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  • Territorio salvaje

    4 de septiembre de 2005

    Me levanto a las cuatro de la mañana, me doy una ducha y cuando salgo a la calle ya me está esperando el colega con el que voy a ir a ver los ciervos. Joder, que aún hay gente volviendo de la discoteca recién cerrada por la calle y los taxis se apiñan en su puerta, como depredadores buscando presa. Cruzamos la ciudad, casi muerta, entramos en la autopista y cruzamos el país de noche. Para no dormirnos vamos hablando todo el tiempo. En holanda no hay programas de radio nocturnos, no como en España. Trato de explicarle al colega que en mi país los hay a patadas y que todos están cortados por el mismo patrón: friki abre las líneas telefónicas y la gente llama para contar desgracias y nunca se sabe si son ciertas pero te quedas asombrado de lo que se ensaña Dios con algunos. Son gente solitaria, que buscan de esa forma compañía. Aquí sólo tenemos música.

    Llegamos a nuestro destino a las cinco y media. Partimos de la entrada de un camping que está en el medio de la nada, rodeado de bosques y oscuridad, sin estrellas en el cielo, gracias a la polución ambiental de la que disfrutamos en estos Países Bajos. Nos damos un paseo y descubrimos las bicicletas que habíamos alquilado. El tío que lo hizo nos dijo que las dejaría en algún lugar en el que las pudiéramos encontrar y así fue. Estaban con nuestros nombres en unas pegatinas. Las cogimos y volvimos al coche. A veces me sorprende como en este país las cosas funcionan por confianza. Alguien habla con uno por teléfono y te deja dos bicicletas de puta madre que luego le devolverás y le pagarás el alquiler. Ese alguien solo tiene un nombre y un número de teléfono que no ha podido verificar. ?l confía en nosotros igual que nosotros confiábamos en que tras recorrer cien kilómetros, habrían bicicletas disponibles.

    Cinco minutos antes de la hora de partida aparece todo el mundo al unísono. Yo pensaba que iba a ser un grupo reducido, porque al fin y al cabo no creo que haya mucha gente dispuesta a madrugar por ver ciervos pero parece que me equivoqué. ?ramos veinte en total. Eso sin incluir al guía, un tipo que parecía sacado de la serie de dibujos animados de David el nomo. Iba vestido completamente de verde, con un gorro de estos como los que usan los guardas forestales americanos y una barba espectacular. El colega parecía haber vivido fuera de la civilización durante toda su vida. Hizo algún comentario que supuestamente era gracioso pero nadie le vio la gracia. A la hora convenida nos pusimos en marcha. Nos contó que serían unos veinticinco kilómetros de paseo en bicicleta en el que posiblemente veríamos ciervos y alces.

    Empezaba a clarear, aunque no mucho. Definitivamente no había suficiente luz para hacer fotos y no creo que a los bichos les guste que los saquen con flash. Nos adentramos en un bosque por senderos muy poco señalizados. Estábamos en silencio. ?nicamente se escuchaba el sonido de las ruedas de todas las bicicletas al rozar la tierra y algunos frenos que gritaban al ser usados. Tras quince minutos, sin aviso previo, el tío se tiró de la bicicleta y la dejó en el suelo. Salimos corriendo detrás de él que señalaba algo. Nos había dejado prismáticos y así pude ver que se trataba de un jabalí. Creía que ya no existían en Holanda. El bicho estaba comiendo en un claro del bosque. Era bastante grande. Estuvimos mirándolo un rato, hasta que nos debió sentir, porque salió por patas. Fue en ese momento cuando en realidad me di cuenta que estábamos en medio de un bosque rodeados de animales salvajes. Seguimos la ruta. Yo iba casi al final del grupo, más que nada porque algunos eran kamikases en bicicleta y paso de tener un accidente.

    En nuestra expedición yo era el más joven, el resto eran gente bastante mayor, con muchos que supongo eran jubilados. Me imagino que los jóvenes prefieren otras actividades más luctuosas. El hecho de ser el benjamín hacía que toda aquella gente me tratara con deferencia, casi con cariño. O era eso o fue mi infinita potra. Algunos me hablaban y yo sonreía y asentía sin entenderlos. Pedaleaban a mi lado un rato y después volvían a sus posiciones, contentos de haber hablado con el chaval español. En un momento dado tuve frente a mi a las dos tipas más peligrosas que he visto en mi vida pedaleando. Una era mayor, llevaba una mochila que se soltaba de vez en cuando y entonces ella clavaba frenos y que la esquiven como puedan. Además o iba borracha, o no tenía pulso o estaba loca de atar porque hacía eses y se cambiaba de fila cada dos por tres. La otra tenía cara de mongólica. Me explico, el mismo hocico que suelen tener las personas que han nacido con ese problema. No creo que lo fuera, era solo la cara. También conducía como una chiflada, dando frenazos bruscos y demás. Me las tuve que apañar para adelantarlas porque vi claro que aquello solo podía concluir en accidente.

