Distorsiones

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  • La semana pasada en distorsiones

    11 de abril de 2005

    Esta ha sido la segunda y última semana con el relato de mi viaje a Omán. Podéis encontrar todas las anotaciones en la categoría Arabian Tour 2005. El índice con todos los capítulos de la historia se encuentra en la anotación Arabian Tour – Indice y los capítulos que se publicaron la semana pasada fueron: Omán cuarta parte – Sur, Omán quinta parte – Sur,  Omán sexta parte – Sur y de vuelta a Moscate, Omán séptima parte – Turismo en Moscate I, Omán octava parte – Turismo en Moscate II y Bahrein y vuelta a casa. Fuera del grupo principal pero también relacionado con el viaje, ya que cuento cosas sueltas, está Arabian Tour – Epílogo. Además de este empacho de Arabia, hubo tiempo para un par de cosillas más. En Cine conté mis impresiones sobre A Home at the End of the World y Robots. En un plano más general y como casi todos los miércoles, hubo foto seleccionada de entre las más de doce mil fotos que conforman mi biblioteca personal. En esta ocasión la foto es una de las que tomé cuando estuve en Galicia en octubre del año pasado y la anotación en la que la podéis encontrar es Barca (Asuntos Varios). Y como me sabía mal no escribir absolutamente nada durante toda la semana, he contado un poco como se viven los cumpleaños en la empresa en  La madre de todas las tartas, anotación englobada en Folclore Nórdico.

    Y esto es todo. La verdad que después de haber estado dos semanas casi sin escribir y viviendo de las rentas me ha entrado una pereza increíble. Estoy por tirar la toalla y cerrar el chiringuito. Además de dinero, hay que echar un montón de horas para añadir contenido original y aunque siempre lo he hecho más que nada por mí, me pregunto si no sería mejor el seguir escribiendo y no publicarlo. Ahora que estoy mirando otros sistemas CMS para cambiar la página, estoy tentado de dejar únicamente un fotoblog y pasar totalmente de las historias. Ya veremos como acaba la cosa, porque aún no he decidido nada.

    Siempre podéis premiar el esfuerzo seleccionando alguna de las cosas que me gustaría poseer y que podéis encontrar en:
    – Wishlist en Amazon UK
    – Wishlist en Amazon USA

  • Arabian Tour ? Epílogo

    10 de abril de 2005

    Hemos acabado con el relato de lo que me sucedió en el viaje a Omán y alrededores. Quedan sólo pensamientos sueltos, curiosidades y cosas que me gustaría contar y que por una u otra razón no tuvieron cabida en la historia principal, así que han terminado en este cajón de sastre. Antes de seguir me gustaría dar las gracias a todos los que se han tomado la molestia de leer completamente este diario de viaje. Soy consciente que ha sido bastante largo y que en ocasiones se ha podido hacer un poco tedioso.

    Sobre la esclavitud de la era moderna. Me gustaría resaltar las nuevas formas de esclavitud que se utilizan en esas zonas del mundo. Se traen mano de obra del tercer mundo, principalmente India, Pakistán, Filipinas y abusan de esta pobre gente todo lo que pueden. Supongo que para los «elegidos» es una forma de conseguir dinero para mandar a sus familias, aunque el precio a pagar sea bastante alto. Esta pobre gente que llega y trabaja en esos países durante años, no tiene ningún tipo de derechos y no adquieren la nacionalidad en casi ningún caso, no porque ellos no quieran sino porque los gobiernos no se la dan. Los hindúes que trabajaban en el lugar al que yo fui, son enviados a la India cada dos años, cuando expira su permiso, para poder renovarlo. El coste del viaje lo pagan ellos mismos con lo que se gastan parte de sus ahorros para poder seguir trabajando allí. La mayor parte de ellos tienen sus familias en su país, familias a las que no ven y con las que casi no hablan.

