Mi imaginación, aunque excelsa y regalada también tiene sus límites y en este asunto presiento que estoy a punto de alcanzarlos. Cuando comencé a escribir el Hembrario nunca pensé que daría para más de tres o cuatro boberías pero no hay más que ver el índice del Hembrario para ver que no ha sido así. No descarto retomar el tema en el futuro si es que me vienen al cabezón definiciones nuevas obtenidas del saber popular canario que me fue inculcado por nacimiento pero de no ser así podemos considerar este ciclo cerrado con la anotación de hoy. Me he tomado la molestia en leer todo de nuevo y hay que ver lo rastrero, zafio y vulgar que puedo llegar a ser a poco que me lo proponga.
Hoy hablamos de los Putones Verbeneros, la cima más alta a la que cualquier hija de vecina puede llegar en su camino hacia la madurez y el matrimonio. El Putón Verbenero es un pájaro nocturno, un depredador de hombres que comienza a prepararse al caer el sol y patrulla los bares, discotecas y verbenas de nuestras ciudades. Al principio de los tiempos solo existían las verbenas como lugar para el lucimiento de la hembra y para lucir sus dotes de seducción. No era algo muy frecuente y ese día, o mejor dicho esa noche ella se ponía las pinturas de guerra, el mejor de los vestidos, entendiendo por «mejor» aquel que servía a sus turbios fines y se iba a la plaza del pueblo a menear las domingas, agitar las caderas y de ser posible apalancarse con un macho en cualquier rincón semi-oscuro en el que desatar los más bajos instintos suyos y de su pareja. Por supuesto todo se sabe y más pronto que tarde se corría la voz por el pueblo que tenían un Putón Verbenero, una hembra descuidada y rumbosa a la que no importaba airear la Flor de su secreto.
El tiempo pasó, los pueblos crecieron y se transformaron en villorrios y luego en ciudades y de la nada surgieron bares, restaurantes y discotecas y una marea sacudió a la masa juvenil y la desató, animándola a salir de marcha los sábados y luego los viernes y hoy en día hasta los jueves. La renombrada y rememorada verbena pasó a ser un evento semanal sin mayor importancia y los Putones Verbeneros parecían abocados a la extinción. Por suerte La Isleta existe y al menos en Gran Canaria esas hembras rumbosas que salen todos los viernes con tacones afilados, cortas de ropas y aún más escasas de cascos fueron bautizadas como Putones Verbeneros.
Ellas viven la vida y son sociables por naturaleza. Nadie sabe muy bien lo que hacen fuera del barrio pero se teme lo peor, se sospecha que se despatarran a la primera de cambio y ofrecen su gruta de los milagros a cualquiera que les pague dos copas y se las camele un rato. Así en la tienda de la esquina las noveleras y alcahuetas repasan su inventario de Putones Verbeneros y añaden y quitan nombres del mismo. La expresión no se detuvo ahí y aquellas a las que se calificaba de esa forma comenzaron a usarla para referirse a peligrosas compañeras de batalla, esas agraciadas por Dios con belleza corpórea y por supuesto absolutamente horribles por dentro, que ya sabemos todos que la belleza interior es patrimonio único y exclusivo de las bigotudas y las malhechas, que recibieron dicho don como premio de consolación y te lo restriegan a las primeras de cambio. Esos bellezones que nos alegran la vista eran aludidos por las otras como Putones Verbeneros, tratando de otorgar la mayor carga despectiva posible a la frase para que a nuestros ojos la manzana se torne en serpiente. No es algo que funcione porque ya me diréis quien prefiere la belleza interior a la alegría visual y a la sana envidia que puede despertar entre las amistades cuando te ven de la mano de un Putón Verbenero. Ya escucho las críticas que me hacen esos mismos que se compran un coche por encima de sus posibilidades para poder fardar o compran una casa que les ahoga por su hipoteca se empeñan en vestir con ropa de Lacoste cuando no se pueden pagar ni Modas Mamut. Hay mucha hipocresía por ahí afuera.
Al Putón Verbenero debemos celebrarlo como obra gloriosa de la creación de nuestro señor y no es nada peyorativo el recibir dicho calificativo, de hecho la que lo logra sabe que ha entrado en la Liga de Campeonas y está en un Olimpo al que muy pocas pueden llegar. Se tendrá que mantener y cuidar porque con la misma facilidad con la que se entra en ese club se puede salir del mismo.
Puedes leer más anotaciones relacionadas con este tema en el hembrario
Technorati Tags: desvaríos