Distorsiones

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  • Callientapollas

    15 de mayo de 2006

    Seguimos con esta revisión de los diferentes comportamientos humanos desde mi particular punto de vista y hoy le toca el turno a las calientapollas, esas que todos conocemos y que tienen una conducta particularmente puñetera y frustrante para el macho masculino. Lo mejor es ilustrarlo con un ejemplo.

    El otro día volvía a mi casa desde el trabajo en el tren. Por algún retraso anterior el tren venía bastante lleno. Yo siempre me quedo en los vagones especiales para bicicletas haciendo mis sudokus y escuchando audiolibros. En la siguiente parada se subieron al tren una pareja. ?l era el típico cabeza de queso de más de metro noventa, delgado como un compás y con el desgarbamiento habitual. Ella era la típica chica asiática modosita de tamaño compacto, carita de no haber roto un plato en su vida aunque sí de haber comido más miembros de los que seguramente sepa contar y con esa belleza extraña que tienen las mujeres de ese lado del mundo cuando no son cabezudas como la hermana del Chino. Yo lo vi claro desde el principio y como yo seguramente toda la gente que estaba en aquel compartimiento pero el chico parecía ciego. ?l flirteaba con aquella hembra y le mandaba señales claras y fuertes sobre sus intenciones. ?l lo que quería era mojar el churro, embragar, darle de comer a su pajarito y eso que se dice. Ni siquiera se lo estaba insinuando, se lo estaba escribiendo en el aire en letras del tamaño de farolas mientras que ella se reía, le seguía el juego, le ponía una mano encima, lo acariciaba, le daba esperanzas y cuando el chico trataba de acercarse lo bloqueaba y lo empujaba para atrás. El juego siguió durante todo el camino y lo que sabemos con seguridad es que aquel pobre de hacer algo ese día, fue con la ayuda de su mano o de la Chochona que se compró en un sex shop. En la estación la vi despedirse de él y mandarlo a freír espárragos. Si el chico no hubiera estado ciego se habría dado cuenta desde el principio y no hubiera perdido su precioso tiempo con esta calientapollas.

    Están ahí, a nuestro alrededor. Llevan aquí desde el comienzo de los tiempos, son como una plaga que ha asolado la humanidad desde que tenemos memoria. Las calientapollas son esas hembras que juegan a engatusar al macho humano, le hacen albergar esperanzas y cuando ven que lo tienen más caliente que los fogones del infierno les dan la espalda y los dejan yertos, frustrados y de una mala leche legendaria. Todos las conocemos y aquellos que han sufrido con sus provocaciones han desarrollado una particular sensibilidad hacia las mismas y son capaces de verlas venir de lejos. En cada grupo de amigos siempre hay una que ostenta el título de calientapollas, una que ya se ha trabajado los machos de la manada y ha dejado su sello de frustración escrito en varios de ellos. Por suerte hoy en día todos tenemos correo electrónico y programas de mensajería instantánea y pronto se sabe que tenemos entre manos una de esas en la banda. Lo único que se puede hacer es sonreírle e ignorarla, para que así se infle a decir que eres mariquita mientras te pules a todas sus amigas para que se lo nieguen. Lo malo es que estas calientapollas tienden a ser hembras hermosas y de buen ver que además son plenamente conscientes de su poder y abusan del mismo. Nuestro idioma es bastante rico en vocabulario y pese a los intentos de los chichones por simplificarlo y convertirlo en una sombra de sí mismo, no debemos olvidar la belleza de palabras como esta que tan sabiamente describen algo.

    Una de esas maldades que practicamos a menudo es la de sugerir al nuevo lobezno que llega a nuestro grupo que ella está como loca por él y que seguro que lo tiene fácil. El chaval se cegará y se lanzará como un kamikaze hacia ella completamente convencido de su éxito. No escuchará a nadie que le intente poner sobre aviso y se estampará contra la muralla de la calientapollas sin remedio. Los demás observaremos entretenidos el experimento riéndonos y comprobando como el chaval pasa por todo tipo de etapas que resultan en el incremento de su frustración una y otra vez hasta que finalmente desiste. Inicialmente tendremos alguien resentido y que no se fía de nuestra bondad y camaradería pero pasado un tiempo verá que todos han de pasar por esa experiencia y las cosas volverán a ser normales.

    No hay nada malo en conocer alguna calientapollas en tanto en cuanto mantengáis las distancias y no le permitáis nada. Tarde o temprano acaban enamorándose de algún gilipollas que las humillará, ninguneará y puteará todo lo que pueda y de esa forma se restablecerá el equilibrio y ellas recibirán el premio por todo el mal que hicieron en sus años mozos. Si conoces alguna, dale un gran abrazo la próxima vez que la veas y dile que yo y todos los hombres del mundo le mandamos muchos recuerdos y que esperamos que algún día encuentren eso que se merecen.

    Seguramente hay el equivalente masculino de este tipo de gente pero yo lo desconozco por razones obvias y tampoco conozco el nombre por el que son conocidos si es que hay alguno.

