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  • Confessions of a Teenage Drama Queen

    11 de agosto de 2004

    Tengo que reconocer que tengo cierta debilidad por estas estúpidas películas para adolescentes. Es raro que me pierda alguna. Sobre todo las que están hechas para niñas gritonas y envalentonadas por su instinto gregario. A esas voy siempre. Me resultan fascinantes estas películas porque parecen ser catálogos de venta para adolescentes, en los que ellas se reflejan y al salir del cine corren a las tiendas a comprar lo que han visto.

    Confessions of a Teenage Drama Queen pertenece a éste tipo de películas. Se ponen unos cuantos números de baile, muchos colorines por todas partes y adolescentes rebosantes de hormonas y que cubran la pantalla de banda a banda. Para compensar la pobreza del guión se añaden unos cuantos tópicos, varios toques de humor, alguna profesora fea y amargada y unos cuantos chulillos de los que todas las niñas se enamoran y que cada vez que salen en pantalla (lo que no sucede a menudo) tienen un plano de su trasero llevando unos pantalones vaqueros.

    Lo que las chicas no ven es el mensaje subliminal, lo que hace que yo siempre vaya. Estas películas son todo carnaza para el cerebro masculino. Todos sabemos que el cerebro de los hombres está dedicado en un 90% a los pensamientos sobre sexo. El de las mujeres no debe dedicar más de un 1%, por eso sólo ven la ropa, el maquillaje que se tienen que comprar, los colores de uñas e incluso se fijan en los diálogos. Nosotros, más simples y optimizados, sólo vemos tetas. Tetas por doquier. Grandes, bamboleantes, bien firmes, pequeñas, remolonas y de todo tipo, pero siempre tetas. Por eso en estas películas se ponen chicas guapas y tetudas.

    Confessions of a Teenage Drama Queen no tiene chicas feas, sólo hay hembras en celo guapísimas, con unos tetones del quince. La protagonista, Linday Lohan, a la que recientemente he visto en Mean Girls debe tomar sólo leche condensada, porque se le están poniendo los pechos como sandías.

    Otra cosa que me gusta de estas películas es el agua. Siempre hay escenas de agua. Están dirigidas a los sofisticados cerebros masculinos. De repente y sin motivo aparente, llueven chuzos de punta o se cae alguien a un estanque que aparece de la nada, o se dispara el sistema de riego del jardín y el resultado es el esperado: chicas con camisetas mojadas. Realmente genial.

    El guión, si es que lo hay, es siempre el mismo. Chica que tiene que triunfar en su instituto para conseguir al hombre del que se ha enamorado se enfrenta a chica mala pero más buena que el pan con nocilla y que le hará la vida imposible. Ambas tienen su camarilla que las protege y las adula en todo momento. Final feliz, por descontado. Si es posible, reconversión de la mala en chica guapa y modesta.

    O sea, una película perfecta para el verano que conseguirá sobrecargar vuestros cerebros por ser una carnicería de hipermercado en la que hay carne expuesta por todos lados. No esperéis sofisticadas escenas con diálogos sesudos ni nada parecido. Sólo colores chillones, tías medio en pelotas y mucha música de adolescente. Absolutamente recomendable.
    gallifantegallifantegallifante

  • Capítulo quinto: Nueva Orleans 1

    10 de agosto de 2004

    Aquí llega la continuación del diario de mis vacaciones en Louisiana. Para los que no hayan leído los episodios anteriores, estos son los enlaces:
    Capítulo primero: El comienzo
    Capítulo segundo: Plantation Country
    Capítulo tercero: Cajun Country 1 ? Henderson
    Capítulo cuarto: Cajun Country 2 ? Houma