    En otra parada nos echamos a andar y después de un rato descubrimos una manada como de unos diez jabalíes, con dos enormes que debían ser los padres y el resto eran crías. Estaban tranquilamente en un claro. Los miramos durante un rato. Al poco se fueron dando saltos hacia la espesura.

    En la siguiente parada nos topamos de lleno con el padre de Bambi. Aquellos que conocen la historia sabrán que el muy hijoputa se folló a la madre de Bambi y la dejó preñada desentendiéndose luego de ella. Por eso mismo fue madre soltera y tuvo que criar el bicho sin ayuda paterna. Los de la Disney ablandaron un poco los detalles, pero básicamente es la loa de una madre soltera y de lo que tiene que hacer para sacar a su hijo adelante. Quizás debería deconstruir el cuento y contar las verdades para que no hayan más generaciones de niños engañados. El padre de Bambi tenía unos cuernos de que te cagas, supongo que porque la madre, despechada, se los puso con todo hijo de vecino en el bosque. El tío trataba de andar en plan orgulloso y tal pero un cornudo es un cornudo camine como camine.

    En la siguiente parada nos topamos con el mismísimo Bambi, la madre y un par de amigas que debían volver de juerga. Iban corriendo por el bosque. Bambi está un poco mayor y se nota que el divismo lo ha estropeado mucho. Pasaron muy cerca de donde nos encontrábamos. Me dio la impresión que Bambi se ha vuelto un poco metrosexual de mierda y se hace un peinado de estos de mongolo. A la madre no se la veía muy contenta. Seguimos cruzándonos con grupos de jabalíes y de ciervos y con algún alce de cuando en cuando.

    Ya cerca de las ocho y media paramos para que la gente desayunara. Nosotros sólo traíamos agua, aunque desde que se corrió la voz, no faltaron viejas que me ofrecieron café, pastas, sopitas calientes, pan, zumo y de todo. Mi amigo el holandés flipaba porque a él lo ignoraban como a la peste y yo era el que le pasaba pitanza. La retarded se marchó a mear con un gran trozo de papel con el que imagino que se limpiaría el coño al acabar. Le eché una mirada reprobatoria. Uno no viene en medio de un bosque a contaminar. Si quiere orinar, que lo haga a pelo o que se limpie con una hoja. Lo mejor es que se puso como a sesenta metros de nosotros cerca del camino que seguimos para llegar allí y cuando estaba agachada lanzando su chorrito amarillo, apareció por dicho sendero un friki en bicicleta que se la topó de frente y cuando vio aquel chocho saludándolo, se detuvo completamente y se quedó mirándolo mientras un hilillo de baba le caía por el costado. El tipo tenía pinta de ser de los que se compran la revista Playboy y borra las fotos de tantas pajas como se hace con ellas. La mujer salió corriendo del susto y le vimos el culillo mientras se arremangaba las bragas modelo Jumbo que llevaba. El tipo se acercó a nosotros. También vestía de verde y llevaba una red de camuflaje militar, dos trípodes, una mochila que debía pesar unos treinta kilos y tres cámaras colgando. Venía de pasar unas horas escondido haciendo fotos, aunque sin éxito. No había visto nada. La semana anterior sin embargo parece que vio manadas bien grandes. Si nuestro guía tenía pinta de bicho raro este le ganaba de cajón. Encima se le iban los ojos hacia la persona que incorporaba el conejo que había visto previamente y su mirada era terriblemente lasciva.

    Tras un rato nos dejó y continuamos nuestro camino. Ya había bastante luz y no pudimos ver nada más, aunque el paseo fue genial. Cuando volvimos al punto de inicio, pagamos las bicicletas y volvimos a casa en coche.

    Ya puedo decir que he caminado el Naardermeer, he andado por el mar hasta la isla de Ameland en marea vacía y en otra ocasión la he recorrido en bicicleta, he ido a una playa situada a tres kilómetros mar adentro (zwerftochten), he puesto mi culo en el único punto del universo en el que simultáneamente está en territorio alemán, belga y holandés, he andado por bosques buscando setas que fotografiar, cruzado el Hoge Veluwe a lomos de una bicicleta blanca y ahora también he andado entre animales salvajes.

