
A nadie pilló desprevenido la continuación de la Guerra de las Galaxias. Tardaron tres años en hacerla. Me cogió en una buena época, siendo niño, así que no me preocupé demasiado y además, ya estaba bien entretenido haciendo mis colecciones de cromos de la Guerra de las Galaxias y demás parafernalia, que creo que piqué en todo lo que se vendió sobre el tema. Cuando me enteré de que existía la segunda parte y de que la estaban dando en mi ciudad, no pude esperar a que se estrenara en el cine del barrio. Tenía que verla a cualquier precio, aunque para ello tuviésemos que salir de las sagradas murallas de la Isleta y adentrarnos en territorio enemigo.
Si la primera entrega me marcó para siempre, la segunda me hizo devoto. Amé todos y cada uno de los planos de esa película, los diálogos, la insuperable música de John Williams, las batallas, las muertes, el sufrimiento y la gloria. Era todo lo que siempre quise ver en el cine y aún más. La química entre personajes funcionó endiabladamente bien. Ahora cuando veo el DVD me doy cuenta de lo sexuales que son las situaciones, con momentos en los que parece inevitable que Han Solo le ponga una pierna encima a la princesa Leia y la desvirgue allí mismo. Amé a la princesa por su serenidad, por su irónica resignación frente a las desgracias y por su eterna búsqueda de soluciones, de salidas honrosas para todos. También la amé porque estaba de buen ver. Vista ahora, tantos años más tardes, he de decir que en la segunda película le dieron un aspecto a lo Chenoa que no veas, así que ahora, cuando la miro, en mi cabeza suena el «Ave María, cuando serán mías» de Bisbal, en clara alusión a dicha hembra.
Todas las escenas en las que la princesa y Hans están en la nave son impagables, están escritas en el libro de oro del cine. Junto a ellos, C3PO se hace más humano aún si cabe y arranca carcajadas en cada una de sus frases, desarma con su lógica tan irracional y parece mucho más sensato y real que alguno de los personajes del cine actual, tan vacíos y carentes de sentimientos. Tanto 3PO como R2 evolucionaron en esta segunda entrega y ganaron protagonismo. Ambos merecían papeles estelares. Ambos saben estar a la altura y cumplen las expectativas.
Pero si hay alguien a quien recordaré siempre en esta película es a Darth Vader. Se asoma en una sala y se puede cortar con el cuchillo el miedo de los que hay allí dentro. Te lanza una mirada desde su casco y te meas por las patas pa’ bajo. Es la personificación del mal absoluto. Lo controla todo y maneja a los suyos como quien lleva un guiñol. Pese a que nunca le vemos la cara, tiene tanto carisma que mañana mismo firmaría para trabajar para el imperio si él me lo pide. Sus escenas son de órdago. Siempre que está en pantalla la llena por completo. Cuando se encuentra con Leia, Hans y Lanro Calrissian en la ciudad aérea nos hace temer que la saga acabará en aquella sala, que ninguno saldrá con vida de la misma. No hay saga de las galaxias sin Darth Vader. A todos los demás se les podía reemplazar. Los buenos salen a porrillo, se pueden encontrar debajo de las piedras a montones, pero un malo malísimo de calidad, uno que imponga respeto y que te haga desear dar el salto y ponerte de su lado, de esos solo hay uno cada diez mil años y nosotros con Don Corleone y Darth Vader hemos cubierto el cupo que corresponde a las próximas mil generaciones.
También es en esta película cuando Yoda aparece por primera vez, con su hablar críptico, su ciencia ancestral y su eterno dudar en las habilidades de Luke. Yoda representa el bien infinito, la virtud de la Fuerza, lo mejor de los Jedis. En su planeta salvaje, en compañía de Dios sabe que animales, espera el fin de sus días tras ocho siglos de vivencias. Aún no lo sabemos, pero intuíamos que para muchos de los secretos, para muchas de las puertas que están cerradas y que no podemos cruzar, tendremos que pedirle las llaves al maestro Jedi Yoda.
Sólo hubo un personaje que en la segunda entrega comenzó a eclipsarse y es el joven Luke. Se nota en la cara del actor que estaba muy pasado y que no llevó muy bien el éxito. Sus escenas son bastante planas y sus diálogos los peores. Su mantra de jedi que debe darlo todo le puede y no parece estar a la altura.
Por lo demás, el Imperio Contraataca es mi favorita. De todas las películas de esta saga, es la que he visto más veces y la que nunca me canso de repetir. Me sé de memoria diálogos completos. Me quedo arrobado viendo como Leia y Hans flirtean mientras su nave está en el estómago de una mala bestia que anida en el interior de un asteroide. Esta fue la entrega más humana, la más mundana y terrestre, en la que el amor corre por la historia como un virus que lo infecta todo. Aquí fue donde supimos que Luke es el hijo de Darth Vader y que ambos se quieren, aunque estén en lados opuestos y sus lealtades los hagan enemigos irreconciliables.
Me pregunto en donde estabais cuando se estrenó el Imperio Contraataca y cuales son vuestros recuerdos de aquellos maravillosos días …
Que la fuerza os acompañe…