    La primera mañana en Nueva Orleans comenzó cuando mi amigo me despertó para decirme que no había agua caliente. ?l se iba al congreso de Freaks que nos servía de excusa para las vacaciones y yo tenía planeado un día de turismo salvaje. Con las chacras aterrorizadas, me pegué una ducha. Sólo tardé 45 minutos, lavando pequeñas partes del cuerpo cada vez para no sufrir una parada cardíaca. Culminado el suplicio, me preparé para mi salida. Hablé con la dueña del Bed & Breakfast (el Old World Inn) y le conté lo del agua caliente. Se disculpó trescientas veces y lo achacó a una obra en el edificio de al lado. Me dijo como llegar a mi destino y salí para descubrir Nueva Orleans. Por la mañana tenía pensado pasear por el Lower Garden District, la zona donde nos quedábamos. En concreto quería ver el Cementerio Lafayette Número 1. Me cogí mi guía Lonely Planet y me eché a andar. Aconsejado por la mujer me inscribí en un tour que te muestra andando el cementerio y el Lower Garden. En el punto de salida había una librería/cafetería en donde me comí la magdalena más grande que he visto en mi vida. Era como cinco veces más grande que una de las que yo hago. Tengo una foto, por si alguien no lo cree, aunque no la he puesto en el álbum. Tras llenarme el estómago, el esófago y hasta los pulmones con semejante monstruo, nos echamos a andar.
    El guía es profesor de historia en la universidad y en sus ratos libres julandrón. Se sabía toda la historia de todas las casas de la zona, incluidos los precios de compra-venta y siempre que podía metía la pata dentro de las casas y nos contaba con todo lujo de detalles como las habían decorado sus dueños.

    Hay muchísima historia de los Estados Unidos en esta zona. En las mansiones de este barrio vivieron gente muy importante para los americanos. Yo soy un inculto y la mayoría no me sonaban, pero las casas las pude admirar y fotografiar. De esta caminata, el punto culminante es la visita a la casa de La casa de Anne RiceAnne Rice, la super escritora. En esa casa y en otra que nos enseñó se ambientaron sus dos sagas más conocidas: la de las brujas de Mayfair y la de Lestat el Vampiro. En la actualidad está vendiendo todo su patrimonio y se ha marchado a vivir a Florida porque Nueva Orleans le trae muchos recuerdos de su marido, el cual falleció hace un par de años. De cualquier forma, ver las casas de los libros que he leído fue una experiencia mágica. Si miráis el álbum de fotos veréis un poco lo que quiero decir. Los caserones no tienen pérdida. Uno que me gustó mucho es la mansión Villa del Coronel Shortdel Coronel Short, rodeada por una valla con forma de plantas de maíz, con sus mazorcas y todo. En la actualidad es propiedad de una pareja homosexual que la compró por diez millones de dólares. Los puritanos y super-cristianos que iban en el tour no dejaron de persignarse durante media hora tras oír esto. El mariquita del guía estaba super-mega-orgulloso del gay power. El Coronel Short parece ser que fue el último presidente de los Estados Confederados. Supongo que os acordaréis de esas películas en las que los americanos se matan unos a otros por un quítame-tú-un-par-de-esclavos. Por lo que nos contó el guía había mucho más en esa guerra, pero como soy europeo y no me cabe en la cabeza ni la historia de mi tierra, no presté mucha atención.

    Tras mucha visita a mansiones llegamos al Tumba en el cementerio Lafayette No 1cementerio Lafayette Número 1, que la guía Lonely Planet dice que no es seguro visitar en solitario. Lo más curioso del cementerio son las tumbas de estilo español, incluso con los nichos de apartamentos que tenemos en nuestros cementerios. La explicación es sencilla. En esta tierra el verano es tórrido y húmedo y el suelo es arenoso y medio cenagal. Cuando enterraban en el suelo era anti-higiénico y además los ataudes tendían a salir a la superficie. Los españoles, al llegar a Luisiana a gobernar, no les moló nada la cosa, además que cada dos por tres había alguna epidemia. Así que el gabinete de investigación y desarrollo de la corona española montó este cementerio, el primero de su tipo en los Estados Unidos. Fue todo un éxito. Un efecto secundario inesperado pero muy útil fue el siguiente: debido al calor que hay en las tumbas, si metéis un cuerpo en una de ellas, exactamente en un año se habrá convertido en cenizas y poco más. En verano dentro de las tumbas se sobrepasan los cincuenta y sesenta grados y se convierten en hornos crematorios. Por este motivo, las familias compraban una tumbita de nada y enterraban allí a toda la basca. Mirad en el álbum la foto de la lápida que he puesto con una jartada de nombres. En este cementerio transcurre también el comienzo de ?Entrevista con el Vampiro??, así que tenía mucha curiosidad por verlo.

