Dejamos atrás Maspalomas y Playa del Inglés y comenzamos a subir hacia el centro de la isla. Un cuarto de hora más tarde nos detenemos y miramos hacia atrás. Las dunas separan la tierra del resto, no sabemos si es agua o cielo lo que hay más allá. Vemos la espectacularidad de las dunas y su tamaño, una enorme franja que corta la foto de lado a lado. El barranco en el que nos encontramos enmarca la imagen, con la carretera de Fataga serpenteando entre rocas y parajes áridos. Esto es Gran Canaria, un lugar de contrastes.
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Temporada muy alta
Otra de esas semanas que te dejan sin aliento. La comencé recuperándome de la visita de mis amigos alemanes y he llegado al fin de semana con las pilas agotadas. Entre medias he estado trabajando en Nijmegen en uno de nuestros clientes, he toreado grandes tormentas y de alguna manera siempre salgo intacto de las mismas. La semana que viene, el miércoles, se sabrá si me dan el nuevo puesto. Ese día tengo la entrevista definitiva. Todos lo dan por supuesto pero yo prefiero no confiarme. De hecho he comenzado los preparativos para el más negativo de los escenarios, aquel en el que no me permiten cambiarme a otra división. De suceder eso, antes del fin de la semana que viene mi currículum estará en el mercado y estaré buscando trabajo inmediatamente. Hace años no teníamos las herramientas de hoy en día, por ejemplo LinkedIn. Es el tipo de cosas que en España no se usan. Es un país ombliguista y donde se consigue trabajo por enchufe y cosas como estas no encuentran su sitio. Aquí en Holanda es exactamente lo contrario. Creas tus redes y las compañías que quieren contratarte siempre tratarán de averiguar a través de la gente que te conoce si realmente eres lo que ellos están buscando. Las referencias por tanto son muy importantes y los títulos son algo accesorio y que está bien pero nada más, no como en la piel de toro donde la titulitis es una enfermedad muy extendida.
Esta semana también me visitó mi amiga la peruana con su familia. Me ha costado casi un año convencerla para que visite mi nueva casa. Los agasajé con el menú oficial de la temporada de verano, el mismo que he estado sirviendo en todas las visitas. Consta de dátiles con bacon, pipirrana, pimientos asados, tortilla de papas, tabla de embutidos españoles y queso canario, gambas al ajillo y de postre flan de huevo. Todo un despliegue culinario en plan tapas. Pronto empezaré a preparar el menú de otoño que será más sencillo en cuanto a número de platos pero más espectacular en cuanto a preparación. Me he vuelto un maestro en la preparación de estos platos. La semana que viene haré un nuevo despliegue culinario para otros amigos. El tipo del mercado flipa conmigo y las cantidades de pimiento que me llevo. Mi amiga la peruana se casa de nuevo en Perú el año que viene en Marzo y ya me he apuntado. Los seguidores peruanos ya pueden apuntar en su agenda esa época porque estaré visitando su país al menos dos semanas y espero conocer a algunos de los que me leen desde allí.
Por lo demás creo que he producido una excelente semana en términos de bitácora a pesar del mes en el que nos encontramos. Como todos los años en Agosto intentaré escribir historias extrañas y que no terminan de encajar en mi bitácora. Ya habéis visto un par de ellas esta semana y habrán muchas más. Buscaré el continuar las que están a medias y complementarlas con otras pequeñas (o de un solo capítulo). Sobre Frugoni es un nombre de tango decir que es un título que lleva cerca de dos años en mi fichero de historias y no parecía querer salir del mismo hasta esta semana. Me alegro mucho y aunque no ha sido lo que esperaba, me ha gustado bastante escribirlo.
Este fin de semana intentaré desconectarme y descansar un poco, ver al turco y que me cuente todo sobre su boda. el calendario de bodorrios es de película. Primero una boda en Estambul, después en Lima y finalmente en Huelva. Casi nada. Si no consigo cambiar mi destino creo que visitaré Dubai por motivos de trabajo en Septiembre y más tarde Sudáfrica. Espero salvarme de ambas visitas ya que son proyectos condenados al fracaso y odio ser el que ha de dar las malas noticias a los clientes. Mucho antes de eso visitaré las Canarias por una semana y prometo que esta vez no veré Telecinco para no tener que hablar de la música que ponen en los intermedios. Me cansa borrar tantos insultos.
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Dunas con Faro al fondo
Antes de seguir nuestro camino hacia otros lugares de Gran Canaria, miremos por última vez las dunas de Maspalomas, en esta ocasión con el faro de Maspalomas al fondo. Hace décadas mi abuelo trabajó en ese faro y crecí escuchando historias sobre los primeros turistas suecos y como el regimen franquista tuvo que permitirles hacer nudismo. El sistema fue bastante curioso. Pusieron policías para controlar los puntos de acceso a las dunas y los locales no podían pasar. El Faro, las Dunas y la playa de Maspalomas despiertan siempre muchos recuerdos cuando los visito. He visto aquel lugar cambiar y pasar de ser un pequeño oasis con unos pocos hoteles y bungalows a una gran ciudad turística con sus ventajas e inconvenientes. He visto correr el barranco de Maspalomas con agua de banda a banda y he visto la charca de Maspalomas casi vacía. He caminado por las dunas en infinidad de ocasiones, me he tirado rodando desde las más grandes, he hablado con Dios desde allí y estoy seguro que me ha escuchado. Maspalomas está en mi corazón y allí seguirá por siempre.
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Frugoni es un nombre de tango
Flotaba por la pista de baile de una forma mágica. La música lo llevaba junto a su pareja, una hermosa joven a la que había conocido un día en una terraza. Aquel día cambió su vida, le encontró un nuevo sentido a todo.