    Sobre las mujeres en Omán. Si comparamos la situación de las mujeres en ese país con la de su vecino (Arabia Saudita), las mujeres están infinitamente mejor. Tienen acceso a la universidad, controlan más de la mitad de los puestos en la administración, pueden conducir solas o en compañía de hombres y son bastante independientes. Por otra parte, los puestos altos les están vedados, están obligadas a vestir completamente de negro (aunque los hombres también están obligados a vestir completamente de blanco) y sólo pueden llevar el óvalo de la cara al descubierto. Las mujeres con las que hablé no se mostraban tímidas y estaban ávidas por saberlo todo de Europa, lugar que ellas ven como el paraíso. También decir que las mujeres han de casarse para ser algo. Lo de agresivas ejecutivas solteras no existe. Una hembra sin esposo es una hembra descarriada.

    El desarrollo del país. Los omanitas son conscientes de que en veinticinco años se acaba el gas y el petróleo y el dinero que ahora abunda será historia. Están tratando de crear alternativas, sobre todo en cuanto a turismo, una industria que por su clima puede tener éxito. Su problema es lo restrictivo de la cultura musulmana en cuanto a alcohol y juergas y su propio clima, que sólo permite tres meses al año con temperaturas entre veinte y treinta grados. En verano ahí se alcanzan cerca de cincuenta grados y eso no hay turista que lo soporte. No se puede andar por la calle, no se puede ir a la playa, no se puede hacer nada. Así que su industria turística dependerá y mucho de esos tres meses de clima benigno. Hoy por hoy, con el dinero negro, están creando infraestructuras sobre las que basar el desarrollo del país. Algo que llama la atención por ejemplo es que no se puede comprar un piso o un apartamento. La ley omanita no concibe la separación de la propiedad compartiendo suelo. Dicho de forma sencilla. Los edificios sólo tienen un único dueño porque no se pueden escriturar los apartamentos ya que no hay una ley que lo permita. Es más, recientemente se aprobó una ley que permite a la gente comprar casas (o terrenos) porque hasta eso estaba muy limitado hasta hace un año. Como véis, aún les queda mucho por caminar.

    El trabajo en proyectos internacionales en la zona. Algunos me han preguntado sobre como se trabaja por esa zona y cuanto se cobra. En el lugar en el que estuve nadie me quiso decir, aunque yo calculo que los ingenieros que están allí están ganando alrededor de cuatrocientos dólares por día, trabajando diez horas, seis días a la semana. Tienen turnos de cuatro meses seguidos de tres semanas de vacaciones. Haced vuestros cálculos. Había bastante gente en el campamento que se querían ir a un proyecto en Irak en el que se paga a ochocientos dólares por día, se trabaja los siete días a la semana y se libra cada tres meses durante tres semanas. Alrededor de sesenta y siete mil dólares cada tres meses. No tengo ni idea de si las vacaciones son pagas. A cambio se trabaja en un lugar con un sol abrasador, rodeado de esclavos y sin poder abandonar el recinto por vuestra propia seguridad. Qué nadie me pregunte donde apuntarse porque no tengo ni idea. Normalmente son grandes corporaciones las que ganan los concursos de estos proyectos.

    Hábitos extraños. No sé si será común al resto del mundo musulmán o sólo una característica de los omaníes, pero la gente se tira unos peos de morirte (pedos en la península) mientras caminan y ni se inmutan. La primera vez que oí uno me quedé en shock, pero después te acostumbras. La gente va andando y va lanzando gases al cielo tan alegremente. Más que nada es ruido, pero impresiona. Íbamos por el edificio y por todos lados se oían esos peillos. Yo aproveché la laxitud de las reglas para lanzar mis castañazos de rigor, aunque no hay color, que esta gente hace ruido y yo el sonido lo acompaño con un aporte extra de sensaciones olfativas que no tienen precio. Lo malo es que todos sabían quien había sido …
    Otro hábito extraño es el referente a los móviles. Allí hay mucha gente que tiene los de última generación que permiten poner un MP3 como melodía. Eligen musiquilla árabe o religiosa y ponen el volumen al máximo. Cuando les suena el teléfono se ponen a bailar y a cantar las canciones, algo increíble. En agosto cambio mi móvil y pienso hacer lo mismo. Me voy a poner el Ave María de Bisbal y veréis lo que es bueno. Me convertiré en el cangril del poblacho holandés.

