Esta semana parece estar escribiéndose sola. No tenía pensado que fuéramos por estos derroteros pero que se le va a hacer, el Señor ha querido estigmatizarme y cubrirme de insubstancialidad y vulgaridad y pienso tomar de esa medicina tanto como pueda. Después de haber analizado milimétricamente a la fea del bar llega la hora de desvelar uno de los misterios que rodean a esta bitácora desde sus comienzos. Hoy hablaremos de la chocha del martes.
Casualmente hoy es martes, así que el día se presta. Esto lo tendría que haber hecho hace mucho pero en fin, ya sabéis lo que dicen, mejor tarde que nunca. Cualquiera que haga una búsqueda en Google o en esta bitácora verá que la expresión la chocha del martes se repite con frecuencia. Sus orígenes vienen de la prehistoria, hace más de quince años. Por aquella época los vídeos comunitarios estaban por todos lados y algunas emisoras de televisión pirata comenzaban a aparecer. En la Isleta, república independiente, de donde yo soy oriundo, existían varias de esas emisoras que emitían sin respetar derechos de autor y toda esa mierda legal que hay hoy en día. En aquella época comprabas el equipo, lo instalabas y a violar la ley una y otra vez sin pararte a pensar en las consecuencias. Esas televisiones ponían películas que sacaban del videoclub y en algunas tenían programas de producción propia bastante cutres. Uno de esos programas era musical y en él ponían vídeos de aquella época, sin lugar a dudas el mejor de los tiempos. El programa lo presentaba un chaval muy saleroso y siempre pedía a las chicas de la ciudad que le mandaran fotos para elegir el martes a la chocha del martes, la cual tenía el privilegio de acudir invitada al programa y presentar el último vídeo. La selección de la chocha del martes era arbitraria y totalmente basada en el aspecto exterior, allí no había espacio para gordas, tuertas, malhechas y similares. Siempre elegía hembras menores de edad en plena gloria sexual con poca ropa, una capacidad casi nula para articular frases coherentes y un aspecto de esos que cortan el aliento. El tío llegado el momento comenzaba a gritar y a dar saltos y anunciaba: Aquí llega, aquí está, demos la bienvenida a la chocha del martes y en ese momento la elegida entraba. Si había suerte hasta sabía hablar pero si no la cámara se regodeaba en sus tetas y punto.
Pronto en el círculo de intelectuales entre los que me movía se generalizó la expresión la chocha del martes para referirnos a hembras cañón, mujeres que te entran por los ojos y te salen por la erección entre las piernas. En la universidad solíamos acudir a alguna clase en Derecho para atisbar chochas del martes porque todo el mundo sabe que en Telecomunicaciones e Informática hay muchísima belleza interior pero lo que son las las chochas del martes brillan por su ausencia. A partir de ahí se creó la leyenda: la chocha del martes es esa hembra inalcanzable que si tenemos la suerte que pose su vista sobre nosotros y nos da una opción, nos reventará y nos exprimirá cual vampiresa hasta que no quede una sola gota de leche mangorra dentro de nosotros. Es una devoradora de hombres, una tipa de rompe y rasga, una seductora nata que en muchas ocasiones ni siquiera se da cuenta de su poder y camina por la vida arrasando machos y dejándolos tirados en la vereda por la que avanza.
Uno no suele cruzarse con más de una de estas, son eventos irrepetibles y que marcan de por vida al sujeto. Algunos ni siquiera podrán decir que han estado con una chocha del martes el día del Juicio Final y notarán que su vida está vacía y que faltó algo para poder decir que habían vivido. Una chocha del martes se casa cuando quiere y con quien quiere. No está sujeta a las reglas del resto de los mortales y se le permite todo. Su sola presencia en una sala es motivo de bula papal y de bendiciones Urbi et Orbi porque es casi tan fuerte como andar acompañado de un arcángel o quizás incluso más.
Los que las hemos visto las adoramos y no necesitamos otras pruebas para saber que Dios existe y no es musulmán. Cada una de ellas es un trozo de gloria celestial que transita por esta nuestra tierra para recordarnos nuestra sagrada misión, que no es otra que disfrutar de la vida tanto como podamos. Si alguna vez has visto una sabrás lo que quiero decir, seguro que notaste la erección instantánea, sentiste como tus ojos no se podían apartar de ella y como tratabas de que te mirara e hiciera un gesto que te colmara de felicidad.
Hoy es martes, uno de los días del Señor y celebramos que el mundo está lleno de chochas del martes que proclaman su gloria infinita. Sal a la calle, búscalas, póstrate ante ellas, humíllate si hace falta y si tienes la suerte de comérselo a alguna de ellas, no te olvides de agradecer al altísimo tamaño privilegio.
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