  • Nueva Orleans desde el Mississippi

    4 de septiembre de 2005
    Nueva Orleans desde el Mississippi

    Nueva Orleans desde el Mississippi, originally uploaded by sulaco_rm.

    Una de las noches tomamos el ferry gratuito que se encuentra junto al hotel Hilton y cruzamos al otro lado del río Mississippi. La línea de rascacielos de la ciudad era espectacular, al igual que el color del cielo. En esta foto podéis ver el hotel Hilton y a su lado el centro de convenciones, ese lugar que se ha hecho tan famoso esos días.

  • I heart Huckabees – Extrañas Coincidencias

    3 de septiembre de 2005

     Hay veces en las que una película peta por motivos desconocidos. Juntan famosetes, diseñan un buen póster, encuentran una frase con gancho y a pesar de todo, el resultado no es suficiente para colmar nuestras expectativas. En este grupo de pallufos por motivos desconocidos es en el que se ha ubicado casi sin ningún esfuerzo I heart Huckabees, frase traducida al castellano como Extrañas coincidencias. En este caso, la película me la suda tanto, tanto, tanto, que creo que hasta el título en español es apropiado, porque al menos dice algo sobre la misma.

    El tema de la cinta es un misterio. Como me pasé la hora y media durmiéndome y despertándome, algo que no me sucedía desde hace años en un cine, no lo tengo muy claro, pero a grandes pinceladas creo que trataba de un gilipollas metrosexual de mierda con dinero suficiente para tirarlo en unos hijosdeputa investigadores privados para que investiguen alguna mierda que no queda muy clara y en como su vida da tanto asco que la gente se salía a los baños del cine a vomitar, o al menos los que como yo no estaban durmiendo como benditos. Fueron varios los que abandonaron la sala. Supuestamente era una comedia, aunque el humor no terminó de calar.

    El director de este engendro parido por malnacidos es un tal David O. Russell al que ya he apuntado en mi lista negra. Espero que la próxima vez que se vaya de putas pille ladillas con herpes y que disfrute con el regalo. Lo más increíble es que consiguió un elenco de estrellones para arruinarnos la tarde. Entre los que se apuntaron están Dustin Hoffman, Lily Tomlin, Jude Law, Mark Wahlberg y Naomi Watts. Si no te suena alguno de los nombres, está claro que perteneces a ese elitista grupo de personas que no van nunca al cine ni ven películas en DVD. No merece la pena decir nada de ninguno de ellos, únicamente recordaros que entre todos consiguieron que pagara por dormir sentado en una sala con aire acondicionado.

    Se puede decir muy poco más de esta mierda, aparte de recalcar su naturaleza fétida. Absolutamente recomendada para todos mis enemigos, aquellos que padezcan de insomnio y almas en el purgatorio. Si quieres tirar dinero y perder amistades, llévate a todos tus colegas. No lo olvidarán fácilmente.
    gallifante

  • Fotografiando ciervos

    3 de septiembre de 2005

    Os dais cuenta que yo no llevo una vida normal. A veces me pregunto que se sentiría al ser como el resto de los mortales, al vivir una vida gris y tranquila sin grandes sobresaltos. En lo que va de año, he estado en las Canarias en Febrero, Junio y Agosto, he visitado Málaga en Marzo, he visitado Omán y Qatar, estuve en Praga, en Bélgica, me compré una casa, una cámara de fotos nueva, anduve por un evento que sucede cada cinco años, fui a un concierto de Elvis Costello, he ido al cine más de cincuenta veces, he recorrido más de mil kilómetros en bicicleta y hoy, mientras leéis esto, estaré volviendo de una expedición para hacer fotos de ciervos en un bosque holandés. Comenzará a las 6 de la mañana y puede que veamos manadas de entre 20 y 80 individuos. Las buscaremos en bicicleta y los fotografiaremos en su entorno natural. Acabaremos a las diez de la mañana. Para ir a ese sitio saldré de mi casa a las cuatro y media de la madrugada. Después, cuando vuelva, me volveré a acostar.

    Cuando miro a lo que me queda por vivir este año, veo que me darán las llaves de mi casa, cambiaré la cocina y el baño, vendrán mis padres e iremos posiblemente a Luxemburgo y Bruselas o París, seguramente visitaré Valencia, vendrán de visita amigos alemanes y españoles, quizás vaya a los Estados Unidos, puede que por motivos de trabajo me de un salto a Sudáfrica, bajaré a las Canarias por Navidad, me compraré un portátil y haré un montón de actividades que ni siquiera puedo imaginar a estas alturas.

    La verdad, si alguien me dice hace unos años que mi vida sería así no me lo habría creído.

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