    La gordura amarilla. Por último, no quiero dejar de mencionar la extraña forma que adquiere la obesidad en cuerpos japoneses. Aquí en Europa los gordos son uniformemente gordos. Es algo más proporcionado. Con los japoneses, la gordura les tira para el culo, que se les infla peligrosamente hacia atrás y les separa las pezuñas. El resultado es estremecedor. Cuando caminan parecen tortugas arrastrando el caparazón, sólo que en vez de concha, tienen un pedazo de culo de morirse. Tienen que separar los pies y el efecto es muy extraño. Para compensar el peso hacia atrás y restablecer el equilibrio, balancean el cuerpo hacia adelante. Ver a uno de estos gordos nipones corriendo no tiene precio.

  • Bahrein y vuelta a casa

    9 de abril de 2005
    Arabian Tour 2005

    Casi hemos acabado y no quiero dejar de insistir en el orden adecuado de las historias, que es el siguiente: Comienzo del viaje, Arabia Saudita, Qatar primera y segunda parte, Moscate, Camino de Sur y Sur, primer y segundo y tercer, cuarto día y vuelta a Moscate. Los últimos capítulos hasta el momento han sido turismo en Moscate I y turismo en Moscate II.

    Cuando fui a facturar me encontré con dos chicas encantadoras en el mostrador de facturación. La que me hizo el trabajo se quedó fascinada con mi pasaporte español, que tiene en cada página un dibujo de un animal o de una flor. Se empapó el pasaporte completo admirando los dibujos y diciendo lo mucho que le gustaba. Las chicas me consiguieron ventana en ambos vuelos y se portaron como ángeles. Después de pasar los múltiples controles de seguridad en el aeropuerto, busqué un sitio tranquilo para escribir. La zona de salidas del aeropuerto de Seeb está dividido en cuatro. En uno de los cuartos está la tienda libre de impuestos, en otro hay restaurantes y oficinas y los dos restantes son dos inmensas salas de espera. Una de ellas estaba hasta la bandera, llena de gente, sobre todo hindúes. La otra estaba totalmente vacía a excepción de un policía. Me decidí por esta última y me senté cerca del poli. En las siguientes horas, todos los hindúes que trataron de sentarse en aquella zona fueron expulsados. Según el policía, esa zona estaba cerrada. Yo debía ser parte del mobiliario, porque a mí nunca me dijo nada. Más tarde vino una familia de alemanes y ellos también parecían estar exentos de cumplir la orden de cierre. El policía era hindú también. Da un poco que pensar. Está claro que mi origen me convierte en ciudadano de primera.

    Como parece ser la norma en estos vuelos, nos llamaron para embarcar más de una hora antes de salir. En la sala de espera estábamos un grupo de europeos, algunos hindúes y dos grupos curiosos: unos eran jugadores de tenis de todos los países del golfo, que debían haber venido a algún torneo. Llevaban unas mochilas monstruosamente grandes en donde guardaban las raquetas. Los chiquillos estaban controlados por uno de esos ?hermanos, un tipo que vigilaba para que no se salieran del tiesto y no se mezclaran con nosotros. El otro grupo era un montón de azafatas y un capitán de Air Gulf, la compañía con la que volaba este primer trayecto. Las azafatas eran todas de distintos países. Parecía haber dos bandos, las europeas y las asiáticas. Todas se agarraban con ansia a sus teléfonos móviles y mandaban mensajes continuamente. Entre todas ellas resaltaba el capitán, un anciano de barba blanca que me recordaba mucho al capitán Nemo. Recé para que no fuese él nuestro piloto. Desde ya quiero pedir que pongan más ordenadores en los aviones y eliminen a los puteros que van delante conduciendo. Yo me fío más del equipo informático. Ese señor debía haber ido a la escuela con los grandes faraones. Entre las asiáticas me llamó la atención una que era idéntica a mi amigo el chino pero en versión femenina. Siempre he pensado que mi amigo es cabezudo, pero ahora veo que no. Aquella tenía por lo menos un veinte por ciento más de volumen en la testa. Como su uniforme incluye un gorro y un velo que cae por detrás de la cabeza, parecía un papahuevo como los que se pueden ver en la fiesta de los enanos en la Palma. Esa tía te arrea un cocazo y te manda a urgencias directamente, por no pensar como coño la echó la madre del vientre, que ese cabezón tiene que doler cuando iba saliendo.

