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  • Regalo de boda II

    14 de abril de 2005

    Sería conveniente que te leas la primera parte de esta historia, regalo de bodas, antes de continuar.

    Cuando avistamos a la parejita se estaban haciendo carantoñas frente al palacio real, en el Dam. Nuestro gozo en un pozo. La primera señal enviada para mostrar el enfado por no invitarnos a la boda y no fueron capaces de captarla. La segunda la recibieron claramente. Nada más verlos les dimos aquella caja mostruosamente grande envuelta en papel de regalo para que la cargaran durante todo el día, que teníamos pensado pasar el día juntos. Como no teníamos ni idea de adonde ir (mentira, lo sabíamos perfectamente pero siempre es bueno cansar al enemigo) nos echamos a andar sin rumbo fijo. Nos separamos en grupos. El chino con la flamante esposa, el indonesio con su hermana y yo con el sueco. De las otras conversaciones no puedo contar mucho, pero la mía fue productiva. En primer lugar confirmar que el sueco por fin se la ha follado. Cuando lo dijo se pudieron ver los fuegos artificiales que el ayuntamiento de Amsterdam lanzó para celebrar el evento. Por darle, hasta le di una palmadita en la espalda, alqo que para alguien tan nórdico y criado sin ningún tipo de afecto materno, le produjo un escalofrío de horror. Lo segundo que me contó fue que su boda fue por la iglesia católica y que para ello se tuvo que convertir. Le di la bienvenida a la fe auténtica y le recordé que en esta religión hay categorías y que ya pueden pasar lustros hasta que sea bienvenido en la liga de Campeones, que es a la que yo pertenezco como campeón de la fe y santo en ciernes. No quiero que piense que cualquier protestante de mierda se hace dos cursos y llega a primera división sin más. No estoy muy seguro que el eslavo este capte los conceptos de nuestras creencias al completo, pero seguro que al menos lo intenta. Lo que ha comprendido perfectamente y sin fisuras es que la indonesia no usa anticonceptivos porque van en contra de la palabra del señor y que como no tenga cuidado, se le acaba la juerga bien pronto y tendrá que volver a sacar músculos en los brazos. El colega muestra una gran preocupación por dicho asunto y me confesó en la intimidad y el incógnito que da el hablarle a alguien en quien no confías que puesto que no puede usar protecciones no homologadas por la iglesia, se pone un sello de la reina de Holanda en la punta de la polla y así cuando se corre los espermatozoides se mueren del susto al ver semejante vieja fea. Como erudito de la ignorancia no puedo confirmar si este método es moralmente aceptable, pero como no supone envolver el cipote en plásticos ni la ingestación de espermicidas, supongo que el hombre se puede arrallar un par de millos y continuar con su sistema. Hasta ahora le ha ido bien. Parece que los sellos de sesenta céntimos funcionan mejor que los de veinte. La hembra ponedora aún no se ha dado cuenta y eso que ahora, cuando ovula, lanza cien gramos de celulosa, por no decir que si pones las compresas en un buzón y les escribes una dirección, llegarán a su destino por estar certificadas. ?l se está dejando el sueldo en sellos, pero debe aprender bien pronto que quien algo quiere algo le cuesta.

    Con semejantes temas de tertulia casi ni me di cuenta que habíamos cruzado la ciudad. El chino nos había llevado hasta un cine para coger el programa y ver si después de comer podíamos ver algo. Después de arduas negociaciones la ganadora fue Robots. Deshicimos el camino andado ya que el lugar en el que íbamos a comer no estaba en aquella zona (parte de nuestra estrategia, obviamente). Elegimos un restaurante bastante famosillo, el Dim Sun Palace, especializado en la primera parte de su nombre. El chino como siempre estableció la comunicación, al utilizar el mismo tipo de señal portadora que los empleados del lugar. Nos trajeron una gran selección de Dim Sun y semejantes y como regalo especial a la novia, un plato de patas de gallina fritas, plato que ni probé ni permití que pusieran cerca de mí, que a mí me dan mucha grima las patas de pato o de gallina, como todos sabemos perfectamente. La comida fue soberbia. Durante la misma nos enteramos que la reciente esposa se pensaba que el indonesio se había echado novia, así que le tuvimos que explicar que son hermanos, algo obvio cuando uno mira el tamaño de los cabezones, que parecen globos de lo grande que son. Tras la comida, paseito para hacer la digestión y terminamos en The Three Sisters Pub, uno de mis favoritos y un lugar al que acudo muy a menudo con el turco por ser un punto en el que se pueden realizar avistamientos fácilmente. Como aún era invierno no hubo carne fresca, pero una cerveza es una cerveza, así que no me quejo.

