Ya sé que al leer el título de esta anotación en seguida nos viene a la cabeza la visión de los soldaditos en el cuartel con sus literas y demás pero esta palabra también tiene un significado oculto que hoy vamos a desentrañar. Desconozco si se usa de la misma forma en algún otro lugar que no sea La Isleta, esa pequeña república independiente en la que yo crecí y donde se cultiva un habla propia.
Cualquiera que haya seguido esta serie hasta este momento sabrá que aquí no tratamos de solucionar los grandes problemas del mundo ni nada por el estilo. Somos más simples y simplones y solo queremos recordar algunas palabras y sus significados específicos antes de que desaparezcan de ese precioso instrumento que es nuestra lengua. Como somos de mente sucia y obscena casi todas las palabras de las que hablamos tratan de lo mismo, es una danza en círculo alrededor del único tema que ha estado en boca de los humanos desde la creación.
Hoy le ha llegado el turno a los Petates. Cuando era un infante y vivía en la Isleta recuerdo que oía hablar a mi abuela de los petates y calificaba con esa palabra a algunas vecinas. Conforme fui creciendo y mi comprensión maduró pude comprobar que mi abuela se refería de esa forma siempre a otras vecinas, habitualmente jóvenes y en edad de darle alegrías a su cuerpo mediante la fornicación. De esta forma llegué al conocimiento de los mismos. Un Petate no es más que una joven (o madura) ligera de cascos y de la que se sospecha o se tiene la certeza que es fresca, facilona o simplemente no tenemos otro calificativo para poder criticarla. El mundo está lleno de Petates y este grupo tan grande se pasea con orgullo por la faz del planeta. Gracias a ellas existimos, somos carne y substancia y por ellas haremos las locuras más grandes. Toda mujer que se precie DEBE en algún momento de su vida convertirse en un Petate y usar ese agujerillo con el que fue dotada para algo más que la implantación de compresas y tampones. Mi abuela le daba un tono despectivo y sucio pero yo entiendo que hay que estar agradecidos al buen Dios porque sin los Petates el mundo estaría lleno de beatas, mojigatas y santonas, especies que de todos es bien sabido que son carne de machorra.
Siempre he sospechado que el petate surgió como una pequeña perversión de la palabra puteta, hembras de las que algún día hablaré y que también merecen acabar reseñadas en esta zafia bitácora de lo insubstancial. La palabra petate se está perdiendo y ya no nos referimos a hembras de ningún tipo calificándolas de esta forma. Me temo que era parte del dialecto de barrio que desaparece al mismo tiempo que nuestras ciudades se convierten en templos del aislamiento en donde la gente ya no conoce a sus vecinos y no sale los domingos a la calle a criticar y despellejar al prójimo.
Si te sientes viva, si disfrutas la vida a cada instante y no te importa lo que digan o quien lo haga, seguramente seas un petate y aunque inicialmente creas que hay cierta carga negativa en la palabra, en realidad es un cumplido y una forma de rendirte pleitesía. Pasea con orgullo este título y lo que ello conlleva, dale alegría a tu cuerpo y cosas buenas y no tengas miedo en reconocer aquello que eres.
Me gustaría terminar diciendo que el pertenecer a la categoría de los Petates no excluye de ninguna de las otras que hemos visto hasta ahora e incluso las complementa. ?nicamente aberraciones como las calientapollas quedan excluidas de esta categoría y no pueden pertenecer a la misma hasta que superan esa fase de sus vidas.
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