    A la hora de mandarnos al avión, uno de los que comprobaban las tarjetas de embarque se fue a abrir la puerta y el hombre lo intentó de todas las formas posibles, pero no lo consiguió. Se puso rojo de la vergüenza, con todos nosotros mirándolos y riéndonos abiertamente de él. Algunos se ofrecieron a ayudarlo, pero él rehusó las ofertas. Buscó ayuda y entre dos consiguieron destrabar el mecanismo. Nos metimos todos en la guagua que nos llevaba al avión y arrancamos. Ya he expresado mi poco aprecio por los aviones grandes. Este era un Airbus A340-300, un pajarraco monstruosamente grande. No éramos muchos y parecíamos estar agrupados en el mismo segmento del avión. A mi lado me tocó una de las azafatas europeas, una rubia guapísima. La tía se pasó el vuelo tratando de conseguir conexión con el móvil que no apagó para mandar SMSs. Sí, aunque parezca increíble no lo apagó y lo usó para mensajería todo el tiempo, aunque creo que sin éxito. Cuando no mandaba mensajes despellejaba a las azafatas asiáticas con una australiana. Las pusieron de putas para arriba. No se les escapó ni una. De vez en cuando hablaba conmigo, sobre todo porque veía que yo no me perdía ni un punto de su conversación. Aquella tía era Cruella de Vil reencarnada. Cuando nos trajeron la comida me dijo que ni me molestara en probar uno de los platos, que aquello era una mierda. Le hice caso, porque sólo el olor impresionaba. Aterrizamos en Bahrein sin problemas.

    Sólo tenía una hora para hacer la conexión con mi otro vuelo, el que me debía llevar de vuelta a casa. Pasé el control de seguridad y de pasaporte que como siempre tomó una eternidad. No tuve tiempo de ver la tienda libre de impuestos que parecía absolutamente increíble. El aeropuerto es una pasada, el mejor que he visto en esa zona. Aparentemente a las dos de la mañana salen un montón de aviones hacia Europa y ese es el Hub. Habían vuelos previstos a Zurich, Frankfurt, Paris, Ámsterdam y Londres, así que se montó un cambalache de pasajeros entre aviones. Aproveché para ir al baño y he de decir que es el más guarro que he visto en mucho tiempo. Había un tipo sentado en la puerta que yo supuse que lo limpia de cuando en cuando, aunque cuando uno ve el estado en el que se encuentra, está claro que no. En uno de los lados del baño habían una especie de lavapies, rarísimos. Justo antes de entrar me fijé que el tipo que estaba al lado mío tenía el asiento 14A, exactamente el mismo que yo. Me dio un poco de mal rollo pero pensé que eran imaginaciones mías propias del cansancio. Cuando entraba al avión, me paró el que recoge las tarjetas de embarque y me dijo que me cambiaban el sitio. Me dieron el 15A.

    Había una mujer que pretendía que le dieran dos filas completas para poder acostar a sus hijos. Los tíos le trataban de explicar a la mujer que no era posible pero ella seguía dale que te pego. Cuando entramos descubrimos la razón. El avión iba totalmente lleno. Ni un solo asiento vacío. Hubo tres o cuatro personas que tuvieron problemas con su equipaje. El concepto de equipaje de mano parece ser muy amplio y algunos se presentan con unos trolleys que no entran ni de coña en los compartimientos sobre la cabeza. Las azafatas lo intentaron todo, pero aquello no entraba. Al final se lo llevaron para adelante y supongo que los pondrían en algún rincón.

    Sobre el vuelo, poco que contar. Dormí cerca de cuatro horas y el resto me lo pasé viendo los vídeos. Llegué agotado a mi casa, cerca de las ocho y media de la mañana. Han sido exactamente seis días y veintitrés horas de aventura.

    Fin

  • Omán octava parte - Turismo en Moscate II

    8 de abril de 2005
    Arabian Tour 2005

    Casi hemos acabado y no quiero dejar de insistir en el orden adecuado de las historias, que es el siguiente: Comienzo del viaje, Arabia Saudita, Qatar primera y segunda parte, Moscate, Camino de Sur y Sur, primer, segundo, tercer y cuarto día y vuelta a Moscate. El último capítulo hasta el momento ha sido turismo en Moscate I.