    Cuando acabé la visita fui a comer a un restaurante llamado Joey K’s, situado en 3001 Magazine Street. Nos lo recomendó el guía y la verdad que además de barato, la comida era excelente. Me pegué un Seafood Gumbo, que viene a ser algo parecido a un arroz caldoso de marisco que estaba para correrse del gusto.

    Por la tarde cambié el tercio y me hice el paseo por el French Quarter, el barrio Francés de Nueva Orleans, la zona que le ha dado fama. En este caso me limité a seguir las indicaciones de mi guía, que está muy bien y muy documentada. Merece la pena entrar en la Iglesia de San Luis. Llaman la atención las banderas españolas dentro de la Iglesia y en la fachada del Cabildo. No os lo creeréis, pero esta gente guarda muy buen recuerdo de la época en la que España fue la propietaria de estos lares.

    Otra cosa curiosa es que el French Quarter no tiene casas de estilo francés. Hubo un incendio que lo arrasó todo, porque los franceses construían en madera y los españoles ordenaron el construir con ladrillos. Las casas por lo tanto son de arquitectura española, con muchos balcones de hierro. Es muy similar a las casas de muchos pueblos andaluces. Es justo lo opuesto del lujo y majestuosidad que vi en el distrito de Lower Garden, pero también precioso. Aunque las casas parecen pequeñas, tienen bastante fondo, con patios interiores en donde la gente hacía su vida sin que nadie los viera.

    En este primer día me dediqué a pasear sin entrar en ningún lado. En muchas de las fotos que he puesto en el álbum he explicado un poco la historia de las casas, así que me ahorraré el repetirlo aquí. Por si no miráis las fotos, en medio del barrio francés se encuentra el edificio de la Edificio de la Corte SupremaCorte Suprema del Estado, en donde rodaron la película J.F.K., que seguro que todos habéis visto.

    Por la noche estuvimos por la calle Bourbon Calle de Borbón(o Borbón para nosotros). Hay mucha marcha y está llena de bares con música en vivo. Aunque se la asocia con el Jazz, sólo quedan dos locales en los que se toque Jazz y la mayoría ahora están dedicados a Rythm & Blues, Rock y similares. Las bandas son excelentes y merece la pena entrar a esos locales.

    En el próximo capítulo, mi segundo día en Nueva Orleans.

  • avistamientos nórdicos

    9 de agosto de 2004

    Hoy os voy a descubrir algunos de los lugares secretos a los que acudo con frecuencia con mi amigo el turco. Se trata de dos. Uno de ellos es Leidseplein, una plaza muy coqueta en el centro de Amsterdam, cerca de la explanada de los museos. Es un lugar con vida las veinticuatro horas. Siempre hay gente en las terrazas y en la calle, los gandules de turno que han venido a Holanda con lo mínimo y tienen que redondear el presupuesto, tratan de ganarse el favor de la plebe con las más exóticas habilidades, entre las que se encuentran la generación de burbujas, lanzamiento de antorchas y breakdance.

    Rodeando la plaza y ocupándola se encuentran un nutrido grupo de cafés que suelen estar atestados. En verano estos cafés se reproducen hasta el infinito en la plaza y la ocupan con cientos de mesas. Es un lugar perfecto para tomarte una cerveza de trigo fría, con su limoncito. Con cierta frecuencia solemos ir a matar la tarde.

