corea forma parte de las mismas.

    Así que presta atención cuando uses medios de transporte colectivo y procura no sentarte junto a esta gente a menos que quieras que te den cabezazos.

  • Reichstag de noche

    13 de diciembre de 2006
    Reichstag de noche

    Reichstag de noche, originally uploaded by sulaco_rm.

    El viento agita banderas alemanas y la cola perpetua aunque más reducida permanece en las puertas del Reichstag esperando para poder subir a su esbelta cúpula. Es la cúpula la que llama la atención en esta foto, parece un OVNI que se ha posado sobre un edificio al que la iluminación nocturna da un elegante aspecto clásico.

    Si quieres ver otras fotos del viaje a Berlín las puedes encontrar en el álbum de fotos de Berlín y si quieres leer el relato de dicho viaje, comienza en Diario de Berlín, el prólogo

  • Planta 33 – Capítulo segundo

    12 de diciembre de 2006

    Imagino que querrás leer este relato desde el comienzo, así que da un salto hacia atrás y engancha el cuento desde la primera letra en Planta 33 – Capítulo primero.

    Dejó de pensar en lo que le había sucedido la noche anterior y se centró en el presente. Estaba en un edificio de viviendas que tenía las cuatro últimas plantas totalmente vacías, sin causa ni motivo aparente y donde el ascensor parecía saltar veinte plantas que no existían llevando gente que no debería estar allí. Absolutamente increíble. Si llamaba a David, su mejor amigo y se lo contaba no le creería. Le diría que se de una ducha fría y vuelva al mundo real. A veces creía que ambos venían de planetas distintos. ?l es dinámico, jovial y amable con todo el mundo y el otro frío, calculador y siempre maquinando como conseguir más dinero. Con treinta años ya era millonario pero no parecía tener bastante. Siempre hablaba de opciones, acciones, mercados, cambio de divisas y le daba consejos sobre lo que tenía que comprar o vender. Vivía conectado a múltiples dispositivos que lo mantenían online mientras la Bolsa estaba abierta y únicamente respiraba y se relajaba cuando cerraba. En un par de ocasiones lo había llamado excitadísimo y contento para contarle que había ganado una monstruosa cantidad de dinero comprando y vendiendo. Esa era su vida. Por supuesto sabía como despertar su curiosidad y decidió intentarlo. Respondió casi inmediatamente:
    – ¡Hey! ¿como estás?
    – Bien, ocupado como siempre. Creía que estabas de vacaciones en Nueva York y que no volvías hasta el domingo. ¿Ha pasado algo? ¿Va todo bien?
    – Sí, todo va bien. Es sólo para contarte una cosa, igual te interesa.
    – Venga, suéltalo – le dijo siguiendo un código preestablecido mediante el que se comunicaban desde siempre.
    – El edificio en donde me estoy quedando aquí en Conney Island es un tanto extraño. Está en primera línea de playa, tiene dieciseis plantas pero solo hay casas en las doce primeras. Las cuatro últimas plantas están totalmente vacías, con unas vistas excelentes hacia la playa y el mar y unos atardeceres preciosos. No sé por qué no hicieron casas aquí dentro pero pensé que igual te interesaba averiguarlo y quizás invertir comprando esto y convirtiéndolo en casas. En esta zona ya no se puede construir más y seguro que la gente pagará lo que sea por conseguir casas nuevas en primera línea de playa – le dijo lanzando su anzuelo
    – ¡Guau! eso puede ser un montón de dinero, millones. No puedo creer que no se hayan lanzado sobre ese edificio los chacales de la ciudad. Pásame la dirección que lo miro. Dices que son cuatro plantas enteras completamente vacías, ¿no?
    – Sí, cuatro plantas. La dirección es Brighton Road 30 – llámame cuando sepas algo.
    – Eso haré. Empezaré a mirar ahora mismo. Ya hablamos más tarde. Diviértete mucho. Chao.
    – Adiós – le dijo y cerró el teléfono terminando la llamada. Volvió a mirar a su alrededor tratando de encontrar algo extraño o fuera de lugar. No lo había. Todo parecía normal salvo por lo anómalo que es encontrar un lugar como aquel en un edificio de viviendas. Desde las ventanas se podía ver como el mar golpeaba la playa. Eran olas grandes que levantaban mucha espuma. El viento la lanzaba hacia la arena en donde formaba figuras aleatorias. La espuma era del color de la arena, un rubio algo sucio. Un perro corría a lo lejos persiguiendo gaviotas mientras su dueño hablaba por teléfono. Parecían moscas desde allá arriba. Subió a la última planta. Ningún baño, ninguna habitación, aquello no podía estar construido para oficinas. Siempre hacen falta habitaciones. Tampoco había interruptores para la luz. Le extrañó porque no parecía haber ninguna forma de controlar la iluminación del lugar pero todas las luces estaban encendidas.

    Visto que ya no podía hacer nada más y no parecía que fuese a resolver el misterio optó por reanudar el plan original y marcharse a la ciudad a caminar y perderse por sus calles. Fue hasta el ascensor y pulsó el botón de la planta baja. Cuando se cerró la puerta sonó su teléfono. Rebuscó en su chaqueta hasta que lo encontró y lo sacó. Era su amigo David. Respondió la llamada mientras el ascensor comenzaba a bajar
    – ¿Tío estás borracho o qué? – le dijo
    – Por ….. yo solo bebo socialmente como tú bien sabes y nunca antes de las cinco de la tarde – el ascensor continuaba descendiendo.
    – La dirección esa que me has dado, el edificio de Brighton Road 30, ese edificio solo tiene doce plantas, no sé de donde te has sacado lo de las cuatro plantas superiores vacías pero no existen. Tengo el registro del catastro ante mis ojos. ¿Estás seguro de la dirección? – le dijo hablando deprisa.
    – Que sí, que ese es el número. No puede ser. Ahora mismo estoy en el ascensor, bajando … ….
    – ¿Jorge? ¿sigues ahí? … … … ¿Jorge? … … … ¿Jorge? Mierda, se debe haber cortado.

    Si has terminado de leer este capítulo y te apetece continuar leyendo esta historia, salta a Planta 33 – capítulo tercero y sigue con el relato.

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