Hace dos días vimos unas Setas concentradas y hoy tenemos el conjunto completo, o la mitad de este porque no se puede ver la otra parte. Nunca había visto un grupo tan grande y compacto. Se ve que consiguen abundante comida en el lugar. Están en un cruce entre dos caminos de bicicletas en algún lugar al noreste de Hilversum, cerca de un cementerio. No tienen la gracia y alegría de las Amanita Muscaria pero a mí me gustan.
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La Saga del Ombligo o por qué escribo una bitácora
Vamos a cerrar una inesperada trilogía que nació sin quererlo y merece cerrar su ciclo para movernos hacia temas más interesantes. Se le podría dar un nombre rimbombante, algo como la Saga del Ombligo para que luzca más. Comenzamos a dibujar el círculo en No hay mucho más que decir que no pretendía otra cosa que mostrar mi decepción por no poder encontrar lugares interesantes que leer y también porque aquellos que suelo seguir están en cierta forma en caída libre hacia la mediocridad más absoluta. Esta anotación salpicó fuera del tiesto y atrajo miradas de otros tuertos hacia esta tierra. La segunda entrega fue algo más tradicional y propio de Distorsiones, una tontería llamada Primera Blogoferia en la que nos cachondeábamos de esa nueva rama de maleza que parece querer salir en el jardín del sistema educativo y que conocemos como blogosfera. Resulta patético ver a los blogopedistas saltar de universidad en universidad para atiborrarse a croquetas y decir cuatro gilipolleces todo ello financiado con dinero público, que para investigación y convertir España en una potencia tecnológica no hay fondos pero para montar ferias con payasos y retardados sobran los euros y más si la repercusión es inmediata en los medios de comunicación cibernéticos.
Y ahora que estamos todos en la Onda completemos este paseo por los intríngulis de la creación de bitácoras. Ha fluido mucha corriente eléctrica por la Red desde que surgió la primera bitácora, un lugar en el que alguien compartía los enlaces que consideraba interesantes para que amigos y conocidos los usaran y al mismo tiempo para archivarlos, catalogarlos y tenerlos siempre a mano. Era algo parecido a lo que podemos hacer hoy en día con servicios gratuitos como del.icio.us. No había magia, ni grandes rollos o comidas de tarro. Alguien se fijó en el tema, le gustó pero lo adaptó dándole un tono más personal. Así aparecieron las bitácoras. Llegaron herramientas que facilitaban el trabajo y permitían al usuario el crear su contenido sin tener que preocuparse por el continente y de ahí hasta la actualidad con millones y millones de bitácoras en todo tipo de idiomas y todo eso que ya sabemos. Descartamos de un plumazo las páginas relacionadas con la tecnología porque ni son diarios ni merecen otra cosa que el desprecio. Hay que estar muy amargado para pasarte el día buscando noticias sobre productos estúpidos y que jamás llegarán a los mercados de Europa y traducir las cuatro chorradas que explican sus características para realizarte como persona humana que diría una folclórica.
¿Qué nos mueve a escribir un diario público? ¿Cuál es la energía que hace que te sientes frente a tu ordenador regularmente para plasmar aquello que cruza por tu cabeza? Si pudiera responder a esto de una forma global, trabajaría en una universidad de profesor me pondría ropa de pana y estaría mojando el churro en toda almeja de estudiante arrobada que pudiera pero por desgracia no puedo responder más que a mis motivaciones. Escribo una bitácora por placer, por entretenerme y divertirme con algo vivo. Esto es como un juego de Rol en el que yo soy quien modera la partida y voy escribiendo la historia que siguen una serie de jugadores. A veces tenemos visitantes extraordinarios, en otras ocasiones tratamos temáticas durante unos días y lo divertido del asunto es que hay un grupo de gente jugando y espero que pasándoselo bien. En lugar de situarnos en las Tierras Medias o en algún siniestro lugar de la Inglaterra del siglo XIX estamos en el presente en un mundo propio que se nutre de los sucedidos que retuerzo y manipulo a mi antojo. Hay una cierta dosis de realidad y un montón de fantasía. Las reglas del juego cambian continuamente al igual que los jugadores. Hay gente que llega y de repente caen en una degradación obsesivo-compulsiva que los obliga a entrar cada quince minutos y tras unas semanas superan su problema y quizás se queden más reposadamente o sigan su camino hacia otros lugares. La energía que me mueve a continuar es la interacción con otros y lo divertido que supone cruzar nuevos límites continuamente, derribar barreras que algunos piensan que deberíamos dejar tranquilas. Para aquellos que alguna vez hayan jugado a Rol saben que durante las horas que pasas con los amigos en el juego suspendes la realidad y aceptas que estás en un mundo distinto y eso es lo que yo trato de hacer por aquí. De algún rincón en mi corrupta cabeza salen ideas provocativas, ordinarias y soeces y las desarrollo observando luego lo que pasa cuando entran en el juego. Hay días que tiramos hacia el drama, días para el cachondeo, días de cine, días de hastío y días para viajar y conocer nuevas tierras. Todo eso regado con fotos que se intercalan entre tanta bobería para que el envoltorio luzca bonito.
Si estás leyendo puede que seas uno de los jugadores activos que repiten porque hasta ahora el juego les llena, o eres uno de los jugadores pasivos que observan sin decir nada pero que de alguna manera forman parte del juego porque siguen volviendo, o perteneces a ese grupo de gente que ha llegado hasta aquí porque algún buscador vomitó este resultado cuando intentaban encontrar algo totalmente distinto y que posiblemente esté relacionado con actividades de índole sexual.
