Aquellos que visitan Distorsiones a menudo, habrán visto que recientemente mi amigo anormal dejó un enigmático comentario que sólo decía chipi chipi. Supongo que habréis pensado que está un poco más ido que de costumbre, lo cual no es de extrañar.
La verdad es que su comentario pretendía ser una crítica a mis exquisitos gustos musicales. Estoy enganchado como una perra al chipi chipi, canción que pertenece a la banda sonora de Diarios de motocicleta, película que he visto esta semana. El susodicho tema es cantado en la película por la archifamosa en su vecindario y alrededores Maria Esther Zamora. La canción es de esas pachangueras de verbena de pueblo. Mi amigo anormal pretende que yo sea un ejemplo viviente en gustos musicales y me intenta imponer sus gustos raperos, cuando la verdad, cuatro años y medio viviendo fuera de España me han transtornado bastante y me han aproximado más a esas canciones antológicas de nuestro folclore.
Hecho de menos esas maravillosas canciones de Georgie Dann que tarareábamos todos los veranos. Ahora ya no queda nada de eso, sólo basura comercial para cerebros tarados que nos imponen las multinacionales. Lo de Georgie Dann tenía más mérito. Ese hombre conseguía año tras años retratar de una forma diferente los problemas que tenían las chicas a la hora de fornicar convenientemente, con aquellos títulos míticos como «Mami que será lo que tiene el negro» (se puede decir más alto pero no más claro), «el africano», «el negro no puede», «la gaita» y similares. Su música era zafia y pegadiza, algo que ya no existe hoy en día. ATENCI?N: los que se atrevan a entrar en el web de Georgie Dann pueden sufrir daños irreparables en su cerebro. Quedan avisados.
Cómo aún habrá quien dude de la calidad del chipi chipi, espero que el enlace anterior os pemita escuchar un poco. Si falla ese enlace, probad este otro (es la cuarta canción). Y yo seguiré tarareando la pegadiza tonada durante todo el día mientras meneo suavemente mi traserillo.