    Nos pusimos de nuevo en ruta, retornando hacia la ciudad. El hindú quería entrar en cada complejo, puerto o desvío de la carretera, pero me mantuve firme para seguir hacia la ciudad. No me interesa ver un puerto deportivo o una avenida junto al mar. Eso lo tenemos en las Canarias en más cantidad y mucho más bonito. Palacio AlamLa siguiente parada fue el palacio de Alam, residencia del Sultán. Están haciendo obras por delante para hacerlo aún más espectacular de lo que es y también están ampliando uno de las alas laterales. El palacio es im-presionante, que diría uno que yo me sé. Se construyó en los setenta. Está entre dos fortalezas, la de Jalali y la de Miran que realzan aún más su grandeza. Fortaleza JalaliEstas fortalezas no se pueden visitar ya que pertenecen al ejercito. Tarde o temprano harán museos o restaurantes en ellas, ya que merecen la pena por su ubicación. Están en lo alto y desde ellas debe haber unas vistas preciosas. Por descontado hice unas cuantas fotos del palacio.

    Intentamos entrar en el museo Omaní-Francés pero estaba cerrado. Me apetecía ver ese museo porque suena a cachondeo. Aparte de que el edificio tiene pinta de ser muy bonito, el museo lo que celebra es la visita del sultán a Francia en 1989 y la visita de Francois Miterrand a Omán en 1992. Fortaleza MiraniComo el sultán este no es muy dado a salir del país para evitar que le quiten la silla, para una vez que lo hizo se ha montado un museo para conmemorarlo. Seguimos nuestra ruta y continué haciendo fotos del fuerte Mirani y del fuerte Jalali, sobre todo del primero, ya que la carretera pasaba bastante cerca. Desde allí nos fuimos a un parque llamado Al-Riyam. Justo cuando íbamos a aparcar vi que cerca de allí había un camino para hacer trekking y le dije al tío que me dejara allí. Si el hindú tenía alguna duda aún, en ese momento vio que estoy más chiflado que una jaira. El camino es muy largo, subiendo una montaña y no me lo pude hacer entero, pero me hice un buen trecho. No me llevé agua y volví porque la lengua se me estaba inflando de la sed, que eso fue alrededor de la una y media de la tarde y el sol era de justicia.Dispensador de incienso Desde las partes más altas hice algunas fotos que espero hayan quedado bien. Entre las montañas había una pequeña cascada. Andaba con mucho cuidado para evitar los animales peligrosos, que el omanita me había dicho que el desierto está lleno de ellos. De hecho, el día anterior me enumeró todos los bichos que hay en el desierto ese y me quedé aterrado. En esas latitudes, todo lo que vive salvo los camellos está diseñado para matar. Serpientes, escorpiones, ratas del desierto, gatos salvajes (que según él son más grandes que los normales), hienas (o algo parecido, porque no sabía la palabra en inglés), son sólo algunos de los bichos que esperan incautos para cenar. Así que entre esta información y la del panel que había al principio de la ruta en el que también mencionaban que podían haber animales peligrosos, os podréis imaginar que no rocé una roca.

    Cuando bajaba de vuelta al campamento base vi que medio pueblo se había congregado a recibirme. Debo haber sido el héroe del día. O eso, o esperaban que me matara por aquellas rocas. Además de la gente, un montón de cuervos se posaban a los lados del camino y me miraban esperando impacientes para almorzar y me temo que yo era el plato principal. No les di el gusto ni a ellos ni a los locales. Volvi a la base y el hindú me alcanzó al parque Al-Riyam como estaba previsto. Allí pude comprar una botella de un litro y medio de agua que me tomé allí mismo. hice mis fotos, observé a los locales paseando y disfrutando de un día en el parque y cuando tuve suficiente volví al coche.