    Hay algo que hace a este lugar muy especial. Son las inglesas borrachas. Las hay a puñados. Lucen semidesnudos sus cuerpos cargados de grasa sin ningún pudor y van dando tumbos hasta caer redondas al suelo. Nunca he visto mujeres con menos amor propio. Una cosa es emborracharte por la noche con los colegas, pero eso de estar borracha como una cuca a las tres de la tarde me parece patético. Si además vas sola y pierdes la dignidad de la forma en la que la pierden estas mujeres, peor.

    Una escena típica es verlas tratando de mantener el equilibrio en medio de la plaza, mientras una banda de hienas de la gran Bretaña se acerca sigilosamente, le comienzan a hablar hasta que la atolondran y cuando la tienen abobada e incapaz de reaccionar la magrean hasta el infinito y más allá. Es realmente genial ver la sonrisa boba de agradecimiento que se pinta en las caras de estas alcohólicas que por un instante se creen princesas, mientras los mirones que contemplamos la escena nos reímos y la vemos como lo que son, patéticos rastrojos humanos que no valen ni como carne de cañón.

    La propia naturaleza de las susodichas y su estado etílico permite el visionado gratuito de carne y la carne, como saben todos aquellos que ven Discovery Channel o los documentales de la 2, atrae a las fieras. Más de uno está allí con su cámara recopilando imágenes para alimentar los diversos webs de contenido pornográfico existentes.

    Entre las cosas que hemos visto por allí estan las que se dedican a hablar con las papeleras, sin darse cuenta de lo que hacen, las que tratan de pintarse los labios con menos pulso que el Papa y acaban con la cara hecha un cristo, las que tratan de mear en algún rincón y son echadas a patadas por los camareros de los cafés y las que se deciden a cruzar la plaza atravesando las terrazas y consiguen tirar el contenido de varias mesas. Para evitar a estas últimas es conveniente el colocarse cerca de una pared o valla.

    El otro lugar digno de reseñar es la cafetería Three Sisters, situada en Rembrandplein. Además de ser un lugar muy de moda, lo más interesante es sentarse en la primera fila de mesas en el exterior. El escenario se encuentra enfrente. Tenéis que elegir un día de verano, a ser posible de mucho calor. Pediros vuestra cerveza, id con unos cuantos colegas y sentaros a disfrutar de los avistamientos. Justo enfrente se encuentra una parada de tranvía muy concurrida. Lo mejor de la parada son los bancos amplios que tiene. Las hembras llegan, se sienten y gracias a la escasez de tela de la que hacen gala en el verano y al poco estilo que poseen, dan unos espectáculos increíbles de mostramientos de coños. Frente a ellas, un feroz jurado otorga puntuaciones y trata de encontrar a la mujer perfecta, todo desde el punto de vista de la carne, que la belleza interior no sirve de nada en estos casos.

    La vida en verano por estas tierras es así de dura …

  • Interior de una nave espacial abandonada

    8 de agosto de 2004

    Interior de una nave espacial
    Era el momento más importante de su vida. Estaba frente a un objeto no construido por humanos, algo que lo cambiaba todo. La transmisión ya había salido para la tierra, pero aún pasarían unas horas hasta que llegase su respuesta. No se habían podido esperar. Habían decidido entrar.

    Se lo jugaron a suertes y la suya estaba de cara ese día. La de Pedro también. Estaban allí, frente al objeto, mirándolo detenidamente, tratando de averiguar como se entraba a esa cosa. Los compañeros que quedaron en la nave lo veían todo por las cámaras de sus trajes y no dejaban de hacer comentarios, sugerencias, tener ideas locas.

    Ella tuvo un pensamiento divertido. En el vacío no hay sonido, no se escucha nada. Es muy fácil decirlo pero casi imposible imaginarlo, sobre todo para unos seres que siempre han vivido rodeados de ruidos. Sin embargo allí estaba ella, rodeada de vacío y con una algarabía tremenda en su cabeza, que la estaba volviendo loca.