La cantidad de realidad que hay aquí dentro depende del día y de mi estado de ánimo pero sin una vida que lo sostenga este tipo de experimentos no se pueden llevar adelante. Seguro que lees otras bitácoras y piensas que esas personas tienen vidas más miserables que la tuya o más fantásticas y quizás una brizna de envidia coletee a tu alrededor pero recuerda que nadie se expone al escrutinio público y que todos censuran y manipulan aquello que quieren decir en sus bitácoras porque forma parte del juego, o de verdad te crees que alguien es tan estúpido como para poner su diario privado al alcance de millones de ojos … Casi todo lo que lees es mentira y quien te diga lo contrario es un mentiroso. Si un día dejaste de creer en los Reyes Magos, no debería costarte mucho esfuerzo el asumir que una bitácora personal tiene de real lo que cualquier serie de televisión.
¿En qué acaba todo esto? En nada. Terminará pasando como todo en esta vida. Aprovecha esta invitación para jugar aquí o en otras bitácoras y toma parte activa en este enorme juego, diviértete, conoce virtualmente gente con motes absurdos y lee, enlaza y comenta allí donde te plazca. Todo forma parte de un gran espectáculo llamado Vida y si al final no te has divertido, no creo que haya merecido la pena.
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Aglomeración de setas
Ayer vimos una formación de setas muy densa y hoy tenemos otra distinta. Estas parecen garbanzos o huevas de pescado. Frente a la elegancia de las líneas y las sombras que veíamos ahora tenemos un grupo compacto de setas desconocidas que han invadido el tronco de un árbol y han florecido en dicho lugar.
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Pesadilla terrorífica con una friki
Se detiene el tren en Hannover y sube un montón de gente. Desde Berlín hasta Hannover el tren va medio vacío pero a partir de ese punto con la marabunta que se sube casi que se puede colgar el cartel de completo. La friki más grande que he visto en mi vida intenta sentarse a mi lado, todo producto de ese intenso magnetismo animal con el que parezco atraer todo lo raro que camina por este planeta pero termina desistiendo porque no hablo su idioma. Se pone en el asiento del otro lado del pasillo y se queda allí, mirándome atolondrada. Tiene unas gafas de pasta de esas que solo un friki auténtico puede llevar y un bolso con veinte kilos de equipamiento de alta necesidad. Estuvo todo el viaje hasta que se bajó escarbando en aquel baúl y sacando y guardando las cosas más inverosímiles. Yo la miraba flipando y ella sabía que estaba siendo escrutada por un Elegido pero el tema no solo no le preocupaba sino que le daba alas y la animaba a seguir con su frenética búsqueda. En aquella parte de nuestro viaje de vuelta yo iba escribiendo la historia de estos días en Berlín y no sé si fue por el color blanco de mi maravilloso Apple iBook o la delicadeza de mis manos lo que le hacía girar la cabeza todo el tiempo y observarme con la devoción propia de un creyente.
Perdí la concentración y mi distorsionado cerebro comenzó a hacer de las suyas cuando ella chupaba un refresco en un vaso con paja (cañita para otros). Me pregunto lo que se sentirá al empalar a una de esas frikis que pululan por el mundo. Seguro que se le disparan mil y un tics distintos y empezará a hacer cosas raras como si fuera un robot de la Guerra de las Galaxias al que han borrado la programación. Seguro que grita como endemoniada y se abraza al cipote o te tira de los huevos intentando arrancarlos para quedárselos de recuerdo. No me extrañaría si en el momento de correrse cierra las piernas y te corta el rabo con unas cuchillas que ha desarrollado a lo largo de años de frustraciones y miradas despectivas. Es todo un universo que aún no ha sido descubierto y al que no me atrevo a viajar, que yo jamás he creído en la belleza interior y me dejo llevar por la superficialidad y vulgaridad y no me importa reconocerlo.
Fijándome en su cara vi que tenía un lunar en medio de la nariz que le daba un aspecto extraño. En el centro del lunar crecían dos pelos solitarios. Tras años y años de evolución ese lunar o verruga está en disposición de producir gases tóxicos que te lanza directamente a la cara cuando intentas meter la lengua en esa boca negra y enmarcada en sarro.
La revisora llegó despertándome en el momento en el que soñaba que la friki boqueaba como un pajarito pidiendo comida mientras yo le daba los golpes sagrados con el miembro en la cara, esos tres toques que abren su apetito insaciable y la fuerzan a tragarse todo lo que le echen. Ella se tiraba de los pelos en ese momento y agitaba las piernas como un pollo al que le han cortado la cabeza, con espasmos musculares incontrolables. Su pelo era como el de Inma Monster, esa leyenda viva con la que tuve el dudoso placer de compartir algunos años en la universidad y que redefinió muchos de los conceptos que creía tener claros. A Inma Monster otros la llamaban la Centuriona porque su cabellera simulaba un enorme casco de soldado de las legiones romanas o al menos así nos parecía.
Fue un sueño extraño, apropiado para una noche de Halloween y espero que nunca se haga realidad. De este tipo de cosas podría salir la próxima gran serie de películas de terror, que estamos de sequía de buenos títulos y necesitamos un aire fresco en el género para esta primera etapa del siglo XXI.