Después de todos estos años viviendo en la parte superior de la vieja y heroica Europa aún no dejo de sorprenderme cuando me tropiezo con alguno de esos frikis que rondan por el continente. Hoy me gustaría hacer un llamamiento al levantamiento de todos los ciudadanos de esta tierra en contra de esa plaga que asola nuestra sociedad y que se puede definir escuetamente como MAL GUSTO. No cuesta mucho el salir a la calle un pelín adecentado o en su defecto en modo alternativo e insolidario. Uno aprende a combinar colores, formas y texturas de una forma natural, o eso creía yo hasta que cogí un avión el año 2000 y me planté en Holanda. Ese mismo verano se me rompían las retinas cuando me cruzaba por la calle con gente que parecía vestir mal a propósito, con colores discordantes o ropas inadecuadas para las condiciones atmosféricas.
Tuve que tragarme raciones de aceite de ricino con gente que vestía como para ir a la playa en Miami cuando en la calle había cinco grados o los que iban preparados para saltar a las pistas de Aspen con más de treinta grados en el ambiente. Dejé de sorprenderme con esos bichos raros y asumí que son un pequeño porcentaje de la sociedad y seguramente buscan llamar la atención porque sus novias no se las chupan o sus maridos no les comen el potorro como deberían. Lo dejé correr y me olvidé del asunto hasta que un día me descubrí agitando la pierna derecha frenéticamente. Todo aquel que me conoce sabrá que eso sucede cuando se activan mis modos de impaciencia o el de disgusto. En este caso el meneo se debía a mi disgusto por algo. Miro a mi alrededor y lo único que hiere mi vista hasta límites difícilmente soportables eran los calcetines blancos que llevaba un hijoputa junto con zapatos de vestir. Pero ¿por qué?, ¿qué le hemos hecho los demás para que nos haga esto?, Que lo detengan ya mismo, lo metan en chirona o lo destierren de este continente. A algunas personas se les debería prohibir el comprar calcetines blancos porque hacen un uso erróneo de los mismos. No solo se los ponen con zapatos de vestir, rompiendo la armonía del universo y posiblemente matando ángeles con su desidia y maldad, es que esos mismos además son capaces de ponerse calcetines blancos con SANDALIAS y se pasean de esa guisa por las ciudades, felices y contentos, martirizando a esos seres sensibles como un servidor que disfrutan con el canto de los pájaros (y no me refiero al hedor del chicha de la Loli), esos atardeceres rojos y con la inCultura en general.
Tenemos que tomar medidas drásticas para acabar con esta gente y tras mucho pensarlo he llegado a la conclusión que solo podremos corregir estas anomalías haciendo uso del Condicionamiento Clásico. Sé que todos nos movemos en el mismo nivel intelectual, ese que está cercano al fango y no creo que sea necesario explicar que este condicionamiento es un tipo de aprendizaje basado en la asociación entre dos estímulos. Me explico. Si cada vez que vamos por la calle y vemos a un tío con sandalias y calcetines blancos y le arreamos un pisotón, después de unas doscientas veces o cambia su tipo de vestir o termina en silla de ruedas. El hombre (o la mujer) aprenderá de una forma sencilla y fácil que eso que hace está mal. Esto se lo curraba ya hace un tiempo el amigo Pavlov con chuchos y pienso yo que si un perro es capaz de reaccionar al método, un gilipollas mal vestido también (ya sé que es mucho asumir pero tenemos que mantener la fe en la especie humana). Con los que llevan calcetines blancos y zapatos de vestir podríamos emplear la patada en los tobillos como forma alternativa de re-educación. El hecho de emplear un método que implica dolor incrementará las posibilidades de éxito. Tarde o temprano estos hijosdeputa se pondrán las sandalias sin calcetines o los zapatos con calcetines de un color apropiado. Si tenemos éxito podremos extender el radio de acción a los que se ponen náuticas con calcetines, otra blasfemia que no se perdonará a la hora de subir al cielo. Estoy totalmente convencido que todos padecemos con la visión de estas atrocidades pero nuestra buena educación y las rígidas reglas sociales nos impiden comentar con los demás estos desatinos así que aún lamentándolo me tengo que levantar y comenzar esta cruzada porque debemos hacer algo para acabar con esta plaga.