    De la película ya he hablado, así que nos saltamos esa parte y continuamos tras el espectáculo cinematográfico. Teníamos planeado cenar juntos y como siempre, acabamos en un chino. En esta ocasión nos fuimos al barrio de los susodichos y cenamos en uno de los restaurantes que frecuentamos. Cometimos el error de pedir comida para cinco (aunque éramos seis) y nos sobró un montón. Ya veníamos requintados del almuerzo y los estómagos, por más que tengan paredes flexibles tienen un límite. De todo lo que nos trajeron yo hubiera prescindido del pato a la pekinesa, que sigo repitiendo que no me gusta comer pato con palillos, que te lo ponen con los huesos y yo no tengo la suficiente soltura dental para separar carne y masa calcárea, por no decir que me da un asco terrible lo de escupir el hueso en el platito que tenemos a nuestro lado.

    A estas alturas del día el sueco y su esposa indonesia aún no habían abierto el regalo, así que tras la comida llegó la hora de ver su cara de decepción. Merecieron la pena todos y cada uno de los euros que pusimos para comprar la cafetera sólo por las caras que pusieron. Huelga decir que esperamos que nos inviten a su casa para poder probar el café sublime que hace dicha máquina.

    Tras la apertura del apreciado presente, levantamos el campamento y nos fuimos juntos a la estación, que unos íbamos a Hilversum, otros a la Haya y el último grupo a Eindhoven. Seguro que pasará bastante tiempo antes de que volvamos a estar todos juntos.

  • The Ring Two – La señal 2

    14 de abril de 2005

    No hay nada que me detenga cuando veo una peli de terror en la cartelera del cine. Es algo que no puedo evitar. Siento una necesidad imperiosa y perentoria de lanzarme hacia la taquilla y comprar mi entrada. Sin embargo, para ver The Ring Two, o La señal 2 que es el título por el que un desgraciado la ha traducido al español (¡aunque en el cartel mantienen el título original!) tuve que esperar una semana porque un colega al que le da mucho miedo ver solo películas de terror me había pedido porfa plis que fuera con él.

    Así que cuando los astros estaban bien orientados, nos metimos en una sala, bien entrada la noche, a ver como continuaron la historia. Es curioso que aunque The Ring no fue dirigida por su director japonés en su versión americana, si han optado por el colega para la segunda, que tiene un guión propio y totalmente independiente de las secuelas japonesas. Hideo Nakata, uno de los hombres que me ha provocado más sustos en los últimos años y que ha conseguido levantar en occidente un género que parecía acabado, se ha prestado a ordeñar la vaca y sacar hasta la última gota de leche, que es lo mejor que saben hacer en los Estados Unidos. Resultaba muy difícil mantener el nivel y la calidad de la primera y siendo objetivos, han fracasado. La película es buena y está muy por encima de la media, pero ya no hay ese miedo que te entraba por los bajos y te iba subiendo por el cuerpo cuando estabas en el cine asistiendo a un pase de la primera parte. Ahora ya sabemos que es lo que va a pasar y no hay color. Han tratado de dar unas cuantas vueltas de tuerca, pero toda la historia se sujeta con pinzas que no aguantan tanto peso. Se echa de menos una buena historia y quizás el haber dejado en paz el tema y haberse gastado el dinero en algo nuevo y original.

    Repitieron David Dorfman y Naomi Watts, que interpretan al niño y a la madre que lo parió, quienes parecen estar vinculados de alguna forma con Samara la mala, ese pedazo de niña con el pelo mal peinado que se mueve a golpe de break dance y que como te coja, te deja chupadito.

    Lo mejor son las caras de los colegas que mata la Samara. Lo peor es la decepción por no haber salido del cine completamente cagado de miedo. A pesar de lo que he dicho, merece la pena el pasarse por un cine, ya que se puede ver y es altamente recomendable para los seguidores del cine de terror.
    gallifantegallifantegallifante

  • Regalo de boda I

    13 de abril de 2005

    Siguiendo con la crónica de mi iterativa vida, falta de sobresaltos y aventuras, he de repetirme por enésima vez e involucrar a esos santos que me soportan habitualmente en estas latitudes. Lo que voy a contar hoy sucedió el lunes de Pascua, el pasado 28 de Marzo, primer día festivo de este año y primer día festivo en Holanda que cae entre semana desde Mayo del año pasado. Sí queridos, se os pone la lengua negra de criticar y quejaros, pero que sepáis que cuando una fiesta cae en sábado o en domingo en este país, nos jodemos y maldecimos en voz baja. Y como este es un estado laico, o lo que es lo mismo, una mierda pinchada en un palo, no tenemos casi ningún puto día festivo a lo largo del año. Me gustaría que a esos que se les infla el pecho alegando su ateismo se les obligara a trabajar cada vez que hay una fiesta religiosa, como me sucede a mí por estas tierras semisumergidas.