    El hindú, que aprende rápido, vio que me gustan los parques y la naturaleza, así que nuestra siguiente parada fue otro parque del que desconozco el nombre, pero que estaba muy bien. Este era pegado a la línea del mar e hice unas cuantas fotos muy bonitas. Torre de vigilancia sobre MutrahTras acabar mi nueva ronda le dije que me llevara junto a un restaurante llamado Al-Inshirah, en donde sabía que se puede subir a uno de los pequeños torreones de vigilancia que andan desperdigados por todas esas montañas. El hombre flipaba con mi afán por caminar y exponerme al calor. Me subí los más de cien escalones hasta llegar a la cima. Los escalones son del estilo holandés, muy empinados y llegué arriba sin resuello, pero mereció la pena. El punto de observación tiene dos cañones y las vistas están muy bien. Como siempre, saqué la cámara y disparé todo lo que pude. Unos extranjeros me vieron desde la base, pero cuando llegaron al pie de la escalera desistieron. Ya a estas alturas tenía más que fotografiada la ciudad. Por ser jueves no pudimos ir a los museos, que cierran los fines de semana, o al menos el día que corresponde a su fin de semana.

    Mezquita frente al palacio de AlamDespués de esta última aventura en el exterior, le pedí que deambulara por la ciudad sin rumbo fijo. Paramos a hacer alguna foto de mezquitas, que me llaman mucho la atención y estuvimos dando unas vueltas. Hacia las cuatro le dije que me llevara a un restaurante árabe para almorzar y eso hizo. Cuando entré me encontré con un señor en la puerta detrás de un mostrador que fue al que pregunté si se podía comer. Fui al comedor y casi me caigo del susto. Habían mujeres musulmanas comiendo con los hombres en las mismas mesas. Recuerdo perfectamente que el iraní de mi empresa la única vez que nos invitó a su casa mantuvo a su mujer trabajando de cocinera y de camarera y no le permitió sentarse a la mesa con nosotros. Cañón en la torre de vigilanciaEstas estaban tratando de tú a tú con los hombres allí. Realmente la sociedad de Omán es un poco más abierta que otras musulmanas. El sitio tenía un precio fijo. Me pusieron una especie de sopa espesa que no sé identificar, pero que por el aspecto era como una mezcla entre caldo de millo y caldo de pescado, pero espeso. Tenía algunos huesos de animal desconocido, así que dejé un poco en el tazón, porque lo de comer huesos como que no me pone. De segundo elegí un pollo a la parrilla con un arroz frito y aderezado con especias. Estaba delicioso. Todo eso regado con agua de la cosecha del país. Resaltar que era el único occidental en todo el restaurante, que estaba bastante lleno y por eso levanté bastantes miradas. La gente me observaba como a un bicho raro. Esto seguro que formaba parte del plan de nuestro Señor. Las mujeres en aquel lugar eran tan bulliciosas como los hombres. Todos hablaban a gritos. Superé la prueba de la comida y me costó la friolera de un rial y cuatrocientos baisas, lo cual viene a equivaler a tres euros. Un pedazo de comida prácticamente regalado.

    MezquitaTras el ágape, continuamos nuestra gira sin rumbo fijo por la ciudad. Yo ya estaba hecho polvo de tanto calor y de andar al sol, así que finalmente le pedí que me llevara al aeropuerto. Paramos primero en las oficinas de la empresa para pagar por el coche. El dueño de la empresa, o al menos el que la lleva se encarga de todo lo relacionado con el dinero, algo que suele ser muy habitual por estos sitios. Los empleados no tocan el dinero ni de coña. Me da la impresión que esos hindúes a su vez esclavizan a sus empleados hindúes. Después de pagar me hizo un regalo, una agenda de teléfonos, algo con lo que no sé que hacer puesto que yo estoy totalmente digitalizado, pero bueno, lo eché en mi bolso, que ya pesa un quintal.

    Gran mezquita del Sultán QaboosDespués de dejarme en el aeropuerto, como tenía unas horas, me he dedicado a escribir y a hacer las últimas compras antes de coger el avión. En el aeropuerto he cenado un pollo con gambas y arroz frito que estaba buenísimo y que me ha costado dos riales y quinientas baisas, lo cual se puede considerar caro, pero siendo un aeropuerto, ya quisiera yo que en Holanda o en España me pusieran comida con esa calidad y en la misma cantidad por cinco euros.

    Esta historia continúa en Bahrein y vuelta a casa

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