    – «¿Queréis estaros callados? No puedo pensar con tanta gente hablando»

    Le hicieron caso. Sabían que ella es la mejor, la más capacitada del equipo, la número uno. Siempre había sido así. Lo que para otros eran tareas complicadas, para ella era el pan nuestro de cada día. Su cerebro era capaz de encontrar soluciones incluso para lo imposible. Ahora se enfrentaba a uno de esos retos imposibles.

    Miraban el objeto, una extraña nave con forma de platillo, perfectamente emplazada, lista para emprender el vuelo. No habían luces ni ningún tipo de gas saliendo de ella. Sólo el crudo metal. En aquel desierto metálico privado del óxido y el orín que se dejan ver en la lejana tierra, el metal seguía igual que el día que la nave alienígena aterrizó. Ni siquiera podían saber si había sido unos días atrás o unos milenios.

    La luz de su traje se reflejaba en el casco, al igual que la de Pedro. Pensó en una discoteca y en las bolas de espejitos que suelen tener en sus pistas. El efecto era el mismo.

    – «Vamos a mirar por debajo, Pedro. Quizás haya alguna escotilla«.

    La parte inferior de la nave parecía tan misteriosamente sellada como el resto. Desde abajo era aún más imponente. Debía tener el tamaño de un campo de fútbol.

    De repente algo cambió. El metal comenzó a derretirse cerca de donde estaban y surgió una plataforma. Habían luces. Con la excitación se quedó abobada mirando la rampa. Las voces de sus compañeros la trajeron de vuelta. Miró a Pedro, que se había aproximado a ella. Ahora estaban bastante juntos. Parecía que la proximidad les daba algún tipo de protección.

    – «Bueno, vamos a entrar«.

    Se encaminó hacia la rampa con paso decidido. Prefirió no pensar en nada, porque el miedo se alimenta de nuestros pensamientos y la mejor forma de combatirlo es no dándole de comer. Cuando subían ambos miraban hacia el agujero que los esperaba. No se veían luces viniendo desde dentro. Nada más entrar la puerta desapareció y los dejó encerrados. El enlace con los compañeros también se había perdido. Estaban aislados. Al menos se habían encendido algunas luces, o algo parecido, porque la iluminación llegaba directamente de las paredes, pero no se veían lámparas o algo parecido. Estaban en una pequeña cámara vacía. Por la altura de los techos, quienquiera que hubiese construido este trasto no debía ser muy alto. Con los trajes casi tocaban el techo. Avanzaron hasta el final del cuarto, en donde parecía haber un pasillo.

    Sus sensores no detectaban la presencia de aire. Puso una marca en la pared. Eran un Hansel y una Gretel modernos. Todo estaba asépticamente limpio. No se veía ningún tipo de deterioro. Siguieron avanzando por el pasillo. No habían intersecciones, no habían puertas ni ningún tipo de salas. Sólo el pasillo. Avanzaban casi en silencio. Ahora solo oía el sonido de su propia respiración dentro del traje. Aún tenían aire para un par de horas, así que no debían preocuparse excesivamente por buscar la salida. Continuaron caminando.

    Aquello era inmenso. En su imaginación nunca pensó que una nave de ese tamaño sólo tuviera un único y eterno pasillo. Siempre creyó que un trasto extraterrestre estaría lleno de laboratorios, salas en las que habitarían cientos de seres alienígenas. Debía ser todo el cine de ciencia ficción que había visto. El pasillo parecía estar a punto de acabar. Se veía algo diferente un poco más adelante. La luz se atenuaba en aquel sitio.

    Cuando llegaron se encontraron con otra sala. Esta era más amplia. Al acercarse a la pared esta se volvió transparente y pudo ver su nave. Estaban en algo parecido a una sala de control. Lo extraño es que no había ningún equipo. Sintió algo parecido al golpe de sonido que sucede a un cañonazo. Miró a Pedro cuyos ojos se habían dilatado. ?l también lo había sentido. Se repitió.

    De repente una voz sonó en su cabeza, o en sus auriculares:

    Hoy me ha dado por pensar …
    que estás más lejos que ayer …
    y sigo esperando …

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