    Y qué forma mejor de acabar que poniendo la definición del RAE para esta palabreja:

    Calientapollas: Persona que excita sexualmente a un hombre sin intención de satisfacerlo

    Puedes leer más anotaciones relacionadas con este tema en hembrario

    Technorati Tags: desvaríos

  • La semana pasada en distorsiones

    15 de mayo de 2006

    Continúo tratando de encontrar la luz al final del túnel o algo por el estilo. La vida social me sigue pasando factura en forma de kilos y barrigón. Podéis leer algo sobre el tema en Entre fogones y jardines. De paso si alguno se anima que me mande recetas para cocinar pasta que yo sigo apuntándolas todas. No ha habido mucho más sobre mi vida aunque sí se ha hablado un poco de la bitácora en Spam y enlaces raros y en Juguemos fuerte. Siempre es interesante el escuchar lo que la gente tiene que decir sobre este juego.

    Esta semana ha arrancado una nueva historia y he optado por crear la categoría Relatos para que se sepa claramente lo que hay. Esta historia, sin título definitivo que imagino aparecerá como por encanto algún día por ahora se llama El rincón del parque y está bastante lejos de lo que suelo escribir lo cual hace que me cueste bastante continuarla. Imagino que acabará como un sangriento cuento, pero ahora mismo ni yo lo sé. El colega El Tote también ha dejado un nuevo episodio de su vida en El Tote. Toda la verdad de Willy donde trata de aclarar ciertos malentendidos sobre su hermano, entre otras cosas. También en este batiburrillo variado se puede incluir Enhuevado con un par de fotos geniales que tomé el día de la Reina.

    La división que produce los Desvaríos no ha estado muy sembrada esta semana y solo ha visto la luz uno llamado Empenenada que tendréis que leer si queréis saber de qué va pero que ya os adelanto que no es nada que se os pueda estar ocurriendo.

    Como suele ser habitual las Fotos llenan las mañanas y esta semana hemos continuado con el homenaje al Koninginnendag. Se pudo ver Equipo de patinadores, Barco naranja, Susurros en naranja, Orange Cowboy y también llegó el Tulipán Gatagris al club de las 500.

    Acabamos con la única película de la que he hablado esta semana, The Last Sign – La última señal algo que no merece la pena ser visto.

    Y eso es todo. Ha sido rápido, ¿no? Y ahora que tenemos algo de tiempo, qué mejor que aprovechar para elegir un regalito y alegrarme el día. Puedes encontrar las cosas que he preseleccionado en los siguientes enlaces:
    – Wishlist en Amazon UK
    – Wishlist en Amazon USA

  • The Last Sign – La última señal

    14 de mayo de 2006

    No se puede acertar siempre. En uno de los frecuentes pallufos con los que bleuge me premió en mi pasado viaje a Gran Canaria, visto que no pensaba aparecer por la ciudad para vernos miré la cartelera y vi que había algo que quizás estuviese bien, algo llamado The Last Sign o La última señal en cristiano. Ya puestos compré mi entrada con mi carnet de estudiante que me otorga un descuentillo y me senté en la sala.

    La historia es la típica que hemos visto una y mil veces. Una viuda julay con el chichi irritado por la falta de uso y abuso del mismo y con dos niños agilipollados se encoña con el vecino francés y se dedica a darle besos negros entre espasmos del fantasma del hijoputa alcohólico de su marido que no soporta que otras salchichas le tapen el cerolo sexual a la penca de su esposa. Después de un huevo de tiempo la julay, el gabacho y los chiquillos se pegarán tiros de gofio y serán felices y comerán hamburguesas entre estertores fantasmales.

    La cosa viene a ser un megamix de todas las películas de fantasmas y coñas sobrenaturales de los últimos años. Todo aderezado con un cacho de carne francés que es la principal novedad, ya que habitualmente ella es la chachona y la que recibe todo el bla bla bla pero en este caso la tipa se pone cachondísima cada vez que el francés se quita la camisa en plan chaval de anuncio de Cola Light. Por lo demás todo está más visto que las tetas de Pamela Anderson, no hay grandes sorpresas, nadie sobresale por una actuación de esa de las que te ponen lágrimas de cocodrilo en los ojos y después de unos minutos ya ni te acuerdas de la película. Es lo que hay.

    Así que si te apetece practicar en tu sofá te sugiero que esperes a que salga en vídeo o la den por la tele y si realmente sientes la necesidad imperiosa y acuciante de ver esto, entonces tómate un nolotil, fúmate un porrillo antes y llévate una buena almohada al cine.
    gallifante

    Technorati Tags: cine, the last sign, movies

  • Tulipán Gatagris en el club de las 500

    14 de mayo de 2006


    Tulipan, originally uploaded by sulaco_rm.

    Otro tulipán que entra a formar parte del club de las 500. Gatagris llegó a esta página hace poco más de un año y desde entonces ha sido una comentarista habitual. Tiene mérito que sin conocerme no se haya marchado absolutamente escandalizada hace tiempo. Pues eso, que tenemos una nueva oportunidad de disfrutar con esta belleza y aprovecho para agradecer la constancia a Gatagris y a todos aquellos que siguen entrando día tras día.

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