Lo de ellos fue amor a primera vista. Tardaron una fracción de segundo en convertirse en uña y carne. A partir de ese momento ya nunca se les vio separados. No podía existir el uno sin la otra. Eran la viva imagen de la felicidad. Ella lo descubrió todo sobre él, escuchó sus lamentos, sus preocupaciones, su historia hasta aquella tarde en que se conocieron y cuando él terminó su relato comenzó a cambiarlo, a mejorarlo y ajustarlo para lo que les esperaba por delante. Su historia no había sido fácil. Ya en el colegio los chiquillos se metían con él y lo perseguían gritándole su apellido: Frugoni. ?l trataba de escapar pero no siempre le era posible. Era un pobre niño con grandes gafas de pasta y aspecto desgarbado que se prestaba a ser ridiculizado. Se le podía ver corriendo por el patio seguido de una nube de enanos como él que le gritaban y los profesores nunca hacían nada para evitar aquel acoso. El pequeño Frugoni creció huyendo, sintiéndose rechazado por todos. En el instituto la gente se decía entre ellos no seas Frugoni cuando querían indicar una bobería y las gilipolladas eran Frugonadas. Había una línea completa de insultos e interjecciones con su apellido. ?l nunca se quejaba, nunca decía nada, sabedor que no lo escucharían y que reforzarían las chanzas si osara hacerlo. Procuraba pasar desapercibido pero era como un imán que atraía la maldad de los demás, que extraía lo peor que llevaban dentro y los incitaba a vilipendiarlo.
En la universidad no mejoraron mucho las cosas. Seguía siendo el blanco fácil que elegía cualquier chaval que buscaba impresionar a las chicas. Tenía que cargar sus libros y todas sus cosas continuamente porque si dejaba la mochila en algún lado se la cogían y la tiraban, la vaciaban o hacían algo peor. Nadie alzó nunca la voz para defenderlo. Tampoco lo pretendía. Unos vienen a este mundo con todo resueltos y otros tienen que esquivar obstáculos continuamente. Es la ley de la vida. Siempre ha sido así. Por eso la tarde que tropezó con aquella preciosidad de chica se deshizo en disculpas. Ella le tapó la boca con su mano y se agachó a recoger las cosas que se habían caído. ?l se puso a ayudarla y fue entonces cuando se miraron a los ojos y algo mágico sucedió, una chispa encendió miles de rincones dormidos en su ser y una sonrisa le cruzó la cara. Se sentaron y estuvieron hablando durante horas.
Pasaron los días, las semanas, los meses y una serie de pequeños cambios tuvieron lugar en su interior. Cada día era una maravillosa aventura que comenzaba antes de abrir los ojos. Pensaba en ella antes que en nada más y se acostaba con su imagen grabada en su memoria. Era un hombre feliz. La gente dejó de reírse de él y de hacerle pequeñas trastadas. No sabía muy bien si lo habían aceptado o asumieron que tendrían que llevarse bien con él. De pronto tenía amigos y se integró en una banda de universitarios chillones y entusiastas. Iba a fiestas y quedaba los fines de semana con gente, la misma que siempre lo había repudiado. Ella era la luz de su vida, el sol que le daba energía y le mostraba el camino.
Se graduaron, encontraron trabajo y comenzaron a vivir juntos. Entre ellos bastaba una mirada, sobraban las palabras y los gestos.
Por su cumpleaños ella le regaló un bono para una academia de baile. A él no le hizo mucha gracia, se seguía viendo como el patito feo pero puesto que lo harían juntos no podía ser tan malo. El primer día de clase la profesora les explicó un montón de conceptos y técnicas y no tuvo que bailar. En la segunda clase fue su bautismo. La música sonaba y ejecutaron sus primeros pasos. Pronto estuvo claro que tendrían que cambiarse a otro nivel porque estaban muy por encima del resto. En ellos bailar era algo natural, se seguían perfectamente, no cometían ningún error y la gente se paraba a mirarlos porque era un placer el verlos danzar.
De aquella academia pasaron a otra y luego otra más. En todas siguieron mejorando su técnica y los profesores sentían que allí había algo grande, que aquella pareja llegaría muy lejos. Finalmente encontraron a aquella vieja dama que parecía haber vivido desde siempre. Ella lloró la primera vez que los vio bailar juntos. Los adoptó y empezó a entrenarlos para el campeonato mundial de baile de Tango. La mujer no había podido cumplir su sueño en su juventud por no haber encontrado la pareja adecuada y ahora podría realizarlo a través de ellos. La preparación fue muy intensa y al mismo tiempo divertida. El tango era un baile que requería una compenetración perfecta y ellos la tenían. Estaban hechos para bailarlo sin parar. Pasaron todas las rondas clasificatorias sin más problemas y finalmente llegaron al campeonato mundial de baile de Tango.
Se apagaron las luces, un foco los iluminó y la música comenzó a sonar. Ellos hicieron lo que mejor sabían hacer: Bailar. Volaron por la pista acompañados por una música a la que ellos ponían movimiento. Existían el uno para el otro y no notaban la presencia de los miles de espectadores ni de las cámaras. Ellos eran uno con la música, su simbiosis era perfecta. Cuando acabó el baile y quedaron allí quietos, petrificados, la gente que hasta ese momento había asistido atónita al espectáculo rompió en gritos y aplausos. En la pantalla salía el nombre de la pareja y todos comenzaron a corearlo al unísono. FRUGONI, FRUGONI.
Hubo otras parejas que lo hicieron muy bien y que quizás en otras ocasión habrían merecido ganar pero aquel día solo podía triunfar uno y estaba claro que Frugoni es un nombre de tango.