    Después de pasarme la semana santa en el moro, llegué ardiendo en deseos de encontrarme con semejantes y mantener conversaciones superficiales y vulgares. El chino me informó que ese lunes teníamos reunión para celebrar que uno de los colegas se había casado en enero. Más que reunión, era nuestra vendetta. El desgraciado, después de padecerlo durante años no nos invitó a su puta boda en Indonesia, boda a la que por supuestísimo hubiera acudido, que todo el mundo sabe que yo me pierdo por un bodorrio en el tercer mundo. El individuo en cuestión es un colega sueco que se ha casado con una indonesia católica. Para un país en el que el noventa por ciento son musulmanes, el cabrón tuvo puntería. Los problemas vinieron más tarde, cuando después de ennoviarse se enteró que los católicos no follan antes del matrimonio. El me tanteó para verificar la verdad de ese dogma y le tuve que explicar con gran paciencia que yo soy católico de liga de Campeones, que nosotros los españoles nacemos tan bañados en catolicismo que podemos no seguir las reglas básicas sin ver nuestro asiento en el cielo en peligro. Su novia, sin embargo, es católica de un país de herejes, un lugar en el que hace cuatro días que llegamos a descubrirles la verdad y por tanto no está sujeta a nuestras excepciones y beneficios. Es por tanto normal que la aludida no folle. El pobre me miró tristemente y no dijo nada. Seis meses más tarde parecía el primo sueco de Popeye, con unos músculos en los brazos que ya los quisiera cualquier obrero de la construcción. Al principio sólo tenía músculos en un brazo, pero tras consultarlo con la autoridad competente, ensayó con éxito las maniobras usando la otra extremidad superior y fue capaz de igualar ambos músculos. La indonesia si se dio cuenta del aumento de envergadura muscular de su novio, no lo hizo evidente. Ella seguía a lo suyo, con sus rezos y demás.

    Ahora que se han casado, teníamos curiosidad por verlos. Como nos afrentó no invitándonos a ninguno, decidimos que se imponía un regalo barato y en conjunto y a ser posible, algo que le jodiera bastante y que tuviera que ver todos los días de su vida. Después de una visita fugaz a las tiendas del poblacho en el que vivo, sugerí una Philips Senseo, la super cafetera que está presente en más de la mitad de los hogares holandeses. No hay mayor marca de clase y estilo que tener una de ellas. Y lo malo es que el puto cacharro es caro, que nos costó la broma setenta euros, a repartir entre tres, porque el turco se negó a regalar por principios y por finales, que el hombre es más drástico y ya ha hecho cruz y raya. Como las tiendas cerraban el domingo nos vimos forzados a comprarla el lunes, en Amsterdam, que era la única ciudad del país en la que abrían las tiendas por ser festivo. Quedamos en encontrarnos un rato antes y comprarla entre el indonesio (Los que me siguen de toda la vida se acordarán de aquel gran éxito que fue mi vida con un indonesio), el chino y yo. El indonesio apareció con su hermana, la indonesia, a la que yo no tenía el disgusto de conocer, pero que después de conocerla me ha dejado en la más injusta de las indiferencias, porque la pobre casi que no abrió la boca y no hay nada que contar. Me recordaba al hermano de un cafre con el que estudié en informática al que siempre llevábamos a todos lados para que nos guardara las mochilas y los bolsos y del que aún ignoro si sabía hablar.

    Volviendo al tema, entramos en unos grandes almacenes a comprar el dichoso trasto y a la hora de pagar me ofrecí a hacerlo con un billete de cien euros que me había dado al cambiar a Euros el dinero en Omán. El empleado rechazó el billete. En este país los billetes de cien, doscientos y quinientos euros están malditos y no los aceptan en ningún lado. Me tocó bastante los huevos porque si estos no lo cogen, que son como una especie de Corte inglés pero con empleados rubios auténticos, nadie lo va a aceptar y me veo teniendo que ir al banco a ingresarlo en mi cuenta. Después de pagar con tarjeta nos fuimos al encuentro del sueco y su indonesia, encuentro al que llegamos con quince minutos de retraso, lo cual espero les indicara que estábamos muy descontentos con ellos.

    Esta historia continúa en Regalo de boda II

  • Plaza de Armas

    13 de abril de 2005
    Catedral de San Luis con el General Jackson al frente

    Catedral de San Luis con el General Jackson al frente, originally uploaded by sulaco_rm.

    La foto de hoy es de mi viaje del año pasado a Nueva Orleans. Me apetecía jugar un poco con los filtros, así que al final ha quedado con este aspecto tan exótico. Al frente unas flores aportando algo de color amarillo y tras ellas el General Jackson en su caballo con la catedral de San Luis al fondo, con un aspecto bastante lúgubre. Esta plaza se llamaba en los tiempos en que Nueva Orleans era colonia española la Plaza de Armas.

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